Al margen del resultado de las generales, el Presidente tiene en mente nuevas figuras para recuperar su gestión y abrirse paso hacia 2023. Es también un reclamo del ala K, que sin embargo se contuvo para no desfigurar el liderazgo presidencial.
El relanzamiento del Gobierno el pasado lunes, a partir de la jura de siete nuevos funcionarios, contando entre ellos al flamante jefe de gabinete, Juan Manzur, calmó las turbulentas aguas que bañan los canales de intercomunicación de las fuerzas que integran el Frente de Todos, satisfechos de dar por superada, de esta manera, la furibunda crisis interna -e institucional- que despertó la renuencia del presidente Alberto Fernández a aceptar que la derrota en las PASO era una bofetada a su gestión, y que era necesario "entregar" parte del equipo e introducir nuevas figuras.
Pero los hombres -no hubo una sola mujer- que resultaron consensuados entre el presidente y su vice, Cristina Kirchner, al cabo de una larga conversación telefónica que se sucedió el viernes 17 por la noche, para la que mediaron diversos interlocutores que prendían velas con tal de lograr una reconciliación en el binomio Fernández-Fernández, no son los únicos... ni serán los últimos en sumarse al gabinete nacional. Y es que el fracaso rotundo en las elecciones primarias forzó a una evaluación más cruda y un golpe de timón, que anticipa el desplazamiento de otros "funcionarios que no funcian", al decir de CFK.
"El Frente de Todos se puede permitir una derrota en 2021 -razonaba un dirigente esta semana. Lo que no puede es permitirse una derrota en 2023". Por ello, el Presidente ya se prepara para despedir a otros ministros que resistieron la primera razzia electoral. En parte es una decisión suya. Y en parte, una resignación al equilibrio interno de fuerzas con el kirchnerismo.
Antes que las urnas hablaran -y lo mal que lo hicieron respecto de la gestión- Fernández ya tenía previsto introducir cambios en su equipo más próximo, pero los demoraría hasta diciembre. Pero el jefe de Estado se reservaba los nombres apuntados. "No quiere pincharlos y que queden vacíos de poder para los meses que quedan por delante", es la explicación que esbozan quienes discutieron prematuramente el magro desempeño del Ejecutivo albertista.
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Sin embargo, el resultado preliminar de una elección que el jefe de Estado se puso desde el primer día al hombre y que ante propios y extraños siente como una "revancha" al cabo de medio mandato marcado por la pandemia de Covid-19 indicó a las claras que la estrategia seguida fue, cuando menos incorrecta. De allí que su exjefe de gabinete, Santiago Cafiero, ahora reconvertido en canciller, haya cedido la representación del Ejecutivo nacional en la mesa chica. Y de allí, también, que se le forzara a poner nuevas figuras, de origen peronista y "con el cuero duro" al frente de la gestión diaria.
La "purga", anticipan cerca de la vicepresidenta, continuará. Pero solo que buscó dársele un respiro al Presidente, herido en su orgullo. Las negociaciones que desembocaron en el recambio del gabinete apuntaban a ser más profundas. Pero enseguida se aplicó un freno de mano para no desfigurar el plantel. La segunda etapa continuará en noviembre, auguran.
"Acá se terminó esta etapa del frepasismo", dicen sin preámbulos quienes comparan los variopintos orígenes de los socios del Frente de Todos con aquella aventura noventista de Carlos "Chaco" Álvarez y Graciela Fernández Meijide. "Ahora necesitamos a los gestionadores (sic)", se explayaba otra fuente.
Manzur convocó ni bien asumió a una reunión plenaria del gabinete, y pidió más gestión.
PREPARADOS... APUNTEN
Basándose en una gestión insípida o un escaso aporte para la construcción y/o ampliación del espacio, son varios los ministros sobre los que está puesta la lupa. Incluso Manzur ya pidió esta semana que, a más tardar en dos semanas, cada uno presente planes de gestión hacia adelante.
En los que están en la mira aparecen el titular de Turismo y Deportes, Matías Lammens; el encargado de Ambiente, Juan Cabandié, y el responsable de Cultura, Tristán Bauer.
Lammens, excandidato a jefe de gobierno porteño, perdió pisada en la antesala electoral al no lograr que ningún referente de su entorno se introdujera en las listas. El expresidente de San Lorenzo, muy cercano al presidente, ha tenido cortocircuitos con otras figuras de su cartera.
Cabandié, en tanto, figura entre aquellos representantes de La Cámpora en el Gobierno que dieron volúmen a la renuncia en masa que precipitó otras salidas, pero cuyo aporte a la coalición está cuestionado. Tanto es así que el Presidente, que ha hecho propia la bandera ambiental y ejerce una fuerte impronta al respecto en la arena internacional, pocas veces lo ha convidado para tratar esos temas.
De la misma manera, Bauer colaboró con la movida que limpió a otros funcionarios y queda, por tanto, pendiendo de un hilo. Diferente es el caso del titular de Interior, Eduardo "Wado" De Pedro, el primero en accionar la palanca, que es de la estima del mandatario y es aprobado casi en forma unánime dentro del espacio. No obstante, algo se dañó en la semana posterior a las PASO entre él y el Presidente, que poco a poco va curando las heridas.
Sobre otro círculo de funcionarios también apuntan las críticas kirchneristas. Allí recae parte del gabinete económico: el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el titular de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. El catedrático de Columbia fue revalidado por Cristina, pero la libertad con que contesta a la críticas de la expresidenta asusta a parte de una dirigencia que no discute su liderazgo. En tanto, al economista del Grupo Callao le endilgan no tener una actitud más dura hacia el empresariado y jugar a media máquina para controlar los precios y la inflación.
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