En un largo discurso en el que pasó de las bromas al llanto, negó las acusaciones de la fiscalía; apeló a su historia personal y pidió al PT que se mantenga en la calle
Acorralado por la justicia brasileña, Luiz Inacio Lula da Silva lanzó ayer su contraataque con todas las armas que posee. Acompañado por políticos del Partido de los Trabajadores (PT) y líderes de los movimientos sociales aliados en una conferencia de prensa en San Pablo, el popular ex presidente apeló a su historia personal de superaciones y al legado de su mandato, convocó a sus seguidores a las calles, utilizó el humor y hasta las lágrimas para defenderse de las denuncias del Ministerio Público Federal, que lo acusó formalmente de ser el"comandante máximo" del esquema de sobornos que imperó en Petrobras.
"Prueben mi corrupción y yo mismo iré a pie para que me arresten", resaltó el ex presidente (2003-2010) en un tono desafiante ante las acusaciones de corrupción y lavado de dinero que en la víspera habían presentado en Curitiba los fiscales de la llamada operación Lava Jato, que investiga la multimillonaria red de coimas pagadas por grandes constructoras a directivos de Petrobras y políticos ligados a la petrolera estatal para garantizarse jugosos contratos.
En su presentación en un hotel paulistano, cuyo ambiente era más de acto político que de conferencia de prensa y no se aceptaron preguntas, Lula afirmó que hablaba como un "ciudadano indignado" por la falta de pruebas de los fiscales.
Específicamente, lo acusaron de haber recibido favores indebidos por un valor de por lo menos 1,1 millones de dólares de la constructora OAS, que habría pagado un tríplex en el balneario de Guarujá atribuido por las autoridades judiciales a Lula y su esposa, Marisa Leticia, aunque ellos niegan ser propietarios del inmueble. Junto a la ex pareja presidencial fueron también denunciados el titular del Instituto Lula, Paulo Okamotto; el ex presidente de OAS Leo Pinheiro, y otros cuatro altos ejecutivos de la empresa, que se habría beneficiado con contratos por al menos unos 26 millones de dólares con Petrobras.
La defensa de Lula siempre ha insistido en que su esposa pensaba en 2005 adquirir un departamento en un edificio frente a la playa en Guarujá a través de la cooperativa Bancoop, pero que pese a haber pagado las primeras cuotas luego desistió del negocio en 2010, tras la bancarrota de la entidad, cuyos emprendimientos pasaron a manos de OAS.
"Tengo la conciencia tranquila con todas esas denuncias y mantengo el buen humor porque me conozco, sé de dónde vengo, sé para dónde voy, sé quién me ayudó a estar donde estoy, sé quién quiere que salga y sé quién quiere que vuelva", señaló Lula.
Constantemente interrumpido por aplausos de sus simpatizantes y cánticos de "Lula, guerrero del pueblo brasileño", el ex presidente pasó dos veces del llanto, al recordar sus humildes orígenes y su lucha como líder sindical, a las risas, cuando imitó al líder cubano Fidel Castro y al compararse con Jesús ("en Brasil, sólo me gana Jesucristo", dijo en referencia a su popularidad).
Errático en su discurso, Lula no entró de lleno en las acusaciones de los fiscales, que desestimó como un "espectáculo de pirotecnia" destinado a criminalizar al PT y conseguir su inhabilitación como candidato para las elecciones presidenciales de 2018. Evitó referirse a los anteriores escándalos de corrupción que afectaron al PT durante su administración (como el mensalão)y tampoco hizo alusión a las otras causas judiciales que enfrenta, como la de intentos de obstrucción de la justicia junto a su ahijada política, la destituida presidenta Dilma Rousseff.
"Inventaron una mentira que ya está llegando a su fin. Ya derrumbaron a Dilma, ya destituyeron a [Eduardo] Cunha [ex presidente de la Cámara de Diputados, que impulsó el impeachment contra la mandataria], y ya eligieron a [Michel] Temer [el actual mandatario]. Ahora quieren terminar la novela acabando con la vida política de Lula", subrayó en sus ataques a la "elite y la prensa" del país.
Destacó que para defenderse ante los abusos de la justicia brasileña serán importantes el apoyo internacional y la resistencia de la gente en las calles, sobre todo los más pobres. "De ahora en adelante, cada petista en este país tiene que comenzar a andar con camisa roja", apeló a la movilización de sus seguidores y sostuvo que no bajará los brazos.
"La historia recién comienza, aunque algunos crean que ya terminó. Voy a vivir mucho; estoy con 70 años y ganas de vivir 20 más. No tengo tiempo para parar. El país que sueño está lejos de estar realizado", declaró para rematar con que "el pobre no es el problema, el pobre es la solución de este país".
Defensa: "Nada me hará dejar de luchar por lo que creo (...) Nadie respeta más las leyes de este país que yo"
Desafío: "Prueben mi corrupción y yo mismo iré a pie a que me arresten"
Disponibilidad: "Estoy a entera disposición de las personas serias en la fiscalía, en la policía y en la justicia"
Indignación: "Estoy hablando como un ciudadano indignado. Tengo una historia pública conocida"
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