Otra exagente de la AFI confirmó el desembarco de los espías en el Posadas

Otra exagente de la AFI confirmó el desembarco de los espías en el Posadas

Mercedes Funes Silva ratificó ante la Bicameral de Inteligencia que fue enviada al policlínico con los Súper Mario Bros. Asistían los días de paro o cuando estaba Gendarmería. Para quienes transitan los pasillos del hospital nacional, la presencia de los servicios de inteligencia remite a los años 70: cuando se armaron listas negras bajo la presencia de unos hombres que se presentaban como abogados del Ministerio de Acción Social pero, según los rumores, eran agentes de la SIDE.

Otra exagente confirmó que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) desembarcó en el Hospital Posadas a poco de que Mauricio Macri asumiera en la Casa Rosada. En una declaración relativamente breve ante la Comisión Bicameral de Inteligencia, Mercedes Funes Silva ratificó que fue enviada al policlínico junto con los Súper Mario Bros Leandro Araque y Jorge Sáez, quienes ya habían dicho que habían espiado a los sindicatos por pedido de las autoridades de la exSIDE. La novedad es que Funes Silva también involucró a la hija del “Turco” Sáez en las tareas de inteligencia.

Funes Silva es una de las policías de la Ciudad que pasaron a la AFI en comisión durante el gobierno de Cambiemos. A ella y a Araque los llevó Sáez después de que lo reclutara Diego Dalmau Pereyra cuando escaló hasta la dirección operacional de Contrainteligencia. Una de las primeras tareas que le dieron al trío fue ir al Hospital Posadas.

Según la exagente, los convocaron a partir de que una silla de ruedas apareció encastrada dentro de un tomógrafo, un hecho que se presentó en los medios de comunicación como un acto de sabotaje contra la intervención macrista en el Hospital. El evento del tomógrafo sucedió a mediados de febrero de 2016. Sin embargo, hay evidencias de que la presencia de la AFI fue anterior y hay quienes incluso sugieren que el episodio podría estar relacionado con la mano –no tan invisible– de los servicios. En Tiempo Argentino, el periodista Néstor Espósito dio cuenta de que los partes de inteligencia existían, al menos, desde enero de ese año.

La exagente de la AFI comentó que investigaron el suceso del tomógrafo, pero lamentó que nunca pudieron llegar a una conclusión. También relató que generalmente asistían cuando había paros de médicos o cuando había una presencia importante de la Gendarmería. También mencionó que la Policía Federal (PFA) estaba apostada dentro del centro médico.

Ante la Bicameral, Funes Silva se preocupó por decir que no hicieron seguimientos de trabajadores y que, en todo caso, iban, caminaban y se depositaban en el lobby del Hospital. Según ella, hacían lo que en la jerga policial se conoce como el “blanquito”: hacer presencia, pero no escribir nada en los informes. “Nunca hicimos espionaje dentro del Posadas”, dijo –según pudo reconstruir Página/12.

A Funes Silva la convocaron a la Bicameral después de que Sáez la mencionara como quien hacía los partes de inteligencia desde el Posadas, algo que ella no confirmó aunque sí deslizó que su antiguo compañero no era muy entendido en las tareas de escritorio. Lo que quedó claro es que Funes Silva aprovechó para devolverle la gentileza de haberla involucrado en el caso: ante los integrantes de la Bicameral recordó que eran cuatro agentes de ese grupo que iban al Posadas. La cuarta era Belén Sáez, la hija del “Turco” que vivía a un par de cuadras del hospital.

En febrero del año pasado, el juez Juan Pablo Augé procesó a los cuatro exagentes en la causa de los Súper Mario Bros, que no incluía el espionaje en el Posadas. Las dos mujeres fueron después beneficiadas con una falta de mérito por la Cámara Federal porteña, cuando convalidó la teoría del cuentapropismo. Sáez y Araque siguen procesados.

La trama judicial

Lo sucedido en el Posadas tramita en otro expediente que está en manos de la jueza federal María Eugenia Capuchetti y del fiscal Carlos Stornelli. La causa se inició tras una denuncia de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud CICOP, que esta semana, además, pidió ser tenida como querellante. Los trabajadores denunciaron que en el policlínico funcionó un “sofisticado aparato represivo y de espionaje destinado a implementar un ajuste”.

El expediente tardó en tomar impulso. Inicialmente Capuchetti sostuvo que el accionar de la AFI en el Posadas debía investigarlo su colega Marcelo Martínez de Giorgi porque quedó acreditado que el auto que seguía a los trabajadores en marzo de 2016 era el mismo que vigilaba a Cristina Fernández de Kirchner en el Instituto Patria. Se trataba del Volkswagen NNV 682, que era empleado por el área de Contrainteligencia de la AFI. Ese vehículo aparentemente era usado por agentes orgánicos de la exSIDE.

En febrero pasado, la Cámara Federal –a través de su presidente, Mariano Llorens– entendió que Capuchetti debía continuar con la investigación. Sin embargo, en las últimas semanas empezaron a aparecer los Súper Mario Bros reconociendo que estuvieron en el Posadas. En esa línea, Stornelli le pidió a Capuchetti que le mande la causa a Martínez de Giorgi. Aún resta que la jueza se pronuncie.

Sáez dejó en claro que la orden de ir a husmear al hospital provino de Dalmau Pereyra. Según Sáez, Dalmau estaba preocupado en conseguir información rápido porque era un pedido de la cúpula de la AFI. Según publicó el diario La Nación, uno de los directores de la Agencia fue quien terció en la designación de Pablo Bertoldi Hepburn al frente del Posadas hacia fines de 2017. Ese nombramiento provocó la renuncia del viceministro de Salud, Eduardo Munin. Para los trabajadores, la llegada de Bertoldi Hepburn significó el desembarco definitivo de los servicios en el Posadas.

Para quienes transitan los pasillos del hospital nacional, la presencia de servicios de inteligencia los remite a los años ‘70: cuando se armaron las listas negras con los trabajadores que fueron detenidos ilegalmente tras una ocupación militar encabezada por Reynaldo Benito Bignone o cuando se montó un centro clandestino de detención, tortura y exterminio. Todo eso fue acompañado por la presencia de unos hombres que se presentaban como abogados del Ministerio de Acción Social, pero corría el rumor de que, en realidad, eran agentes de la SIDE.

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