Stolbizer, Carrió y Ocaña, las tres mosqueteras

Stolbizer, Carrió y Ocaña, las tres mosqueteras

En un país de raigambre machista, donde todo pasa por el tango, el asado y el fútbol, no hay hombres políticos con los atributos necesarios para hacer frente a las mafias de la misma política, que expongan denuncias y se ensucien en el barro de la pelea contra la corrupción. No importa las diferencias ideológicas que podamos tener; nadie puede desconocer que en la Argentina de hoy, a la justicia la empujan tres mujeres decididas a hacer, lo que muchos varones no hacen: buscar justicia. 

Margarita Stolbizer, Elisa Carrió y Graciela Ocaña son, sin dudarlo, el mascarón de proa de las denuncias que llevan al poder a Comodoro Py e incomodan al mundo político, especialmente aquel vinculado a la década ganada (para ellos).

Funcionan como espadas justicieras, develando corrupción, investigando vidas y negocios sucios y haciendo el trabajo que debieran hacer muchos hombres de la política para limpiar el decoro perdido en estos años de infame latrocinio y sustituyen a fiscales quienes no conocen las palabras “actuar de oficio”, cada vez que el periodismo destapa la cloaca de la década pasada y ante jueces herrumbrados por la caja kirchnerista y enlodados del mismo barro que hoy deben limpiar delante de los ojos de una sociedad incrédula, donde todos los miramos de costado.

No hay ni un solo hombre de la política que se les pueda asimilar. Solo el Dr Ricardo Monners Sans, se pliega a esta cruzada, pero no es hombre de la política, sino del derecho y acude a la cita por cuerda separada, tal vez por sentir la misma impotencia reflejada en todos nosotros, de vivir en un país donde el asado, el futbol y el tango parece cosa de hombres, pero la lucha contra las mafias y la corrupción, está solo asumida por tres mujeres políticas y valientes, que para sorpresa de todos nosotros, nunca descollaron en las urnas.

Tal vez este caso sea para un estudio sociológico profundo y deba ir a las raíces propias del fenómeno que se genera en la Argentina dominada por la culpa, el descrédito de las instituciones y la marginalidad del poder; una herencia recibida de quienes están podridos de corrupción, sobre quienes las pruebas rebasan, los negociados oscuros, los rastros indelebles del fraude y el robo a los dineros públicos, junto con los documentos y las sucesivas ampliaciones de denuncias que hacen las tres mosqueteras, desbordan, sin embargo hay jueces como Casanello, Bonadío o Ercolini que siguen esperando el “arrepentimiento” de Báez o las confesiones de López y Cristina, como si alguna vez fueran a decir la verdad o peor aún ¡cómo si hiciera falta!.

Y la política absurda, nos muestra la cara de desinterés del gobierno central, en pos de las especulaciones electorales, cuando el propio Macri a través de sus funcionarios, envía un mensaje peligroso de impunidad hacia CFK, solo para tenerla como débil contendiente en el 2017 y 2019. Una vergüenza.

Y son ellas las que van al frente. Solo Stolbizer, Carrió y Ocaña llevan la bandera de la guerra declarada ante la corrupción que nos infecta y es pandemia en todo el país. No hay autocrítica entre los “hombres políticos”, perfectos simuladores y cómplices directos o indirectos, cuando no parte del latrocinio (caso Picheto, Diego Bossio, Máximo Kirchner, etc), que parecen haber resurgido sin mácula a una nueva era, donde debieran estar dando cuenta ante la justicia y no arrogándose representatividad popular de dudosa obtención.

El falso machismo claudica, cuando nos enteramos que tres mujeres son las únicas interesadas en que se haga justicia. Los hombres, arraigados al tango, el fútbol y al asado del domingo, callan y balconean. “Es la política, estúpido”, dirán, parafraseando el recordado spots de campaña de Bill Clinton y volverán a sus tareas de silencio. Como hasta hoy, las mujeres se ocuparán del resto.

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