El equipo económico resignó la desaceleración de precios como prioridad absoluta para intentar perforar el piso del riesgo país. La nueva estrategia de bandas móviles enfrenta el escepticismo del mercado sobre la capacidad de financiamiento.
Eugenia Muzio
Tras dos años de priorizar el dólar barato como ancla para exhibir índices de inflación en baja, el Gobierno cedió ante la presión de Washington para robustecer las reservas internacionales. El anuncio de la actualización de las bandas cambiarias atadas a la inflación confirma un giro pragmático: el equipo económico resigna la velocidad de la desinflación en un intento por mejorar el perfil crediticio de la Argentina y perforar un Riesgo País que, incluso tras el testeo del Bonar 2029, se resiste a quebrar la barrera de los 600 puntos básicos.
La lectura fina del mercado es que el esquema de "remonetización" presentado por el Banco Central (BCRA) busca darle aire a la autoridad monetaria para comprar divisas dejando que el tipo de cambio suba sin intervención, pero el costo de esa "flexibilidad" es un piso más alto para los precios.
Un extitular del Central explicaba en off the record a PERFIL uno de los desafíos más grandes que tiene la nueva ingeniería: "La aceleración de la devaluación le va a poner un piso a la inercia inflacionaria si el cuadro recesivo no se agudiza". El razonamiento es que, al indexar el techo de la banda al IPC pasado, se retroalimentan las expectativas. Para evitar que los pesos "remonetizados" corran al dólar, el diagnóstico de la fuente es que, entonces, “necesitan una tasa alta en pesos o para los dólares locales para evitar la fuga".
Preguntas sobre la capacidad del BCRA de compatibilizar desinflación con acumulación de reservas sin profundizar la apreciación real
Bandas recalibradas
En una conferencia de prensa de la que participó este medio, el titular del BCRA, Santiago Bausili, insistió en que "el nuevo esquema cambiario es consistente con el sendero a la baja de la inflación" y definió la medida como "un aporte a la reducción de incertidumbre".
Algunas voces del mercado aseguraron que el efecto es inverso. Apenas un mes atrás, el ministro de Economía, Luis Caputo, había asegurado ante la Fundación FIEL que las bandas estaban “bien calibradas”, defendiendo la rigidez del techo cambiario. Ayer, ante la consulta de la prensa sobre este viraje, Bausili sostuvo que, aun modificado, sigue siendo “el mejor régimen” y que el ajuste por inflación no implica un dólar "mayor o menor", sino un "mayor grado de flexibilidad". En la jerga financiera, esa flexibilidad se lee como una corrección forzada por la escasez de divisas.
Presionado por el FMI y los mercados, el BCRA ajusta el dólar a la inflación y anuncia plan de compra de reservas
Más allá de la inflación, la gran duda que dejó el anuncio es la viabilidad financiera del plan de acumulación de reservas. El economista Pablo Moldovan puso en números el desafío que enfrenta el Gobierno para 2026. Según su análisis, el BCRA plantea dos condiciones para comprar reservas: que crezca la demanda de pesos y que haya oferta de dólares suficiente.
"La primera condición luce más fácil. Si la economía crece, la demanda de pesos crece. La segunda condición luce bastante más difícil", advirtió Moldovan.
Los números del sector externo para 2026 están al límite. Para que la deuda pública no consuma las reservas que el Central promete acumular, el Tesoro debería refinanciar ("rollear") vencimientos por unos USD 14.000 millones en el mercado voluntario. "Un objetivo muy ambicioso para el primer año de regreso a los mercados", sentenció el analista.
Caputo, Bausili y la importancia de la "buena calibración"
Pero el sector privado también debería aportar lo suyo. Para equilibrar el mercado cambiario y cubrir una cuenta corriente deficitaria, las empresas deberían aumentar su deuda neta externa en otros USD 14.000 millones. Esto implicaría un ingreso de capitales privados de USD 1.700 millones promedio mensual, un registro que, según los datos históricos, solo se alcanzó en seis meses durante los últimos 23 años.
Crecimiento o recesión
El esquema presentado por Bausili encierra una paradoja: si la economía se reactiva y el consumo crece, aumenta la demanda de importaciones y, por ende, de dólares, tensionando el techo de la banda. Además, el turismo emisivo amenaza con seguir presionando si el tipo de cambio real se aprecia o se percibe barato.
La conclusión que circula en las mesas de dinero es que si el financiamiento externo no aparece en volúmenes récord, el esquema solo cierra con una recesión que planche la demanda de importaciones y el consumo para evitar la presión sobre el dólar. "Necesitan comprar 14.000 millones para pagar los vencimientos del Tesoro y 10.000 millones para monetizar la economía. Es mucho", resumía el exbanquero central consultado por este medio.
Con el mercado en alerta y los bonos bajo presión, todas las miradas apuntan ahora a Luis Caputo. El ministro tiene programada una entrevista este martes a las 9.30 en La Casa Stream con la periodista Eleonora Cole. El objetivo pareciera ser bajar un mensaje de calma antes de la apertura de los mercados y convencer a los inversores.


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