Fue al margen del G-20, para disipar la tensión que provocó el caso
El encuentro fue confirmado por voceros de la Casa Blanca, aunque ni los estadounidenses ni los brasileños quisieron revelar detalles de lo conversado. La reunión se produjo después de que Rousseff diera órdenes de suspender el envío de un equipo de avanzada para preparar su visita de Estado a Washington, programada para fines de octubre.
La jefa de Estado brasileña estaba "indignada e irritada" por la divulgación, a principios de esta semana, de documentos secretos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que revelaron que sus comunicaciones habían sido blanco del espionaje estadounidense, al igual que las del presidente de México, Enrique Peña Nieto, cuando era candidato.
"Entendemos lo importante que es esto para los brasileños. Entendemos el fuerte sentimiento sobre el asunto. Estamos concentrándonos en asegurar que los brasileños entiendan exactamente cuál es la naturaleza de nuestro esfuerzo de inteligencia", había señalado -antes de la reunión entre Rousseff y Obama- el asesor adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes.
Ya por la mañana, Obama había hablado sobre el asunto por teléfono con Peña Nieto. Pero al comenzar los encuentros del G-20, el gobierno brasileño informó sobre la suspensión del equipo de avanzada para preparar el viaje de Rousseff, lo que fue entendido como un indicador de que el viaje podría ser cancelado, aunque hasta anoche no hubo confirmación.
Para la Casa Blanca, más allá de la visita, lo que preocupa es que el escándalo haga peligrar la eventual compra brasileña de 36 cazabombarderos F/A-18 estadounidenses, un multimillonario negocio por el que Estados Unidos compite con Francia y Rusia.
La delegación brasileña resaltó su malestar por el tema del espionaje durante una reunión que mantuvo dentro del marco de los Brics (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), que emitieron un comunicado de condena a estas operaciones.
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