Al mercado se le borró la sonrisa

Al mercado se le borró la sonrisa

La dinámica financiera volvió a empiojarse y otra vez aparecieron los interrogantes sobre la sostenibilidad del programa económico.

 

Federico Kucher

El equipo económico tenía hasta hace unos días tres objetivos: mantener el dólar estable, conseguir que la inflación siga retrocediendo y lograr que la economía vuelva a crecer a partir del impulso del crédito. La apuesta era transitar el verano con el tipo de cambio por debajo de los 1500 pesos y una reactivación del consumo.

Con las elecciones legislativas resueltas, el equipo económico consideraba que este escenario era totalmente posible y hasta hace unos pocos días el grueso de consultores y analistas del mercado pensaba lo mismo. Pero la Argentina siempre sorprende.

La dinámica financiera volvió a empiojarse y otra vez aparecieron los interrogantes sobre la sostenibilidad del programa económico. El cierre de la semana pasada mostró luces de alerta en todos los frentes.

Una de las primeras señales de alarma llegó directamente del Wall Street Journal. Se publicó un artículo asegurando que los principales bancos del mundo como el JP Morgan desistieron de prestarle 20 mil millones de dólares a la Argentina.

Según la información del diario norteamericano, los bancos internacionales solo estarían dispuestos a prestar 5 mil millones, contra garantías y a corto plazo. Serían dólares que el país usaría para el pago del vencimiento de deuda externa de enero.

El problema es que esto impacta de lleno en la estrategia del equipo económico. La única forma de sostener la estabilidad cambiaria es que entren divisas al país. Si se enfría la llegada de préstamos financieros, las expectativas de devaluación suben y el humor de los mercados se transforma en un abrir y cerrar de ojos.

Cambio de humor

Esto es exactamente lo que pasó al cierre al cierre de la semana pasada, con un riesgo país que volvió a acercarse a 700 puntos y acciones que cayeron fuerte en Wall Street. Se trata de una dinámica viciosa que la Argentina conoce a la perfección. Si se alejan las posibilidades de acceder a los mercados de deuda internacional, la tensión en el frente cambiario regresa e impide bajar la inflación e impulsar la economía.

A este escenario se suma un problema que no sólo es local: el mundo parece estar cada vez más enredado. Durante los últimos días hubo fuertes caídas de empresas globales y preocupación entre las grandes tecnológicas. Algunos ceos de estas corporaciones están empezando a hablar de irracionalidad entre los inversores.

Un ejemplo fue el del director ejecutivo de Google. Al mismo tiempo que presentaba la nueva versión de su modelo de inteligencia artificial Gemini 3, aseguraba en una entrevista que existen señales de burbuja. Por el momento son luces de alerta, pero la Argentina está totalmente expuesta.

El gobierno pasa por alto estos interrogantes y busca sostener su plan de acción. Además de intentar mantener el dólar y apuntar a bajar la inflación, apuesta por reactivar el crédito del mercado interno.

Según datos de la consultora 1816, los préstamos al sector privado equivalen a un cifra cercana al 12 por ciento del PIB, muy lejos de los niveles de otros países de la región. Chile y Brasil, los dos países sudamericanos más desarrollados en el aspecto crediticio, tienen préstamos bancarios por 103 y 76 por ciento del PIB.

La idea del gobierno es que “familias y empresas vuelvan a considerar el crédito como la principal opción para consumir e invertir”. Pero los interrogantes aparecen a simple vista. ¿Cómo se impulsa el financiamiento en un país que no termina de definir de dónde sacará los dólares para sostener la estabilidad cambiaria y de precios?

 

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