Desde el Gobierno y el Palacio de Justicia desmintieron que hubiera renunciado. En abril había sufrido problemas cardíacos.
Por Natalia Aguiar
La salud de la integrante de la Corte Suprema Carmen Argibay Molina se transformó ayer en centro de las preocupaciones en el ámbito judicial.
Luego de haber sido intervenida en mayo de este año por una afección pulmonar, Argibay tuvo un episodio de “inestabilidad” en los últimos días, a lo que se suma la coyuntura de presiones cruzadas en torno al trámite que sigue el Poder Judicial por la Ley de Medios y el futuro del Grupo Clarín.
Argibay sufre de problemas cardíacos, por lo que en abril de este año se le realizó una angioplastia y cuando se encontraba en terapia intensiva por este episodio falleció su madre.
La situación la sometió a un estado emocional límite por la tristeza y el stress, ya que su madre, Ana Rosa Carlé, era su gran amiga y compañera. Murió rodeada de afectos, nietos y bisnietos a los 102 años.
“Se encuentra en perfecto estado de salud pero debe cuidarse de comer sano, el médico la obliga a hacer régimen, controla su dieta y tuvo que dejar el cigarrillo, pero si bien está viniendo dos o tres veces por semana a la Corte Suprema está al tanto de todo porque sus colaboradores van a su casa y le llevan toda la documentación”, afirmó una de sus secretarias y mano derecha.
Ayer circuló por un grupo de portales la supuesta renuncia de Argibay al máximo tribunal. Sin embargo, el alejamiento fue desmentido tanto por fuentes judiciales como gubernamentales.
Lo mismo refutaron las fuentes cercanas al ministro de Justicia Julio Alak, ante quien debería iniciarse el trámite de renuncia de un ministro del máximo tribunal. Carmen Argibay nació el 15 de julio de 1939, en el barrio de Belgrano; es la tercera hija entre siete hermanos, padre médico y madre pianista y profesora de inglés. Trabajó en la Corte Penal de la Haya, en el Tribunal para la ex Yugoslavia, y su trayectoria local como internacional incluye la participación como fundadora de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas. Vivió en carne propia la pérdida de la libertad en 1976, cuando tenía 36 años, en la Cárcel de Devoto, cuando fue encarcelada, en plena dictadura militar.
Atea, defensora del aborto y luchadora por los derechos humanos y las garantías que dignifican al ser humano, su voto en relación con la Ley de Medios ya puede predecirse en consideración a sus opiniones en su vasta jurisprudencia, por la libertad de elección, de comerciar, de transitar, de expresarse y de vivir en un Estado de derecho en el que las opiniones diversas engrandecen.
Este nuevo estado de situación en la actual coyuntura de la embestida del Gobierno contra la Ley de Medios coloca al máximo tribunal en una situación más que comprometida ante las presiones del Ejecutivo ya que Argibay Molina se encuentra muy delicada de salud y el ministro Carlos Fayt estaría analizando dar un paso al costado.
“Son jueces que no adherirán a la conculcación de derechos, garantías y libertades, y lo que estamos viviendo en estos momentos es una cuestión de caprichos del poder que no tolerarán”, interpretaron en diálogo con PERFIL fuentes de la Corte Suprema.
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