Massa y Vidal: los principales beneficiados con la interna pejotista

Massa y Vidal: los principales beneficiados con la interna pejotista

El encuentro del PJ previsto para este fin de semana en Santa Teresita voló por el aire cuando La Cámpora quiso imponer su línea. Mientras el peronismo sangra, Sergio Massa refuerza su imagen dialoguista mostrándose con Stolbizer, y Vidal planea sumar peronistas enojados a sus filas.

Cristina se perfila como candidata, no sólo por lo que dicen los sondeos, por la nostalgia de su militancia más dura o las plegarias de quienes añoran los años bajo su mandato, sino porque ella misma así se planta, reforzando en las redes sociales su imagen de dirigente, atenta a cada medida del gobierno nacional pero también especialmente atenta a lo que ocurre en la provincia de Buenos Aires.

Podemos desconfiar de los números de las encuestas (no sería la primera vez que fallan) pero una cosa es cierto: el peronismo no logró consolidar otra candidatura. Ni siquiera Florencio Randazzo, que hace un par de meses reunió a su tropa en una oficina en CABA, volvió a asomar la cabeza. Aunque trabaje por debajo, el tiempo ya es escaso para que se perfile cabeza de lista. Ni hablar de armar otro candidato.

Los intendentes, los sindicalistas, las agrupaciones más o menos cristinistas: todos saben que es tarde para armar otro candidato, aún quienes habrían apostado por esa opción. La pregunta, entonces, es si una boleta encabezada por Cristina reproducirá, como en 2011, 2013 y 2015, un sinfín de puestos para “los propios” o si la lapicera circulará por distintas manos.

El conflicto es que para que exista una unidad, todas las partes deben ceder. Un reparto equitativo dejaría con las manos semivacías a La Cámpora, fundamentalmente, pero también a otras organizaciones que siguen bajo el ala de Cristina a rajatabla. Por otra parte, los sectores no cristinistas que se disputan los lugares son muchos, lo que hace imposible que se contente a todos. Es decir, a más de un sector le conviene que el peronismo se parta en mil pedazos aunque eso signifique el triunfo de otra fuerza.

Lo cierto es que los intentos de unidad tienen poco éxito. Las heridas del pesado no logran cerrar en el peronismo, tanto que el encuentro previsto para este sábado en Santa Teresita terminó siendo cancelado por Fernando Espinosa, titular del partido a nivel provincial. La anunciada ausencia del sindicalismo, del Grupo Esmeralda y de los diputados que responden a los intendentes enrolados en este frente hizo que Espinosa prefiriera cancelar, antes que protagonizar un papelón. Según trascendidos, el pedido de Máximo Kirchner de que los representantes del peronismo se comprometieron a acompañar a Cristina a Comodoro Py el 7 de marzo habría estallado el encuentro, no sólo porque nuevamente La Cámpora imponía su agenda sino por desconocer la importancia de la movilización anunciada para ese mismo día por la CGT. Otro punto conflictivo habría sido la propuesta del Grupo Esmeralda de incluir dirigentes del Frente Renovador en la cumbre.

MASSA PIENSA EN 2019

Quien se regocija con los tironeos es Sergio Massa, a quien la unidad de peronismo dejaría muy mal parado. Mientras los medios reproducen el encuentro del PJ como una bolsa de gatos, Massa aumenta su capacidad de representar a la “oposición responsable” y a la cultura del encuentro. Haber cerrado con Margarita Stolbizer lo distancia del PJ, pero Massa sabe que no puede perder el voto peronista anti K, es decir, no puede tampoco quedar tan lejos del peronismo.

Un PJ unido complicaría a Massa tanto en por el impacto la dicotomía (peronismo versus macrismo) como por la influencia magnética en sus propias filas. Los dirigentes sindicales, principalmente, que acompañan al tigrense, quedarían en una posición incómoda si todo el Partido Justicialista se encolumnara unido, sobre todo en un contexto en que las medias tintas se tornan colaboracionismo, más teniendo en cuenta los escándalos de la última semana (aumento del pan, acuerdo con el Correo, recorte en las jubilaciones).

Pero mientras La Cámpora y el Movimiento Evita se griten en el Congreso (como sucedió a raíz de la votación de la modificación de las ART), Massa se vuelve una opción viable no sólo para un electorado que quiere respuestas concretas sino para los peronistas que no quieren volver a quedar a merced de la lapicera ultra K.

El tigrense piensa en el 2019, y para eso necesita reincorporar a los intendentes que lo abandonaron para respaldar a Scioli y a los dirigentes que ahora muestran vuelo propio. No puede, eso sí, quedar pegado a Cristina. Por eso a Massa le conviene que Mario Secco salga a tildarlo de traidor, de hacerle “la segunda a la derecha”, porque justamente lo que no necesita es quedar dentro del “pankirchnerismo”, como calificaron algunos medios a la estrategia conjunta del kirchnerismo y el massismo en contra de la ley de Ganancias que proponía Cambiemos.

Que el peronismo presente varias listas sería el sueño de Sergio Massa.

VIDAL Y MONZÓ TAMBIÉN QUIEREN PERONISTAS

En un estado similar está María Eugenia Vidal, que ve en las peleas del peronismo la posibilidad de seguir sumando dirigentes a sus filas. Dirigentes de lo más valiosos teniendo en cuenta que lo que le hace falta al PRO es política territorial.

Vidal logró incorporar intendentes del FpV y del massismo en tiempo récord. De la Torre, incluso, se convirtió en su hombre de confianza. Tanto que la acompañó al almuerzo que tuvo Emilio Monzó, el armador estrella del PRO. Federico Salvai también asistió por el lado de Vidal, mientras que Monzó apareció con el secretario de Interior de la Nación, Sebastián García de Luca, y el diputado provincial Marcelo Daletto y el senador bonaerense Gabriel Monzó, es decir, con el ala “peronista” de Cambiemos.

Vidal y Monzó son la dupla perfecta de Cambiemos. Mientras la imagen de Macri cae, la gobernadora se mantiene a flote y el armador se despega de los errores que salpican a Marcos Peña y su troupe. Expectantes de lo que ocurre en las filas del PJ, los alfiles PRO piensan en más dirigentes para sumar al gabinete. Se rumoreó, incluso, que pensaron en el ex sciolista Granados para el ministerio de Producción.

El pataleo de los radicales poco importa para Vidal y Monzó que saben que es al peronismo al que hay que partir y que la UCR no tiene decisión en la alianza gobernante.

Comentá la nota