Francia: el nuevo campo de batalla del populismo

Francia: el nuevo campo de batalla del populismo

El ex ministro de Economía Emmanuel Macron se presentó como candidato presidencial antisistema.

Luego de que cubriera a Estados Unidos, la semana pasada, el espectro del populismo sobre el futuro de Francia es tan amenazante que hasta los candidatos más comprometidos con el establishmentse dejan arrastrar a la carrera antisistema para seducir al electorado. En esta Francia desorientada por años de crisis, desempleo y autismo de los partidos tradicionales, el último de la lista es Emmanuel Macron. El ex ministro de Economía de Hollande presentó ayer su candidatura a la presidencia para 2017 con acordes similares a la mayoría de los líderes europeos de ruptura.

"No estoy ni con la izquierda ni con la derecha, sino con los franceses. Estoy en contra de los aparatos que impiden que el país avance", dijo Macron en un acto organizado en Bobigny, símbolo de los suburbios más castigados de Francia.

Ese brillante intelectual, ex banquero y millonario de 38 años, cuya campaña será financiada por lo más granado de la elite financiera del país, entendió que los partidos y las ideas han dejado de pesar en el mundo actual. Como Donald Trump en Estados Unidos, Nigel Farage en Gran Bretaña o Pablo Iglesias en España, Emmanuel Macron piensa que lo esencial es "el encuentro de un hombre con su pueblo". Y para eso no hace falta un programa.

"Su personalidad es un programa. Su juventud representa el movimiento. Es decir, el cambio político. Su aspecto apresurado transmite su voluntad de actuar. Incluso su pasado de banquero exitoso juega en su favor: «He aquí un hombre capaz de triunfar»", señala el politólogo Roland Cayrol.

¿No fue lo mismo que pensaron los italianos en 1994 cuando votaron por primera vez a Silvio Berlusconi? ¿O los electores estadounidenses con Trump? "Macron o el populismo de extremo centro", escribió el diario La Tribuna al comentar la candidatura del ex ministro, apodado "Bruto" por algunos, después de que traicionó a su padre político, François Hollande, para lanzarse a la arena política al frente del movimiento En Marcha, creado a su medida en abril.

Signo de los tiempos que corren, Macron no es el único que se ha dejado tentar por las sirenas del populismo, al menos en su aspecto formal. Sin contar a Marine Le Pen -cuyo discurso xenófobo, racista y antisistema le asegura hasta ahora una cómoda presencia en la segunda vuelta de las presidenciales de 2017-, son numerosos los pretendientes al Palacio del Elíseo que tratan de convencer utilizando diferentes dosis moderadas de demagogia.

El ex presidente de derecha Nicolas Sarkozy es el mejor ejemplo. Convencido de que la única forma de ganar es con los votos de la extrema derecha, el fundador de Los Republicanos (LR) endurece cada vez más su discurso de ruptura. La técnica, en todo caso, no parece haberle dado demasiado resultado dentro de su partido: a escasos dos días de la primera vuelta de las primarias, Sarkozy no sólo es sensiblemente superado por su rival moderado, el ex primer ministro Alain Juppé.

Las encuestas también demuestran el avance espectacular de quien fue su primer ministro, François Fillon, que -según ese sondeo- ganaría segunda en vuelta y sería el candidato de la derecha y el centro en las próximas presidenciales.

¿Por qué razón los electores de extrema derecha no creen en Sarkozy? "Porque creyeron en él una primera vez, cuando le aportaron su voto en 2007, y se dieron cuenta rápidamente de que habían votado a un hombre del establishment, producto de un aparato político", explica el analista Philippe Dessertine. A su juicio, "los fieles a Marine Le Pen no se dejarán engañar una segunda vez".

En las filas de la izquierda tampoco faltan los candidatos más o menos populistas. Jean-Luc Melenchon, líder de extrema izquierda y probablemente el tribuno más talentoso de la clase política, inflama a su público con la denuncia del liberalismo, el mundo de la finanzas, la mundialización y la Unión Europea(UE).

Los horrores de la globalización también son el leitmotiv de Arnaud Montebourg, otro ex ministro de Economía de Hollande. Célebre por haber lanzado durante su función el lema "ante todo made in France", Montebourg anunció su intención de participar en las primarias del Partido Socialista (PS) en enero próximo. Su programa antisistema, de imposible aplicación, seduce a los sectores más indignados con la política liberal de Hollande.

Desconfianza

Pero ¿acaso es posible escapar al populismo en Francia? Una encuesta titulada Los franceses, la democracia y sus alternativas revela la desconfianza creciente ante el sistema político actual. Se trata del mismo fenómeno observado en otros países de Europa, víctimas de la crisis económica, financiera y social. "Prácticamente todos los pueblos del continente atraviesan una crisis de valores, en un Occidente que duda de sí mismo", explica Cayrol.

Según ese estudio, realizado por el instituto Ipsos, una mayoría de franceses estima que la democracia ha dejado de funcionar. Para el 70% de los encuestados, las elecciones no cambian nada, el 75% cree que la clase política es corrupta y, sobre todo, casi el 20% afirma que la solución sería "un gobierno autoritario", dirigido por un jefe elegido sobre la base de grandes orientaciones enunciadas durante la campaña electoral.

Unas cifras que bastan para sembrar la duda en el país de los derechos humanos y la democracia que Francia pretende encarnar.

"Los Estados democráticos están sometidos a esa fuerte presión y no consiguen hacerle frente", estima el ex canciller francés Dominique de Villepin. A su juicio, "es ése el gran desafío contemporáneo".

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