Moreno, molesto, amenaza con abrir ya importaciones

Moreno, molesto, amenaza con abrir ya importaciones
El viernes vence congelamiento y aún no consiguió el compromiso de los super para que apoyen su continuidad
Guillermo Moreno no está en el mejor momento de su relación con las grandes cadenas de super e hipermercados. Por eso ayer fue claro: si no lo apoyan en su plan de continuar con los congelamientos de precios en los super e hipermercados, desempolvará una vieja amenaza de Cristina de Kirchner de marzo de este año y comenzará a abrir las importaciones en los productos de las principales multinacionales del país. Obviamente es una medida no consultada con el resto de los integrantes del equipo económico, especialmente con el Banco Central, donde intentan estrategias múltiples para no seguir perdiendo reservas. El secretario de Comercio Interior, que aún no tomó una decisión sobre si el viernes continúa o no el congelamiento de los 500 productos con que prometió controlar el alza de los precios al menos hasta las elecciones, y que se lo bautizó "Mirar para Cuidar"; quiso dar una señal de poder ante varios de sus principales contrincantes en su cruzada irregular contra la inflación. Habló personalmente en las últimas horas con varias de las principales empresas productoras de bienes de consumo masivo, que según sus números representan más del 60% de las ventas de los super e hipermercados; para advertirles que más allá de los incrementos que ya autorizó, no quiere el desguace de sus planes congeladores que viene aplicando, con suerte y eficacia desigual, desde enero pasado.

El principal argumento morenista de las últimas horas es hacer cumplir una amenaza de la propia Presidente del 21 de marzo pasado, donde aseguró que "yo sé que son inteligentes y entienden, pero si no entienden vamos a hacer todo lo posible para que entiendan". La jefa del Estado le hablaba en conjunto a los empresarios de las principales compañías productoras de alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza, y a los sindicatos que representan a los trabajadores de esos sectores; en días en los que se abrirían las negociaciones paritarias para este año. En esas jornadas la idea oficial era que los acuerdos de aumentos de sueldos no superen el 20% anual, o al menos que los incrementos no se trasladaran a los sueldos.

Cristina de Kirchner hablaba en esos términos, además, ante la finalización del acuerdo de precios de congelamientos totales que Moreno había negociado en enero con los super e hipermercados. Prometía la Presidente que desde el primero de abril pasado abriría además rondas de diálogo sectoriales y generales, que luego no se produjeron.

Ese día la jefa del Estado dijo que hablaba con el "corazón en la mano", con "rabia" y algo de "bronquita" prometiendo usar "los instrumentos que ha dado el modelo" para controlar la inflación. En su embestida, y en su advertencia de abrir las importaciones, tenía en la mira a las lácteas Mastellone y Sancor, asegurando que "en los próximos días vamos a discutir y si es necesario tomar medidas tales como las de hacer una apertura de determinados productos, porque evidentemente quienes los venden hacen ejercicio de la producción monopólica y se aprovechan de su posición y de la protección del Estado". Dijo que "debemos charlar si en determinadas líneas de productos no tornamos más flexible la importación" y mencionó que en su mira estaban todas las productoras de alimentos y bebidas que tengan "posiciones dominantes en el mercado de productos de primera necesidad".

"Deberemos charlar si en determinadas líneas de productos no tornamos más flexible la importación", planteó.

La amenaza nunca se ejecutó en la realidad y Moreno luego negociaría un nuevo acuerdo de precios con los super e hipermercados basado en el congelamiento de los 500 productos eclécticos que Carrefour, Jumbo, Disco, Wall Mart y Coto prometían desplegar en las góndolas. Pero además las empresas le aseguraban en esos días de marzo al secretario que apoyarían a rajatabla su idea de lanzar una tarjeta de crédito que reemplace a las clásicas y que se conviertan en la estrella oficial de los controles de precios. Esa tarjeta terminó siendo la Supercard, que según los últimos números de Moreno tiene habilitados sólo 400 plásticos, de los cuales 200 son a empleados de su Secretaría y dirigentes afines.

Ante el panorama Moreno está furioso: quiere el apoyo de los supermercados, las multinacionales y los distribuidores. Considera que si no se lo toma en serio en sus planes de prorrogar los congelamientos, luego será mirado de reojo por otros rubros más complejos como el financiero, las cerealeras, automotrices, petroleras y todas aquellos sectores en los que quiere colocar sus BAADE blanqueados.

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