Maturano y Fernández, los artífices del paro más duro que sufrió el kirchnerismo

Maturano y Fernández, los artífices del paro más duro que sufrió el kirchnerismo
Pararon trenes y colectivos. Con ellos, el Gobierno había logrado que el paro de 2012 pasara inadvertido.
Aunque hoy prefirieron en perfil bajo, Omar Maturano y Roberto Fernández, jefes de La Fraternidad y la UTA, fueron los artífices de la medida de fuerza más dura sufrida por el kirchnerismo en su larga década en el poder.

Ambos no participaron del paro que a fines de 2012 hicieron Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Michelli. Le permitieron a Cristina regocijarse por el fracaso de aquella medida de fuerza: las calles de la Capital tenían restaurantes cerrados pero la gente tuvo transporte para ir a sus trabajos.

Nada de eso pasó hoy: sin colectivos, subtes y trenes las calles de las principales ciudades del país lucieron desoladas, como en aquellos paros que sufría Fernando de la Rúa o inlcuso en la prehistoria de la recuperación democrática, Raúl Alfonsín.

La ruptura con estos gremios marca la intransigencia de Cristina con los históricos líderes sindicales, sobre todo porque poco hizo para no verlos ir.

El caso de Fernández es el más llamativo, porque sus últimos reclamos fueron salariales y trabados por el Gobierno, que controla el transporte con subsidios.

El año pasado los choferes de larga distancia terminaron de recibir un 23% en octubre, demora que licuó sus salarios.

En julio ya había parado los colectivos porque ni siquiera conseguía que le depositaran los aguinaldos.

Y en diciembre, el líder de los colectiveros hizo saber que quería evitar un 2014 igual con un adelanto y hasta tuvo el gesto de levantar dos medidas de fuerza: en diciembre, sin siquiera arreglar un monto; y a fines de enero, cuando Carlos Tomada cerró un plus de $1200 mensuales y $70 de viáticos.

“Los choferes que pasan semanas fuera de sus casas quedaron con un salario de 9000 pesos y con lo que reciben de viáticos ni pueden cubrir una estadía cuando viajan lejos. Las empresas nos dicen que el Gobierno les retrasa subsidios y todo queda en la nada”, le dijo Fernández en enero a LPO.

Ya tenía decidido romper. El 20 de ese mes estuvo en la cumbre de Moyano y Barrionuevo en Mar del Plata y nunca nadie de la Casa Rosada pudo -o intentó- una reconciliación. "Si Randazzo le quita el subsidio a las empresas de colectivos no nos importa. Eso va para las empresas", se burló del ministro esta semana.

El Gobierno los dejó ir

Sucesor del fallecido Juan Manuel Palacios, quien en 2006 le dejó el gremio para retirarse, Fernández no heredó la buena relación que unía a su antecesor con Hugo Moyano, y al poco tiempo empezaron a chocar.

Cuando el camionero rompió con el Gobierno, Fernández no lo acompañó a su nueva CGT y se integró a la oficialista de Caló.

Lo mismo hicieron el taxista Omar Viviani y el líder de La Fraternidad (maquinistas de trenes) Omar Maturano, quienes junto a Moyano fueran durante el gobierno de Néstor Kirchner, baluartes de la asociación de gremios de transporte, emblema de la era kirchnerista por su capacidad de controlar la economía del país.

Hasta esta mañana, nunca habían demostrado cuanto le dolería al Gobierno pelearse con todos juntos. La excepción fue Viviani, quien tal vez incómodo evitó para hoy visualizar una ayuda de los taxistas, que no se hicieron notar demasiado en las calles.

Durante la gestión de Kirchner los gremios de transporte tuvieron injerencia y cargos en áreas claves del Gobierno como el Ministerio de Planificación y el de Trabajo. Cristina rompió ese lazo corriendo a De Vido de Transporte y nada fue igual. Los hombres del sindicalismo fueron echados sin contemplaciones.

La relación de Maturano con Randazzo nació mala pero terminó de fracturarse cuando el año pasado el ministro incrementó los controles de alcoholemia y aptitud psicológica a los maquinistas.

“Maturano me tiene harto, conmigo no va a joder. Si me tengo que ir de mi cargo por no poder llevar adelante las reformas, me voy”, amenazó Randazzo en septiembre, cuando le pararon los trenes en forma sorpresiva.

“La relación entre ellos está rota para siempre. No hay retorno ya es personal. Y se suma a la deuda por las obras sociales, de la que nunca se olvida”, confió a LPO una fuente de La Fraternidad.

Cristina supo hoy de que se trataba romper con estos dos sindicalistas: Moyano y Barrionuevo, sus dos máximos enemigos, pudieron sentarse en la CGT y decir que le pararon el país, tal vez como a ningún presidente peronista.

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