Cómo llega el Gobierno a las elecciones en cinco variables clave

Cómo llega el Gobierno a las elecciones en cinco variables clave

La pandemia dejó el escenarios económico preelectoral más complejo de los últimos años. Las variables macro llegan con un profundo deterioro. Aunque, a la vez, hay dos alicientes: por un lado, en gran parte es culpa de la pandemia. Y, por otro, el rival del oficialismo es el que llegó a las de 2019 en una situación no mucho más halagüeña.

 

Si las coyunturas económicas son las que definen elecciones, el Gobierno llega a las legislativas de 2021 en una situación compleja: el grueso de los variables clave muestran una foto de un fuerte deterioro. Aunque hay dos alicientes obvios y son que, por un lado, la pandemia golpeó de lleno y, por otro, que el principal competidor es el que perdió las elecciones de 2019 por haber terminado también con las variables en signo negativo.

La actividad y el mazazo de la pandemia

La actividad económica, que refleja el nivel de ingreso de la economía, sufrió una caída brutal durante 2020. La contracción fue de 9,9% y, si se estima una mejora en torno a 8% tal como la que pretende el Gobierno, terminará el año en niveles por debajo de los que recibió en 2019, con una caída de 2,7% en el bienio.

Ajustando más la mirada al corto plazo, la economía llega a las PASO en incipiente vuelta a la recuperación, luego del impacto de la segunda ola de contagios. En junio, último dato disponible, el crecimiento fue de 2,5%, luego de dos caídas de 0,7% y 2% en abril y mayo. El salto de junio, cabe destacar, permitió recuperar todo lo perdido en el bimestre. La expectativa es que en el cuarto trimestre haya un crecimiento de 3,1% interanual y eso es mejor que la caída de 0,6% con la que llegó Cambiemos a las elecciones de 2019.

Así, cabe esperar que el ingreso llegue aun mejor a noviembre, a medida que se vayan registrando mejoras que dejen atrás a la segunda ola, con la vacunación evitando restricciones tan duras como las de aquel momento del año. Pero a las PASO el Gobierno llega con una caída de 2,2% desde que inició la pandemia, es decir desde febrero del 2020.

Es el segundo peor resultado del continente, según los datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI), solo empatado por una caída idéntica de Ecuador. De todas formas, países como Canadá y México todavía registran una baja de 1,5%. La pandemia golpeó con fuerza al ingreso en varios países.

Los salarios cargaron el peso de la crisis

La caída del ingreso, cabe destacar, pegó peor en los asalariados que en las empresas y eso se paga en materia de consumo. Aunque hasta el tercer trimestre del 2020 la baja del PBI había impactado en una contracción tanto de la remuneración al trabajo asalariado como en el excedente de explotación empresario, la cuenta cambió hacia el primer trimestre del año.

Al comparar ese trimestre contra el mismo período del 2020 se observa que, mientras que la masa salarial cayó 5,3% real, el excedente de explotación creció 16,7% real, con una inflación promedio de 40,5%. La masa de ingreso del cuentapropismo, que viene traccionando la recuperación del empleo, en cambio, creció 3,4% real.

De ahí que, según el Indec, el total de los salarios, incluyendo a todas las modalidades entre públicos, privados y no registrados, cayó 9,3% durante la pandemia, es decir entre febrero del 2020 y junio del 2021.

La lupa en el corto plazo muestra a los trabajadores estables con una mejora del ingreso de 1,5% en términos reales, según el Ripte, entre junio de 2021 y diciembre del 2020. Pero al total de los asalariados con una contracción de 2% real en ese mismo período, según el Índice de Salarios del Indec. La perspectiva hacia noviembre muestra que habrá mejoras y se proyecta una suba de 3,2% en el Ripte, entre la segunda mitad del año y el primer semestre, gracias a las nuevas paritarias con pauta por arriba del 40-45%. El panorama en las PASO encuentra al Gobierno en una recuperación todavía incipiente, sin demasiado impacto positivo en el consumo

El salario llega en caída pero mejor que lo que ocurría en 2019. La contracción en octubre de ese año era de 4,1% interanual.

El gasto fiscal le puso un freno a la suba de pobreza

El crecimiento del gasto fiscal preocupa a los analistas económicos. Sin embargo, según estimaciones privadas, las paritarias y el gasto social permitieron que la pobreza no se volviera a disparar durante la segunda ola.

Según el investigador del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas)Leopoldo Tornarolli, en el primer trimestre del año fue de 39,5%, mientras que el último dato oficial del Indec fue una de 42% en el segundo semestre del 2020. 

En ese sentido, Tornarolli destacó que, para que la pobreza no supere a ese 42%, el segundo trimestre del 2021 deberá haber estado por debajo de 44,5%, lo que no es tan fácil de lograr teniendo en cuenta que es un período sin aguinaldo, que tuvo una caída desestacionalizada de la actividad económica de 1,6% por el efecto de la segunda ola y que mantuvo una inflación promedio de 3,5%. Ahí, el gasto social y las paritarias jugaron un papel importante.

Al respecto, Tornarolli señaló: “¿Qué podemos esperar de la tasa de pobreza del segundo trimestre? No tuvo buenos números de actividad económica, tuvo inflación elevada y las restricciones a la actividad provocaron un retroceso. Eso podría llevar a un aumento de pobreza respecto al trimestre previo”. 

Y agregó: “Sin tener en cuenta el efecto del aguinaldo, la pobreza en el primer trimestre habría sido de 42,4%. Entonces, para que el segundo trimestre supere 44,5%, la suba por el retroceso de la actividad debería ser de 2 puntos. Pero en el trimestre entraron paritarias subas en asistencia social. Esos efectos pueden compensar los efectos negativos de la actividad económica y hacer que la tasa de pobreza del segundo trimestre sea similar a la del primer trimestre”. 

El Gobierno llegará con una suba de la pobreza desde 35,5%, tal como la recibió a fines de 2019, hasta alrededor de 42%. Su competidor, que en 2019 era Cambiemos, había llegado con un salto desde 25,7% en el segundo semestre 2017 hasta el mencionado 35,5%.

La suba de reservas brindó un horizonte de mediano plazo

El dólar es clave para garantizar la estabilidad en la recuperación de las otras variables. En ese sentido, para el corto plazo, el Gobierno se anotó algunos porotos. Por un lado, logró evitar las presiones devaluatorias del 2020 y en 2021 logró imponer su propio ritmo de crawling peg, que hace un semestre se clavó en una suba de 1,1%. Además logró acumular reservas, que en términos netos se encuentran entre USD6.500 millones, según mediciones privadas.

Ese nivel de reservas permite garantizar la estabilidad hasta que terminen las elecciones y hasta principios de año. Luego, si no se llega a un acuerdo con el FMI, ya tomando en cuenta los abultados vencimientos con el organismo internacional, alcanzarían solo hasta mitad de año. Es decir, permiten pensar en cierto horizonte pero con un alcance limitado.

En la otra vereda, la brecha cambiaria en torno al 90% es un récord absoluto y una señal de expectativa de devaluación alta. Eso tiene impacto en las reservas, ya que afecta, tal como se observó en 2020, a la facturación de exportaciones e importaciones.

La inflación empató los niveles récord que dejó Cambiemos

Los datos de inflación llegan a las PASO en niveles pico, con una interanual de 51,8%, tal el último número publicado por el Indec, correspondiente a julio. En agosto permaneció en torno a ese nivel, aunque se espera que logre perforar el 3% por primera vez en el año, situándose entre 2,8% y 2,9%. Permanecerá, así, en niveles altísimos pero aflojando.

Hacia adelante, la variación interanual irá cediendo muy levemente, de la mano de la desaceleración inflacionaria. Según el REM, a noviembre llegará en torno al 50%. Niveles similares a los de 50,5% con los que se llegó a las elecciones de 2019.

La pandemia también metió la cola en esta variable, cuya desaceleración será fundamental para que el salario vaya mostrando las mejoras de tinte electoral que el Gobierno espera. Y es que, para apuntalar los ingresos de hogares y empresas, vía IFE y ATP, el gasto fiscal de disparó y generó una alta emisión de pesos, que impactó a su vez en el dólar y en los precios. Como la dinámica inflacionaria venía desde años previos con una alta inercia (las inflaciones de 2018 y 2019 fueron récords históricos), la salida de la cuarentena en su versión más rígida, que primero brindó un descanso, vino con fuertes remarcaciones.

La suba de precios internacionales agregó lo suyo, sumando presiones sobre los costos empresarios. De hecho, los precios mayoristas lideraron con un incremento de 63% interanual en julio, el último dato publicado.

 

Por Mariano Cuparo Ortiz

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