El petróleo, la otra gran batalla que enfrenta a Caracas y Washington

El petróleo, la otra gran batalla que enfrenta a Caracas y Washington

EE.UU. compra el 40% del crudo venezolano, pero no depende de esa importación; el lobby norteamericano no quiere un embargo 

Esta semana, el presidente Nicolás Maduro fanfarroneó en una entrevista televisiva con que si Estados Unidos dejara de comprar petróleo venezolano como parte de las sanciones económicas lo venderían "a cualquier lugar del mundo [...] que lo quiera comprar".

¿Es así de sencillo colocar el oro negro venezolano en un mercado? ¿Qué efecto tendría en la economía caribeña y también en la industria norteamericana un eventual embargo petrolero de Estados Unidos? ¿Puede ser ese un golpe mortal para los petrodólares que han sostenido históricamente al chavismo?

Mientras la batalla política y diplomática entre Caracas y Washington aumentó su tensión esta semana, el telón de fondo sigue siendo la lucha entre el país que alberga las mayores reservas de crudo y quien hoy es el principal productor mundial.

El año pasado, Venezuela exportó 1245 millones de barriles por día, su nivel más bajo desde 1990. De ese total, 500.000 barriles diarios fueron a Estados Unidos, menos de la mitad. La mayoría de las importaciones norteamericanas de crudo llegaron de Canadá y Arabia Saudita.

 

 

Pero mientras los venezolanos duplicaron su dependencia de las exportaciones a Estados Unidos (del 20% en 1997 al 40% actual respecto del total de exportaciones petroleras), los norteamericanos disminuyeron su dependencia del 17% al 13% sobre el total de importaciones y además aumentaron su propia producción. Estados Unidos, que a comienzos de siglo importaba tanto petróleo como el que elaboraba, hoy produce 13 millones de barriles diarios, más que Rusia y que Arabia Saudita, y sus importaciones totales de crudo rondan los cuatro millones.

La pregunta entonces sobre la bravuconada de Maduro: ¿cualquier otro país del mundo compraría petróleo venezolano?

"La respuesta a esa pregunta cambió en esta semana", explicó a LA NACION en diálogo telefónico Julián Cárdenas García, profesor de la Houston University, en el corazón petrolero norteamericano. "Maduro primero debe encontrar un país que haya reconocido a su gobierno, y ahí la lista ya se achica notablemente. ¿Rusia está en condiciones económicas de comprar 500.000 barriles diarios y pagarlos en efectivo como lo hace Estados Unidos? Por el lado de China, Pekín sabe que sus propias inversiones en Venezuela están al borde del colapso. Y que su socio, la petrolera estatal Pdvsa, tiene enormes pasivos. Entonces no está claro hasta dónde llegará el apoyo chino a Maduro".

De todas maneras, aunque es Venezuela quien saldría perdedor en un eventual embargo norteamericano, Cárdenas García destacó la enorme influencia que ejerce sobre el gobierno del republicano Donald Trump el lobby petrolero estadounidense, que trabaja con el crudo venezolano importado, tiene amplias refinerías e inversiones en el país sudamericano y prefiere un statu quo.

Otros expertos coinciden en la importancia de Venezuela para la industria petrolera norteamericana. "El petróleo venezolano es esencial para la producción de diésel en los Estados Unidos", dijo John Kilduff, de Again Capital, al diario The Washington Post.

"Y dada la sensibilidad de Trump al aumento de los precios del petróleo, yo creo que va a evitar las sanciones a Venezuela. Está jugando con fuego. Nos estaríamos disparando en el pie", agregó Kilduff

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