¿Y si Randazzo se quedara con el peronismo?

¿Y si Randazzo se quedara con el peronismo?

Un adversario más peligroso que Massa para 2019 le surgiría a Macri si el peronismo se unificara en 2017.

 

Por Jorge Fontevecchia

Al Gobierno le ha funcionado mejor la política que la economía. Hasta ahora y en gran medida porque el peronismo estuvo dividido en tres grupos: el Frente Renovador, el kirchnerismo y el PJ tradicional. En un caso Massa, en otro Cristina Kirchner y el restante representado institucionalmente por los gobernadores que sobrevivieron al triunfo de Cambiemos. Pero todo el plan del Gobierno de confrontar electoralmente con Cristina Kirchner y usar a la ex presidenta como factor de desunión del peronismo podría derrumbarse si Cristina Kirchner decidiera no ser candidata por la provincia de Buenos Aires (por Santa Cruz es cada vez más difícil) y aceptara que compitieran Scioli, Verónica Magario y otros kirchneristas en las PASO de la provincia de Buenos Aires contra Randazzo.

En ese escenario, Randazzo no sólo podría quedarse con el PJ bonaerense sino, luego, también con el nacional, cooptando a los ex PJ que hoy están con Massa: el fuerte del Frente Renovador se concentra en Buenos Aires.

 

¿Odiará Cristina más a Massa que a Randazzo? ¿Odiará también más a Macri que a Randazzo y será ésa la forma de vengarse de lo que ella considera una persecución judicial organizada por Cambiemos? Ese contexto obligaría a Macri a pasar a tener éxito en la economía para recuperarse políticamente de la fusión del panperonismo en un renacido PJ. Pero el plan económico del Gobierno para 2018 recorre el camino opuesto: porque después de las elecciones de octubre vendría el ajuste del déficit fiscal que aún no se hizo, casualmente para ganar las elecciones.

Por ahora sólo se ha operado discursivamente sobre el déficit fiscal exponiendo lo malo que resulta para la economía en su conjunto, pero en la práctica el gasto público se aumentó, a la espera de un respaldo mayor en las urnas. Pero si se perdieran las elecciones, sería más difícil pasar a la “fase 2” porque la excusa del gradualismo contaría con una justificación aun mayor: la amenaza de que el peronismo unido y sin kirchnerismo tuviera más posibilidades de ganar las elecciones presidenciales de 2019.

‘Si no hay derrame, habrá desborde’. Fue el título de una de las notas de la última edición de la revista Crisis. Pero aun sin desborde, el problema es que si no hubiera derrame, no habría reelección para Macri frente a un peronismo unido. La política, siempre paradójica, puede transformar aquello que fue celebrado por el Gobierno para dividir aún más al peronismo –Randazzo– en el elemento de unión, transformándose en un gran caballo de Troya para Cambiemos al hacerles surgir un adversario para 2019 más peligroso que Massa.

Ambos, Randazzo y Massa, fueron ministros muy importantes de Cristina Kirchner pero, mientras que a Randazzo esa parte de su biografía parece no afectarle, a Massa sí. Quizá la diferencia resida en que fue Randazzo quien le renunció a Cristina mientras que fue la ex presidenta quien le pidió a Massa su renuncia. Ese gesto de dignidad de Randazzo al rechazar la gobernación de la provincia de Buenos Aires cuando todo hacía suponer que el kirchnerismo lograría mantenerse en el poder fue, además de un fuerte antídoto K, una demostración del carácter de una personalidad que no estaba dispuesta a todo por el poder.

Ese portazo a la ex presidenta marcó la carrera política de Randazzo para siempre a pesar de haber sido el único ministro que acompañó a Cristina Kirchner desde el inicio de su primer mandato hasta el final del segundo (De Vido y Tomada ya venían de la gestión Néstor). Al revés, Massa no alcanzó a completar un año como jefe de Gabinete de Cristina, entre julio de 2008 y 2009, pero lo afecta mucho más porque parte de sus votantes son descontentos de Cambiemos o anti K, lo que llevó a Massa a una alianza con Margarita Stolbizer para vacunarse de antikirchnerismo.

Para los peronistas, Randazzo tiene la ventaja de no haberse ido nunca del peronismo ni haberse aliado con Stolbizer. Pero no sería inimaginable que Massa, frente a un escenario donde Randazzo pudiera quedarse con el peronismo, rompiera con Stolbizer y fuera él mismo a disputar en octubre contra Randazzo, lo que sería la interna presidencial peronista de 2019.

La búsqueda de Máximo Kirchner de una lista de unidad en la provincia de Buenos Aires refleja debilidad en el espacio kirchnerista. Si Randazzo doblegara en las PASO al kirchnerismo y en las elecciones de octubre le ganara a Massa o al Frente Renovador, por el peso de la provincia de Buenos Aires sobre el total del país, se convertiría en un líder del peronismo a nivel nacional. Difícilmente las provincias poblacionalmente pequeñas, tanto del norte como del sur de Argentina, generen sustento como para competirle a un líder bonaerense indiscutido.

Ante cada derrota, el peronismo busca su camino en la renovación: lo que no logró Cafiero quizá lo logre Randazzo

El peronismo puede estar retornando al proceso inconcluso que después de la derrota electoral que le infligió Alfonsín inició Cafiero desde la provincia de Buenos Aires con la renovación, pero se extinguió por el triunfo de Menem. Cafiero planteaba una renovación generacional, estética y conceptual, con figuras jóvenes, ilustradas y cosmopolitas, asimilables a la socialdemocracia europea, como fueron por entonces De la Sota y los malogrados pero intelectualmente sólidos Manzano y Grosso.

Probablemente, la derrota que les generó Macri termine siendo un epílogo de la esquizofrenia entre la derecha de Menem y la izquierda de Kirchner que no termine en dos o tres peronismos sino en uno, donde el ala institucional y la movimientista confluyan en un tronco común que las amalgame. El peronismo busca su destino desde la muerte de Perón, quizá las derrotas lo ayuden a encontrarlo más que los triunfos. Otra paradoja: en ese caso el modelo económico no sería antimercado ni asustaría a los inversores.

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