La Casa Rosada sumó otro fracaso y el candidato en Córdoba saldrá de internas

La Casa Rosada sumó otro fracaso y el candidato en Córdoba saldrá de internas

La obsesión del Gobierno por evitar disputas entre candidatos propios, que no logra establecer en ningún distrito, terminó con Mestre y Negri yendo a las urnas el 17 de marzo. La pelea por la capital.

La Casa Rosada recibe un segundo traspié en este recién comenzado año electoral. Luego de la derrota de Carlos Javier Mac Allister, el bendecido presidencial, en la interna pampeana de Cambiemos frente al radical Daniel Kroneberger, pasada las 23 del lunes 18 de febrero se agotó el plazo que habían dispuesto desde el Gobierno para encontrar un camino de unidad en Córdoba. Ni el intendente radical de la capital provincial, Ramón Mestre (h), ni el jefe del interbloque Cambiemos en Diputados, el radical Mario Negri, la apuesta de Mauricio Macri en esta lucha, bajaron sus candidaturas y dirimirán en las urnas quién de los dos peleará la gobernación contra el actual mandatario, Juan Schiaretti.

Durante el fin de semana y parte del lunes el oficialismo nacional agotó todas las instancias para acordar la unidad entre ambos dirigentes radicales. Huno negociaciones de último minuto y el plazo inicial previsto para las 20 se pospuso dos veces: primero para las 22 y luego para las 23. Horas antes, el presidente del PRO a nivel nacional, el senador Humberto Schiavoni, buscaba llevar tranquilidad y confiaba en que un pacto de caballeros le evitara al Gobierno otra puja interna. Ninguno de esos intentos llegó a buen puerto. Mestre nunca aceptó los reclamos de la Casa Rosada, donde jamás fue recibido con simpatía y donde tampoco el cordobés se sentía muy a gusto. Distanciado del macrismo, y con el respaldo del presidente de la Unión Cívica Radical nacional, Alfredo Cornejo, y el histórico operador Enrique "Coti" Nosiglia, el jefe comunal persistió con su candidatura.

Para imprimirle más tensión al caso, Mestre completó su fórmula con otro radical, el intendente de Bell Ville, Carlos Briner. Poco se molestó el hijo del histórico líder del radicalismo cordobés por la orden del Ejecutivo de aglutinar a todo el PRO provincial detrás de Negri. Antes de eso, la Jefatura de Gabinete de Marcos Peña había logrado coordinar y administrar voluntades y reunir en un solo espacio a los otros tres aspirantes a la gobernación que había en Cambiemos: puso al diputado y ex árbitro Héctor Baldassi como vice de Negri y al ex embajador en Ecuador Luis Juez como candidato a la intendencia capitalina. Por su parte, Negri también acumuló el respaldo de la diputada Elisa Carrió, que acordó la presencia de Cecilia Irazuzta en la lista de legisladores provinciales de la fórmula bendecida por la Casa Rosada.

En la guerra por acumular poder y reunir fuerzas, Mestre le respondió a ese armado digitado desde Buenos Aires con otro complemento clave: sumó a Dante Rossi, otro radical que se promovía para pelear la gobernación, a su armado. Así contrarrestó, desde Córdoba, a los “candidatos a dedo porteño” –así lo señalaban cerca del intendente- con los que deberá resolver la interna de Cambiemos el 17 de marzo. Además, Mestre aprovechó el desaire de Macri al ex presidente de ARSAT Rodrigo De Loredo: antes de viajar hacia la India, el Presidente apostó por Juez y marginó al yerno del ministro de Defensa, Oscar Aguad, de la disputa por Córdoba capital. Así las cosas, el joven radical será el precandidato a jefe comunal de Mestre y Negri va con el ex embajador.

Semanas atrás, el Gobierno decidió intervenir directamente en la disputa interna. Fueron dos reuniones, una en Buenos Aires y otra en Córdoba, en las que participaron Peña, Schiavoni, el presidente del PRO cordobés, Darío Capitani, el secretario general del partido, Francisco Quintana, el secretario de Interior, Sebastián García de Luca, y el diputado por Córdoba y presidente del bloque macrista en la Cámara de Diputados, Nicolás Massot. Se buscaron todas las vías posibles pero ningún intento prosperó. Así, se llegó en Córdoba al desenlace que menos querían en el entorno presidencial: un escenario dividido y de disputa y desgaste interno.

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