Una ruta social para el plástico

Una ruta social para el plástico

Una iniciativa surgida en La Rioja y desarrollada en Cataluña quiere incentivar el reciclaje a la vez que convertir en ayuda social el uso del contenedor amarillo colaborando con proyectos de reforestación o con un banco de alimentos.

Hay dos cosas que hace, prácticamente, todo el mundo: generar basura y tener un móvil. Con una dosis de audacia, el punto de encuentro entre ambas podría ser un código QR. Y el resultado de su unión varía de una cesta de un banco de alimentos para una familia a la replantación de los árboles de un pueblo. Esa combinación de reciclaje y tecnología es la base del proyecto Reciclos, que utiliza la digitalización para fomentar la separación de residuos. Además, acerca la práctica a los ciudadanos y premia el reciclaje. “Buscamos ofrecer estímu­los para reforzar el hábito de separar envases y además generar un impacto social o medioambiental positivo”, explican desde Ecoembes, impulsora del proyecto.

A Emma Durán, de 42 años, le salió este anuncio en redes sociales: “Obtén regalos por tu reciclaje”. Entró en una web, se registró con su dirección de correo electrónico y desde entonces empezó a escanear con el móvil los códigos de barras de los envases de plástico que generaba. Al ir a tirar la basura, escaneaba también el código que aparece en el contenedor amarillo. “Ese es el proceso, no tiene más. La basura la tienes que tirar igualmente”, resume. Cada envase reciclado se convierte en reciclos, una moneda de cambio que también da nombre al sistema, que se acumulan en una cesta virtual. Esos reciclos son la puerta de entrada a distintos sorteos.

Lo que para Durán es pulsar un par de veces en una pantalla a cambio de premios, en realidad es el broche que cierra un proceso de economía circular. El que ha hecho posible, entre otras cosas, que unas botellas de plástico se conviertan en la comida que recibe una de las familias que acude al banco de alimentos de Sant Boi de Llobregat. Este municipio de Barcelona es el escenario, junto con Granollers e Igualada, donde aterrizó en 2019 el proyecto de TheCircularLab, un centro de innovación especializado en economía circular con sede en Logroño. Aunque su sede se encuentra en La Rioja, donde nació, Cataluña es el principal territorio donde está implantado el proyecto: 27 de los 43 municipios en los que hoy funciona Reciclos son catalanes. En 2019, representantes de la Generalitat visitaron el laboratorio y apostaron por sus ideas. El programa prendió en el territorio.

Durante los últimos dos años, los envases reciclados en Sant Boi han mutado en: juguetes para niños sin recursos o, durante los peores meses de pandemia, en mascarillas y EPI que protegieron a los sanitarios del Colegio de Médicos de Barcelona y de la ONG Médicos sin Fronteras. Por su parte, las botellas de agua que Durán se llevaba —y se lleva— cada mañana al banco donde trabaja tuvieron otro destino. Cayeron en forma de garbanzos, leche o pañales en las cestas preparadas por Basilio Carbonero, el voluntario más veterano de la Botiga d’Aliments Solidaris (a la que se donaron 2.000 euros el año pasado gracias al programa). Con 82 años, Carbonero acude cada mañana a colocar los alimentos y ordenar con paciencia los botes de legumbres de las estanterías, en un local a unas pocas calles de la casa de Emma Durán.

“Este tipo de iniciativas tienen que despertar un mínimo de interés en la gente”, explica José Luis Gordón, técnico responsable de residuos en Sant Boi. En su localidad, para implantar Reciclos se apoyaron en los representantes de cada uno de los cuatro distritos de la ciudad, que actúan de vínculo entre los vecinos y el Ayuntamiento. “La intención es que sumen a todos los ciudadanos; que los incentivos para reciclar sean globales”, añade Gordón.

La elección de este lugar para desarrollar el proyecto no fue casual. La ciudad es el buque insignia del laboratorio de Ecoembes —la entidad encargada de recoger los residuos de contenedores amarillos y azules para su posterior tratamiento—. El título rinde honores al compromiso con el medio ambiente de esta ciudad de 80.000 habitantes. Una relación favorecida por las condiciones de la zona. El 60% de su superficie es entorno natural o agrícola debido en gran parte al pulmón verde del que disponen, la zona montañosa donde se encuentra la ermita de Sant Ramon.

El otoño de 2016 fue la fecha clave. La de la “revolución”, como lo llama Gordón. Fue entonces cuando se realizó una reconversión total del sistema de basuras, que contó con una inversión de más de cuatro millones de euros. Así, se sustituyeron todos los contenedores, que estaban anticuados: se repusieron los 1.800 y se homogenizó su diseño. La flota de camiones se pasó al gas natural comprimido. También incorporaron todas las fracciones: orgánico (marrón), envases (amarillo), papel y cartón (azul), vidrio (verde) y restos (gris). “Esto incentiva al ciudadano. Como tiene que bajar a tirar la basura, por el mismo esfuerzo recicla”, apunta Josep Escarrà, jefe de las unidades de Medio Urbano y Sostenibilidad de Sant Boi. Una inversión que tuvo su resultado: tras la “revolución” el reciclaje de las familias de Sant Boi aumentó un 11%. Todo un éxito.

Con ese plan también llegó Reciclos aunque lo hizo de manera parcial. Al ser aún proyecto piloto, empezó primero en dos barrios de la localidad (Molí Nou y Marianao). La implicación de sus vecinos hizo que fuese un éxito y que se extendiera a todo el municipio. Ahora los 315 contenedores de envases de plástico de Sant Boi tienen su código QR. “Desde entonces, los proyectos piloto, los avances y los cambios los hacemos siempre en Sant Boi. Son un Ayuntamiento y una población muy comprometidos con el medio ambiente”, explica Zacarías Torbado, coordinador de TheCircularLab. La localidad a orillas del Llobregat es la única ciudad de España que ha recibido en dos ocasiones el Premio Ciudad Sostenible, otorgado por Fundació Fòrum Ambiental, en los años 2002 y 2017.

Balaguer, una pequeña localidad de Lleida, se postuló como una de las primeras candidatas a acoger el proyecto tras el éxito de los pilotos. Un mes después de arrancar llegó la pandemia. La implantación de Reciclos se retomó en septiembre de 2020 con un objetivo: volver a plantar dos plataneros que decoraban la plaza del Ayuntamiento y que tuvieron que ser talados porque estaban enfermos y podían colapsar. Xavier Castellà, concejal de Medio Ambiente, Sostenibilidad y Salud, admite que al principio no estaba seguro de si sumarían los suficientes puntos (reciclos) como para financiar los plataneros. “En abril el número de usuarios registrados creció casi un 30%”, resume el edil. El pueblo consiguió los reciclos suficientes para traer al pueblo los dos ejemplares de árboles que llevaban años esperando. “Queríamos devolver a la plaza su esencia”, añade Castellà, “es emblemática, un lugar muy querido”. “Era el momento para comprarlos y plantarlos”, agrega. Así fue. El pasado mayo la A las ocho de la mañana de un viernes de mayo, la plaza amanecía esperando la llegada del primer árbol.

En verano de 2020, el proyecto se extendió a otros municipios de Cataluña así como a otras regiones. Actualmente, el sistema de reciclaje con recompensa está en todas las comunidades autónomas, en algunos casos solo en algún municipio: la última en entrar Aranda de Duero, en Castilla y León. En España hay 14.648 contenedores amarillos vinculados a Reciclos, llegando a más de 3,2 millones de ciudadanos. Reciclos funciona con latas y botellas de bebidas. Envases como los tetrabriks no se incluyen en el sistema. Aún. “La tecnología lo permite, pero nuestra prioridad ahora es afianzar la circularidad de los envases de las bebidas, que son los más habituales, y cumplir con los plazos de aumento fijados por las directivas europeas”, dice Torbado, el coordinador del centro de innovación TheCircularLab. “Para 2029, el objetivo de recogida a nivel europeo es del 90% de los envases de bebida”, agrega.

En España hay 14.648 contenedores vinculados a Reciclos y ya llega a más de tres millones de personas. El sistema está presente en algunos puntos de todas las comunidades

“Me di de alta porque estaba relacionado con el reciclaje, que es algo que hago desde hace años. No me cuesta, no me hace perder tiempo, no me desvía de mi rutina. Tengo que tirar la basura, reciclo y esto es una parte más. Además, consigo puntos con los que puedo ganar algo”, resume la vecina de Sant Boi Emma Durán. Ella se llevó una tarjeta de 100 euros para invertir en comercio local en un sorteo de Reciclos. Los premios de estos sorteos siempre están ligados con la sostenibilidad: bicicletas eléctricas, productos de proximidad o tarjetas de transporte público han sido otras recompensas repartidas entre los vecinos de Sant Boi. A Pilar Gorjón, de 64 años, le tocó una cesta de quesos. “Me apunto mi hija hace unos cuatro meses”, reconoce esta monitora de discapacitados y vecina de Sant Boi. “Pero llevo reciclando toda la vida”, continúa, “lo reciclo todo: cartón, plásticos…”. Para los impulsores de Reciclos el sistema es “una buena manera de atraer más ciudadanos al reciclaje estimulándoles con premios”: “La idea es extender el hábito”.

 

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