Cristina, camisa blanca

Cristina, camisa blanca

Por Pablo Salgado

El regreso, por sus formas, por su estilo y por su vía de comunicación sorprendió a todos. Y esa es la primera buena noticia. Cristina seleccionó cuidadosamente cada objeto, junto al asesoramiento de imagen de Florencia como cineasta, y cada detalle del vestuario, para volver a entrar en contacto con todos. Los que la aman, los que la admiran, los que la reconocen como estadista y militante política, los que la odian, los que no la soportan. Para todos. Volvió para todos y cada uno de aquellos que la necesitan. Por apoyo, para unos, o porque si no la tienen presente como el enemigo a vencer, se desorientan, para otros.

La camisa blanca marca la determinación de comenzar a salir de luto, en paz y con calma, sin olvidar el amor del hombre que fue su pareja en todo sentido, y el dolor por no tenerlo, y el recuerdo permanente. Pero de otra manera, desde otro lugar. La grandeza de algunos se mide por los obstáculos que han sorteado en la vida. De estos muchos dolores puede hablar largamente Cristina.

Pero lo más importante, y lo más grato al mismo tiempo, es que este regreso de perfil bajo, ameno, coloquial, sin grandes actos ni cadenas, descoloca a los odiadotes mediáticos y políticos de siempre.

Luis Barrionuevo, el eterno hacedor de frases célebres, el apoyo gremial de Massa, el gastronómico autoreconocido corrupto. Victoria Donda, la piba por la que pidieron las Madres para que Néstor la meta en la lista del FPV y que al rato traicionó. Nelson Castro, el dueño del sainete de cuarta diagnosticando por tele. Todos ellos y muchos más quedaron fuera. Perdieron por goleada. Dejaron palabras ofensivas desde el lugar del odio. “La presidente debe estar pensando en la cárcel o el exilio”, disparó don Luis. “No sabemos si va a volver como la mujer maravilla o como una planta”, la frase bestial de Donda. “Le recomiendo tratamiento psicológico”, profetizó Castro.

Cristina volvió. Más tranquila, más simple y más sabia. Se produjeron los cambios esperados. Y esto es solo el comienzo.

Lo que queda claro, es que por imagen, por aceptación, por capacidad, por los hechos, las palabras y los logros, por la convicción ideológica, por la recuperación ante las derrotas, por todo esto y mucho más, Cristina es y seguirá siendo la figura política numero uno del país.

Lo preocupante es que los demás, están a kilómetros de distancia. Y no encuentran el rumbo.

Comentá la nota