Bemoles y sostenidos de la nueva canción de CFK

Bemoles y sostenidos de la nueva canción de CFK

La Jefa llama a construir un "Estado eficiente". ¿Y eso? Por ahora, eslogan, preguntas sin respuestas y guerra de barro con Javier Milei. ¿Y Axel Kicillof?

 

Por Marcelo Falak

Al participar del Encuentro de la Cultura Popular, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) sorprendió este domingo por varios motivos, algunos más elogiables que otros. El problema es que cada nota que cantó tuvo bemoles y sostenidos que siguen denotando cuan disonante es la sinfonía del sentimiento que dirige.

 

Resultó interesante su reconocimiento de que amplios sectores populares, que presume desencantados con su apuesta por Javier Milei, siguen sin intención de volver votar al peronismo –a su peronismo–. Asimismo, la idea, fuerte por venir de ella, de que hay que abandonar la mímica del "Estado presente", que desde hace muchos años no se ve en ningún lado, para construir un "Estado eficiente".

Primer bemol. La autocrítica siempre es importante, pero la baguala titulada Tememos que repensarnos ya aburre porque plantea preguntas eternas y jamás trae respuestas.

Las preguntas que no contesta CFK

Esto, un viejo vicio del progresismo nacional, se expresa en el segundo de los elementos citados: ¿qué sería para un peronismo renovado un Estado eficiente? ¿Sería tolerable que le costara a la sociedad el 45% del PBI que encontró Milei, debería volver a su dimensión prekirchnerista del 20 y pico –como quiere el Presidente– o debería representar algo en el medio?

Más de fondo: ¿qué nivel de gasto haría falta –y habría que financiar sin inflación– para que la seguridad, la educación, la salud, la ciencia y la infraestructura no se fueran por la canaleta de la revolución ultraderechista? ¿Hay en esto un renglón de la "batalla cultural" que ya está jugado?

También resultó relevante el mensaje de la expresidenta al sector que respalda a Axel Kicillof, resumido en la idea de que "cuando hay tanto grupo y tanta cosa suelta es porque hay discusión de egos y mezquindades". ¿Serían esos males privativos del gobernador o alcanzarían también a La Cámpora?

Ella misma dio la respuesta cuando afirmó que "la fragmentación deviene cuando no hay debate". ¿Está realmente habilitada la discusión en el peronismo o, más aun, puede darse sin dirimir liderazgos? Axel Kicillof cree que no y sus allegados ahora reclaman que, si hay unidad, no resulte dolorosa.

CFK, en el barro de Javier Milei

En los dichos de Cristina hubo elementos menos destacables, sobre todo cierta soltura de lengua que, en lugar de contribuir a morigerar las barbaridades que salen de la Casa Rosada y del Ministerio del Odio, pareció montarse sobre su ejemplo. Fueron sus sostenidos.

"¿Se dieron cuenta de que estos tipos no construyeron nada? Ni una puta escuela, ni un puto monumento", denunció. "Mediocres" y "chatos" fueron algunos de los adjetivos que dedicó a los paleolibertarios. "No hay pesos ni dólares porque el consumo se fue al carajo", agregó, entre otras cosas.

La observación no es mojigatería, sino que apunta a la esterilidad de ese lenguaje por no asegurar otra cosa que un "diálogo" –algún nombre hay que darle– con la trolera mileísta en las redes. Como explicó Gabriela Pepe en Letra P, Cristina entiende que ese es hoy el modo de hacerse escuchar.

En lugar de entregar una narrativa novedosa, la oposición peronista eterniza una autocrítica que nunca va más allá del flirt y se aferra a una forma de comunicar a lo Milei, poco apta para la construcción de una mayoría democrática amplia–y, en tanto tal, inevitablemente moderada–, necesaria para 2027.

Axel Kicillof, de contra sin partitura

Axel Kicillof.

Si, por cómo dice lo que dice, CFK habla de un modo poco apto para construir esa amplitud opositora que ella misma pide, Kicillof falla en lo mismo, pero por un camino opuesto: por no decir.

El kicillofismo juega al contraataque y el tipo de unidad que le propone Cristina Kirchner no lo conforma. ¿La interna permanente y un eventual cisma serían daños que el peronismo se autoinflige o parte de un proceso de renovación inevitable, que podría suponer incluso la hipótesis de una derrota frente al oficialismo nacional en la provincia de Buenos Aires para, desde entonces y hasta 2027, barajar y repartir de nuevo?

El gobernador, empeñado en que su "nueva canción" sea por ahora solamente política, debería advertir que la exmandatariaaborda la idea de la renovación de manera más explícita que él, por caso cuando habla de "Estado eficiente" y de la necesidad de lidiar de un modo diferente con el deterioro educativo, sanitario y de seguridad. Si se quedara quieto en un lugar más anquilosado, en un cristinismo cuestionado hasta por Cristina, encontraría difícil concretar su propósito de liderar y sumar a sectores del radicalismo y, en general, centristas. ¿Qué tiene para decirles?

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