El show de Milei en el Luna Park: la vuelta a la fórmula de la campaña para estimular a las bases en un momento político clave

El show de Milei en el Luna Park: la vuelta a la fórmula de la campaña para estimular a las bases en un momento político clave

El Presidente renovó el perfil de estrella de rock en una apelación a su público-electorado en medio de las dificultades para encontrar acuerdos que le faciliten llevar a cabo su plan de gobierno, con el ajuste en marcha y la sensación en LLA de que el apoyo popular puede mermar en cualquier momento por la crisis

Por Brenda Struminger

Entre luces parpadeantes, en el inicio de su discurso post-show, Javier Milei les dijo anoche a los miles de jóvenes que los escuchaban en el Luna Park que había preparado ese pseudo recital por la presentación de su libro porque tenía ganas de cantar. Evitó admitir que, más que por diversión, ordenó semejante despliegue para evidenciar que, a pesar de la falta de apoyo político y las dificultades para lograr acuerdos, la adhesión de la opinión pública a su figura y a su proyecto está intacta.

Horas antes de que empezara la puesta en escena, un importante referente del círculo presidencial señaló que el porcentaje de imagen positiva sobre Milei ronda entre el 55 al 58, y que en el promedio está en alza. Y en su entorno se cansaron de remarcar durante los días previos que sería un acto “popular”. En privado, incluso se lanzaron a asegurar que La Libertad Avanza se está transformando en “el nuevo peronismo”. “Nadie puede negar que su apoyo está en las clases populares”, decían en la Casa Rosada. Anoche, entre bombos y cánticos en una de las esquinas del emblemático estadio de Corrientes y Bouchard, un armador se jactó de haber llevado a 4000 militantes. Y un funcionario, bien abrigado frente a uno de los ingresos a las plateas, agregó: “Lo calientes que están los kirchneristas, no soportan ver que hay otra fuerza tanto o más popular que la de ellos”.

Otros preferían no referirse a la organización del evento en esos términos, que les suenan a “casta”, y decían creer que todos se habían presentado espontáneamente. Probablemente hayan participado miembros de las dos especies. Pero el estadio, lejos de lo que dejaron trascender desde la Casa Rosada una hora después de la apertura de puertas, no se llenó a tope, y, si bien estalló en algarabía con el show musical, se empezó a vaciar pasadas las 23, cuando Milei aún hablaba con Adorni y el diputado José Luis Espert en el “living” que habían montado en el escenario para la charla del final del show, sobre economía y política.

Más allá de la convocatoria, Milei se esmeró en evidenciar ante sus adherentes, tanto los más fieles como a los dudosos, de que no duda de su rumbo a pesar de los tropiezos de los primeros meses de gestión, en un momento político que un importante miembro de La Libertad Avanza calificó como “crítico”. “Es importante mostrar que estamos más fuertes que nunca”, dijeron cerca de la puerta 7, por donde tenían que ingresar los participantes VIP que se ubicarían en primera fila: la hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; su ladera, la legisladora porteña Pilar Ramírez y Adorni; los armadores de la Ciudad, Juan Pablo Scalese, y de la provincia, Sebastián Pareja -el único que ordenó llevar globos con su nombre al campo- y los ministros del Gabinete.

El legislador Ramiro Marra, detestado por Karina, no pudo entrar. Tampoco estuvo Santiago Caputo, el principal colaborador del Presidente: prefería verlo por TV para apreciar mejor el impacto. Y no estaba claro si fue de la partida el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, a quien nadie vio a pesar de que en la Jefatura de Gabinete decían que tenía planeado “pasar a saludar”. Su desinterés en la política y, especialmente, en este tipo de congregaciones, volvió a ponerse en evidencia, pero su ausencia añadió un plus de suspicacia a las versiones, cada vez más extendidas, de que está distanciado del Presidente y que Karina quiere reemplazarlo por su asesor, Eduardo “Lule” Menem.

En público, cerca de Milei repetían como fórmula para cualquier pregunta política que el acto era “solamente” la presentación de su treceavo libro. Pero, en voz baja, admitían que el jefe de Estado aprovechó el rechazo de las autoridades de la Fundación El Libro para sacar pecho días después de que se marchitara por adelantado el 25 de Mayo, que cae este sábado y en lugar de un gran acuerdo nacional, será un acto partidario más.

Más allá de la serie de innovaciones en la puesta en escena, organizada por Karina Milei, donde el jefe de Estado se mostró más que nunca como estrella de rock, en realidad el evento volvió sobre la idea fuerza de los libertarios durante la campaña: que Milei es distinto de “la casta”, y que sólo necesita del apoyo popular para gobernar. Una teoría repetida hasta el hartazgo el año pasado pero que en la práctica no se aplica desde que el kirchnerismo, como los partidos aliados, o dialoguistas, en distinta medida, le marcaron límites fuertes en el Congreso, y entorpecieron su capacidad para mostrar que tiene gobernabilidad.

En el oficialismo nadie niega que la demora en la Ley Bases, más allá de la fecha del Pacto de Mayo, fue un revés fuerte. Al punto de que anoche, un asesor cercano deslizaba que el Presidente, harto, no descarta volver a retirar la ley. Sería el peor final para el ministro del Interior y principal encargado de las negociaciones con los gobernadores, Guillermo Francos, que no dejó de militar nunca ese proyecto.

El acto fue muy similar a los que encabezó el año pasado en el Movistar Arena y a su primer Luna, en 2021. Arengado por sus seguidores, Milei apeló a las fórmulas habituales: festejó chistes contra el feminismo y contra los “zurdos” en general; acordó con que Cristina Kirchner debería ir presa. Lo festejó también su vocero, Adorni, que, antes de ironizar contra el periodismo, lo presentó nada menos que como “el máximo exponente de la libertad en el mundo, el presidente con mejor imagen de América Latina y el exterminador de curros y operetas”.

Más allá de las razones despreocupadas que esgrimió Milei para explicar semejante “festejo” en pleno ajuste (así lo calificó él mismo, micrófono en mano), sobre la medianoche, deslizó un pedido para sus militantes: “La batalla cultural hay que darla en todos lados, en las escuelas, en las universidades. No la pueden dejar de dar porque sino, los zurdos nos van a llevar puestos. Es la única forma de defender las ideas de la libertad”, dijo al final de la velada ante un público que se había reducido sensiblemente en el último tramo del extenso y cargado mitin político.

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