Cara a cara entre Macri y Larreta y cena de a cuatro en el Sur

Cara a cara entre Macri y Larreta y cena de a cuatro en el Sur

El jefe de Gobierno porteño y el ex presidente se encontraron un mes después de su última reunión y a una semana de la estadía de Bullrich en la casa de Mauricio. Charla privada y cena de parejas en medio de una interna que no pareciera tener fin.

Por

CARLA PELLIZA

Horacio Rodríguez Larreta aprovechó su gira por el Sur para, entre otras cosas, encontrarse con Mauricio Macri en un nuevo mano a mano, justo un mes después de su última reunión cara a cara para despedir el 2022 y recibir el año electoral. Luego, como sucedió con Patricia Bullrich, cenaron las dos parejas, la anfitriona del ex presidente y la visitante del jefe de Gobierno porteño. Una moda de este verano.

Como suele suceder con las reuniones en el Sur -el búnker en el que se refugió Macri después de su regreso de Qatar y del que no piensa salir, salvo episodios puntuales, hasta mediados de febrero-, el contenido de las charlas pasó a ser reservado. Allí, en el country Cumelén, empezaron a resolverse algunas discusiones electorales aunque sin gestos contundentes. Ni sobre la candidatura o no del ex presidente ni sobre su apoyo.

Esta vez, a diferencia de la anterior, hubo foto y posteo en redes sociales. Horacio Rodríguez Larreta fue el encargado de manifestar poco de lo conversado, con foco en la coincidencia de "valores y objetivos" para "mejorarle la vida a la gente" y la intención de mostrar unidad con el ex presidente en base a la "convicción" de que la Argentina necesita una transformación, además de "la certeza de que el momento de hacerlo es ahora, con un plan serio y sostenido en el tiempo". El jefe de Gobierno destacó las dos décadas de trabajo junto al líder amarillo, casi como una carta de antigüedad frente a otros referentes.

Mauricio Macri también lo hizo. Todo un gesto dentro de la interna. Algo que ya había aplicado con la visita de Bullrich y que generó ánimos alentadores en el bando halcón. En este caso, el fundador PRO lo trató por su nombre de pila, "Horacio", y su charla en torno a un "cambio verdaderamente profundo", "sin postergaciones"

 

En principio, todos los dirigentes que tuvieron un cara a cara con Mauricio salieron con la sensación de que no estará en ninguna boleta este año. Si bien hasta ahora ningún miembro del ala dura referenciada en Macri manifestó su creencia en un juego electoral activo, más allá del rol de gran elector, también se especuló con que estirará cualquier tipo de definición hasta abril con el objetivo de ganar tiempo para consolidarse como el líder y articulador del espacio dueño de la lapicera que escribirá las reglas de juego del partido.

Emilio Monzó, diputado nacional y ex presidente de la Cámara de Diputados durante el macrismo, lo definió claramente en una entrevista con La Nación. Para él, Macri debería jugar el rol de director técnico del equipo y empezar a ocupar ese asiento a partir de marzo. El dirigente analizó que el ex presidente se empezó a mover con el objetivo de participar del próximo gobierno, la cuestión es que todavía no quedó claro en qué formato. “Si es el Guardiola, un técnico que deja jugar y tiene un método, vamos a ser un Juntos por el Cambio mucho más fuerte. Es la persona ideal”. Y, así, lo mandó al banco de suplentes.

Más allá de lo que haga o no haga el ex presidente, la foto entre Larreta y él será un nuevo recuadro en el álbum de dirigentes que decidieron trasladarse al sur para verlo en un ámbito cotidiano y conversar sobre política. Todos coincidieron en que el ex jefe de Estado empezó a estar mucho más reflexivo y metido en los armados que en momentos anteriores y, por el momento, adoptó la actitud de recibir a cada uno de los dirigentes aunque, al mismo tiempo, cada tribu lee los gestos según sus necesidades. Este jueves estará, junto a Miguel Ángel Pichetto, en La Pampa para acompañar la candidatura de Martín Maquieyra, que disputará la interna cambiemita con el radical Martín Berhongaray el 12 de febrero.

Este martes, después de un cara a cara, también hubo una cena entre Macri y su pareja, Juliana Awada, y Larreta y su nueva novia, Milagros Maylin, que empezará a adoptar un rol de campaña fuerte, acompañando al jefe de Gobierno. En la previa, la gran pregunta pasaba por la existencia o no de una foto. Finalmente, esa duda quedó despejada y ambos presidenciales quedaron empatados. 

Por el momento, Macri no sólo optó por continuar con el silencio y el misterio, sino que también empezó a dar directivas. Preocupado por la “bomba de Massa”, pidió que se empiece a hacer foco en las medidas económicas del gobierno que, para él, a futuro generarán un enorme problema para el nuevo gobierno y quiere dejarlo en claro para que el “cambio” no sea culpa de Juntos por el Cambio, en caso de triunfar en las elecciones.

Durante el encuentro con Bullrich, Macri dejó en claro que "los liderazgos" que tendrán la tarea del "cambio profundo y valiente" se resolverán "con una competencia franca, como siempre sucedió en el PRO". Eso se leyó como una habilitación a las PASO entre la ex ministra de Seguridad y el jefe de Gobierno y, por consiguiente, una potencial interna en la provincia de Buenos Aires, donde es imprescindible, para tener chances electorales reales, llevar un candidato propio. 

En esos movimientos de campaña, el jefe de Gobierno tuvo algunos cambios de piezas importantes. En su construcción, cedió un poco de espacio el armador del interior, Omar de Marchi, para concentrarse en su candidatura en Mendoza. Una provincia en la que Juntos por el Cambio empezó a correr riesgo producto de las tensiones entre el postulante del PRO y la dirigencia radical. Si bien se amagó con romper y formar una tercera opción electoral, eso todavía no sucedió pero el distrito quedó bajo la mira nacional.

De Marchi, de todos modos, no se corrió del armado interior de Larreta sino que, por cuestiones lógicas, empezó a delegar algunas responsabilidades. Vale recordar que el mendocino ocupó ese lugar, que pertenecía a Diego Santilli, cuando “el colo” decidió concentrarse en su aventura bonaerense. No se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo. La explicación, en este caso, sería la misma. Pero tampoco se negó que el corrimiento haya estado, aunque sea en forma leve, vinculado al problema que estalló en la provincia cordillerana.

Además, el diputado mendocino continuará dentro de la mesa de estrategia junto a un larretista fiel, como es su compañero de banca, Álvaro González. En ese grupo reducido también están Fernando Straface, el canciller porteño, Eduardo Macchiavelli, que volvió a ganar peso en el armado en el interior con el encapsulamiento de De Marchi, junto a Augusto Larreta en territorio. A su vez, están Federico Di Benedetto, a quien se le atribuyó la campaña veraniega de un Horacio más humanizado, algo que se vio como exitoso; Christian Coehlo en el contacto con los medios; Julia Pomares en el discurso y Emmanuel Ferrario con una pata en el armado porteño.

En estos días, Larreta también consiguió sumar un nuevo representante de su riñón a la Cámara de Diputados. Gabriel Mraida, hasta ahora titular del Instituto de la Vivienda de la Ciudad, abandonará su puesto para incorporarse al bloque comandado por Cristian Ritondo y con esa decisión bloqueó, en paralelo, la posibilidad de que la Coalición Cívica engrose su poder de fuego dentro de la alianza por su representación parlamentaria.

Mraida, cómodo y contento con su desempeño en el IVC, podría haber negado el destino de la suplencia para continuar desempeñando su rol y no reemplazar a Waldo Wolff en la Cámara Baja, que renunció para sumarse al gabinete porteño a fines del año pasado. Eso hubiera implicado otra cosa, que el PRO perdiera un legislador para dárselo a la Coalición Cívica.

El próximo nombre para reemplazar a Wolff era el de Santiago Espil, actual Director General de Cultura y Turismo en la Agencia Gubernamental de Control de la CABA y una persona del riñón de Elisa Carrió. Más allá del buen vínculo que existe entre el jefe de Gobierno y la líder de la Coalición Cívica, a veces con muchas idas y vueltas y, claramente, sin ausencia de tironeos, el sector amarillo no podía perder un lugar en Diputados.

De haberse concretado este movimiento, la Coalición Cívica hubiera pasado de 11 a 12 legisladores, algo imposible para intentar concretar el sueño recurrente de reducir el poder de fuego de ese espacio bajando gradualmente la cantidad de representantes en el Congreso. Y, por otro lado, el macrismo hubiera reducido su número de 50 a 49, manteniendo la mayoría dentro del interbloque de Juntos por el Cambio.

El reemplazo de Mraida al frente del IVC será Christian Werle, que trabaja con María Migliore, ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, hace más de dos años, por lo tanto el enroque de figuras no generó malestar porque el organigrama se mantuvo favorable a la funcionaria más “progre” de la administración porteña.

De hecho, Werle, que también fue director de Desarrollo Habitacional del IVC, es una de las patas de la organización denominada “La popular”, un armado que nació de la mano de algunos pocos dirigentes del larretismo para hacer pie en distintos barrios populares de la Capital Federal, con la propia Migliore a la cabeza.

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