Aunque quedó a más de 20 puntos de Michelle Bachelet, Evelyn Matthei, ministra del Trabajo y Previsión Social de Chile, de 60 años, ayer se sentía una ganadora. Hasta ahora su vida y su carrera política fueron siempre en ascenso, y ayer parecía dispuesta a luchar para que la presidencia de Chile no ponga fin a esa tendencia.
La carrera política de Matthei les debe mucho a su forma de hablar y a su carácter fuerte (que le ha ganado incluso fama de grosera), quizá necesario en un país en el que el machismo sigue muy presente, más aún en política.
Pero su nombramiento como candidata de la derecha fue azaroso.
Fue la cuarta candidata presidencial de su partido, la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI), después de que dos candidatos (el ex ministro de Minería Laurence Golborne y el ex titular de Economía Pablo Longueira) renunciaran, y de que rencillas internas evitaran que quien tomara la posta de la derecha fuera el ministro de Defensa, Andrés Allamand.
Pero más allá del azar, la empresaria, pianista e hija de Fernando Matthei, un general de la fuerza aérea que alcanzó un asiento en la junta militar de Augusto Pinochet, demostró perseverancia desde que, en 1989, obtuvo su primer cargo político, como diputada por Renovación Nacional (RN).
En los 90 fue expulsada de RN tras revelaciones de que a pedido de ella el ejército había interceptado comunicaciones de su entonces rival a la precandidatura presidencial, Sebastián Piñera.
Lejos de marcar el fin de su carrera, la llevó a unirse a la UDI, desde donde profundizó su estilo confrontativo (que apela incluso a los insultos) y antiizquierda..
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