Política amarreta: por qué Macri se desentiende de la campaña de Bullrich y Santilli

Política amarreta: por qué Macri se desentiende de la campaña de Bullrich y Santilli

Las razones por las que ex presidente no bendijo a ninguno de sus antiguos compañeros de ruta. Su único apoyo: al ¡quinto! de la lista porteña, su secretario De Andreis.

 

Editor de Política, Información General y de la web de NOTICIAS. Autor de "El martirio" (Planeta).

 

Que Mauricio Macri tiene fama de amarrete lo saben todos. Por algo fue que Diego Maradona lo bautizó con lo de “Cartonero Báez” debido a su poca propensión a abrir la billetera en los tiempos que compartieron en Boca. Por algo quiso bajarle el sueldo al DT Carlos Bianchi después de haber ganado la Libertadores y la Copa Intercotinetal. O por algo, ya como presidente, se esforzó por darle aun más entidad a esa caricatura. En invierno, si hacía frío y el gas multiplicaba su precio, el “Cartonero” recomendaba no usarlo y tampoco “andar en remera y en patas”. En verano, cuando el calor se volvía insoportable, pedía que todos pongan el aire acondicionado en 24 grados, ni uno menos. Si la comida aumentaba demasiado, aconsejaba no comprarla para que los comerciantes recapacitaran. Tampoco quería que los argentinos usaran el auto si no estaban de acuerdo con las subas de la nafta porque la bicicleta, en definitiva, era más sana y contaminaba menos. Además, sostenía que habría que trabajar los sábados y domingos.

 FRANCO LINDNER

Para el “Cartonero” amarrete, se podía vivir perfectamente sin gas, nafta, aire acondicionado o primeras marcas del supermercado, y sobre todo trabajando siete días a la semana (nada muy distinto al discurso de hoy).

En lo político, Macri es lo mismo: tampoco le regala nada a nadie. La confirmación de esa tacañería proverbial la acaban de tener dos ex compañeros de ruta suyos, los cabeza de lista en las boletas libertarias de la Ciudad y la Provincia, Patricia Bullrich y Diego Santilli. Provenientes del PRO, pero hoy pintados de violeta, ambos esperaban aunque fuera un mínimo gesto de su ex patrón para las elecciones del domingo. Algo, una bendición, un guiño, una muestra de apoyo por pequeña que fuera. Pero no: no hubo nada. Cero. Pura indiferencia.

Horas atrás, Macri dijo lo único que tenía para decir sobre los candidatos de la alianza que selló con La Libertad Avanza en estas elecciones. Esto escribió en su cuenta de X: “Mi voto es para Fernando de Andreis, será un gran diputado del PRO”. Y cuando todos esperaban que hiciera extensivo el respaldo a otros, siguió hablando de su único favorito: “Conozco a Fernando desde que era chico. Nació a la política conmigo, aun antes de fundar el PRO. Muy joven fue legislador y después me acompañó como secretario general de la Presidencia”. Fin.

De Andreis ocupa el ¡quinto lugar! en la boleta porteña de candidatos a diputado de la alianza entre violetas y amarillos, y es, además, una suerte de asistente todoterreno de Mauricio. Nadie más obtuvo su bendición. Y eso que Santilli y Bullrich tienen un largo recorrido junto al ex presidente, desde hace años y años, y que la segunda incluso fue su candidata en la interna amarilla en la que Macri jugó contra Horacio Rodríguez Larreta (otro que podría hablar largo y tendido sobre la mezquindad de su ex jefe).

Pero hay algo más. Cuando los libertarios, teniendo en cuenta que habían firmado una alianza con él, le pidieron a Macri que se integre a la campaña y que ponga la cara, el ingeniero les contestó que debía viajar por Europa por sus obligaciones con la Fundación FIFA, impostergables. Un ex presidente prescindente.

En realidad, lo que intenta con su calculada frialdad es despegarse de Milei si lo que sobreviene es una derrota humillante. Busca preservarse: amarretismo en estado puro.

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