Quién se queda con el grueso de las ganancias del campo

Quién se queda con el grueso de las ganancias del campo

Los costos de arrendamiento se comen más de la mitad de los márgenes de rentabilidad del productor. La relación empeora por el alza de precios internacionales de los granos.

Mientras la oposición monta un show de tractores de antaño para mostrar un campo que supuestamente no levanta cabeza por el peso de los impuestos, un puñado de terratenientes, dueño de buena parte de las áreas cultivables de este país, más que duplicó sus ingresos medidos en dólares en apenas dos años. Hoy, los ingresos por arrendamiento superan ampliamente los márgenes por hectárea de los productores que tienen que alquilar la tierra para trabajarla. Entre marzo de este año e igual mes del 2020, el costo de arrendamiento por hectárea se disparó 135 por ciento, pasando de 204 a 480 dólares. Esto se debe a que los alquileres están pautados en quintales de soja y la suba de las materias primas impactó de lleno en los arrendamientos. 

El uso de la denominación "campo" para englobar las distintas y muy disímiles realidades de la producción agropecuaria es una batalla cultural que se intenta imponer para velar las inequidades que existen tranqueras adentro. Incluso dentro de los mismos complejos productivos, las diferencias son abismales. No es lo mismo quien cultiva soja en campo propio que quien lo tiene que alquilar. Incluso, hay una trampa de precios que perjudica al pequeño productor y beneficia a los dueños de las tierras. Cuando hay una mala cosecha, suben los precios internacionales por una menor oferta global. Como los alquileres están pautados en precio por quintal de soja, los arrendamientos también se encarecen. Esto a los productores lo perjudica más que el mayor ingreso por precios internacionales ante una oferta acotada que no llega a compensar el incremento en los costos.   

"Es un tema muy complejo. El 50 por ciento o más se hace a través del arriendo. Por eso es injusto cuando se habla de productores agropecuario como terratenientes. El alquiler de los campos amerita una discusión más profunda en el marco de un tratamiento tributario. Hay que ver cómo manejar la cuestión del arrendamiento y la rentabilidad de los productores y los dueños de la tierra", aseguró en declaraciones a El Destape Radio el CEO de Syngenta, Antonio Aracre.  

Entre el 50 y el 60 por ciento de la producción de los principales cultivos en el país se hace bajo algún esquema de arrendamiento. Por su parte, existe un mercado de arrendamiento de tierras que se aproxima a los 18 millones de hectáreas. La siembra de los principales cultivos del agro argentino (trigo, cebada, girasol, maíz, soja y sorgo) se ubica en torno a los 36,6 millones de hectáreas. Según el Registro Nacional de Tierras Rurales, en la Argentina existen 267 millones de hectáreas rurales con posibilidad de explotación agropecuaria, ganadera, vitivinícola o minera, de las cuales, un 6 por ciento está en manos de extranjeros que cobran en dólares y se la llevan afuera. 

Las ganancias se van en alquiler

A partir de la pandemia, a la que se sumó la guerra en Ucrania, los precios de las materias primas se dispararon a valores récord, lo que implicó una mejora general en los márgenes agropecuarios. Pero, en simultáneo, el aumento de precios también generó que los arrendamientos se encarecieran. "Los propietarios pidieron entre 1 y 2 quintales de soja más que el precio habitual", destacó un informe de la Bolsa de Cereales de Rosario. Si bien existen diferencias de precios por productividad del terreno y la rotación de los cultivos, los valores medidos en quintales (100 kilos) de soja como referencia para los alquileres, se disparó 135 por ciento en dólares. De acuerdo información provista por el Ministerio de Agricultura, el costo de arrendamiento pasó de promediar los 204 dólares la hectárea --con máximos de 306 dólares para cultivos con rotación entre trigo/soja-- en el inicio de la pandemia a ubicarse en 480 en promedio el mes pasado.

Estos costos, incluso en términos absolutos, es mayor que lo obtenido como margen neto para los principales cultivos. En el caso del maíz, el margen neto de arrendamiento, se ubicó en 428 dólares por hectárea, mientras que para la soja "de primera" se posicionó en 235 dólares. De hecho, para el trigo lo llevó a terreno negativo si no eran dueños de la tierra, a 91 dólares la hectárea, de acuerdo con la información provista por la cartera que conduce Julián Domínguez.

La Bolsa de Cereales de Córdoba estimó el arrendamiento agrícola promedio en la provincia, principal polo productivo agropecuario, para la campaña 2021/22 en 11,5 quintales de soja por hectárea, equivalentes, según el precio de la oleaginosa, entre 370 y 417 dólares. "El informe destaca que, en quintales, "el valor estimado para el alquiler de tierras en la campaña 2021/22 es el más elevado de los últimos diez años". Es decir, no solo subieron por el precio de la soja sino que lo subieron en valor de referencia (quintales). 

Existen otros tipos de contratos de arrendamiento, como en el sector tambero, donde se pacta en litros de leche por hectárea, o siembras asociativas entre las partes. Sin embargo, la más utilizada para la campaña 2021/22 es la de quintales fijos por hectárea. De esta manera, el dueño de la tierra no arriesga absolutamente nada, recayendo en el productor que alquila el peso de la incertidumbre climática y económica. A modo de ejemplo, en Córdoba, el 51 por ciento de las parcelas se arriendan; un porcentaje que asciende al 55 por ciento si no se consideran las sierras provinciales. El departamento con mayor cantidad de parcelas arrendadas es General San Martín, con un 69 por ciento.

Suele afirmarse que los cambios impositivos modifican las decisiones de cultivos. Una parte es así y esa herramienta contribuye a evitar un giro al monocultivo. Sin embargo, el principal componente está dado por los precios internacionales y su impacto en los arrendamientos. Es así que el hecho de que el maíz se encarezca más que la soja y que la productividad del primero haya superado a la oleaginosa, vuelve más rentable al cereal. De acuerdo con los precios relevados por la Bolsa rosarina, el precio de la soja se ubicó este año un 20 por ciento por encima del registrado en la campaña 2014/15, mientras que el maíz y el girasol un 41 y 38 por ciento respectivamente. "Esta modificación en los precios relativos provocó que la soja perdiera competitividad entre los distintos planteos", destaca la BCR. 

"En la cosecha 2020/21, los precios a cosecha en Argentina aumentaron en relación a la campaña previa, ubicándose como los máximos registros de las últimas ocho campañas", de acuerdo al informe de la entidad bursátil. "A nivel nacional los márgenes brutos de la campaña gruesa 2021/22 se ubicarían por encima de los de la campaña previa. El aumento de los precios y de los rendimientos superaría el incremento de los costos", agregó en otro adición del mismo informe. Sin embargo, esta mejora es captada por quienes son dueños de la tierra, los mismos que aseguran defender los intereses del pequeño productor agobiado por impuestos.

Los principales pooles de siembra, un puñado de 15 grupos, detentan un estimado de 1,6 millones de hectáreas, con superficies promedio superiores a las 100 mil hectáreas en cada caso. Estos pooles explotan sus propios terrenos y absorben todo el beneficio inesperado de la suba en las materias primas. También son lo que movilizan la industria de maquinaria agrícola de última generación --según Registros Nacionales de la Propiedad Automotor, se venden entre 400 y 500 unidades mensuales--, mientras ponen a disposición de una marcha política tractores viejos. El objetivo de este sector siempre es evitar que se metan con sus ganancias extraordinarias.

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