Establishment militante

Establishment militante

La disputa en la UIA por las críticas al Gobierno expuso las diferencias políticas y la visión de los CEOs sobre el modelo M. Termómetro del voto vergüenza y qué pasa con Macri, sector por sector.

“¿Vos me estás diciendo que yo quiero perjudicar al Gobierno? No sabía que no se podía criticar las cosas que están mal."

Miguel Acevedo, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), se les paró de manos a los dirigentes que le cuestionaron haberse reunido con la Iglesia, movimientos sociales y la CGT. El ítalo argentino Cristiano Rattazzi, el más activo, deslizó que detrás de esa movida había una intentona de la central fabril por hacer política contra el oficialismo. El jefe de la FIAT lo relacionó, inicialmente, con la aparición en el mitin de los martes del diputado del massismo y ex presidente de los industriales José Ignacio De Mendiguren. Pero la conducción actual está lejos de responderle al “Vasco” y, además, nadie sospecha de intenciones electoral de Acevedo, que fue el primero en acompañar a Cambiemos en la celebración del Día de la Industria en Pilar, en un 2017 en que todo era romance con el oficialismo.

El evento, simbólico porque sólo dos cuadros de peso se opusieron a la recreación de un diálogo social, refleja lo que en silencio se disputa en las filas del establishment: cómo pararse ante Mauricio Macri a un año de las elecciones y con el país en una recesión que no tiene fecha de detención. Todo, más allá de que aún no se definieron las candidaturas de la oposición principal, el peronismo.

A diferencia de lo que ocurre en los escenarios pre electorales, no hay tercios en el Círculo Rojo: hoy, la franja divisoria se da entre los que bancan el proyecto y los que prefieren una alternativa. Letra P relevó expectativas entre los sectores de la producción, el consumo, los bancos, los unicornios y el comercio en una ronda que refleja muchos desencantos y pocos pero firmes respaldos.

La razón central de los defraudados es que no encuentran cómo hará la economía para reaccionar en 2019 y la mayoría cree que, aún logrando una recuperación propia en su sector, no apoyaría al oficialismo. No le creen al argumento oficial, que está basado casi exclusivamente en lo que pueda aportar la cosecha.

En la UIA explican que “será muy difícil que algún industrial acompañase a Macri en la próxima elección”. Y miden que incluso sus empleados, que votaron al Presidente en 2015, repitan.

Dentro de ese rango, los rubros que menos apoyan el modelo M son los laboratorios nacionales de CILFA, las pymes (80% de la UIA), las pequeñas firmas del comercio, los supermercadistas y los gigantes de la alimentación, entre los que destacan Molinos Río de la Plata Arcor, dos empresas que atraviesan contracciones serias y mantienen balances en rojo.

Los constructores, en este sentido, están fracturados entre hacer o no un apoyo público positivo a las puertas de un año en el que sufrirán un ajuste severo en la obra pública.

La Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), que acaba de reemplazar a su antigua conducción por una que encabeza un abogado, no tiene margen para especular, entrampada y preocupada por zafar del escarnio de los Cuadernos K -por lo que precisan del Gobierno- y a la vez ser crítica con la coyuntura. El ex titular de la la entidad, Gustavo Weiss, vino haciendo equilibrio en ese punto en los últimos dos años, pero en 2018 no pudo ocultar los problemas que les transmitieron los socios.

Entre los fieles a Cambiemos se cuenta, además de Rattazzi, a casi todos los banqueros menos el titular del Macro, Jorge Brito. Con Enrique Cristofani a la cabeza, Macri supo armar un pack de forwards que le mantienen el ánimo arriba para contrarrestar la queja de los fabriles. En esa formación aparecen también el jefe del HSBCGabriel Martino, y el de JP MorganFacundo Gómez Minujin. El caso de los bancos es paradojal: lo que los banqueros dicen en público y lo que le explican al Gobierno nada tiene que ver con los informes técnicos y de perspectivas económicas que elaboran sus entidades.

Los empresarios de energía son otra parte del pelotón que apoya, entre ellos, el jefe de Pampa EnergíaMarcelo Mindlin, y el titular de Bridas PAEAlejandro Bulgheroni. En su entorno cuentan que “no están conformes en lo político”, pero su negocio tiene tarifas y obras y va viento en popa como uno de los pocos brotes verdes visibles.

Marcos Galperín, de Mercado Libre, y Martín Migoya, de Globant, son cruzados y nunca dejaron de serlo. Los unicornios (empresas valuadas en más de U$S1000 millones en alguna parte de su historia) tienen ventajas competitivas, no les preocupa el mercado interno, no contratan personal en cantidad y sólo están preocupadas por aprobar una ley de reforma laboral que les permita aplacar los intentos internos de sindicalización.

El último rubro que apoya es el campo, pero hay matices: los pequeños productores siguen con problemas, según plantea la Federación Agraria. Para los grandes, enmarcados en la Sociedad Rural, también hay asuntos pendientes, como las retenciones y los problemas para exportar. Los aceiteros, por caso, están perdiendo mercado a manos de la venta directa de porotos a China, que empezó a producirse su propio aceite. Este punto explica el porqué, además de la crisis general, del enojo de Acevedo, jefe de Aceitera General Deheza (AGD).

En este contexto, hay dos incógnitas: qué harán Techint Clarín.

Héctor Magnetto es, sin dudas, el CEO más exitoso del proceso M, pero ya consiguió lo que buscaba con la fusión de Cablevisión Telecom. Eso posiciona al holding en una situación expectante y abierto al diálogo de escenarios alternativos con opositores.

El segundo que está en duda es Techint, la transnacional argentina más importante del país. Paolo Rocca, acechado por Claudio Bonadío en la causa de los cuadernos, jugó históricamente con todo el abanico de candidatos. “Va a hacer lo mismo en 2019”, cuentan en su entorno, mientras confiesan que “tiene dudas sobre la capacidad política” del Gobierno.

Aclararon, en todos los sectores consultados por este medio, que seguramente “habrá un alto nivel de voto vergüenza”, por lo cual recomiendan “no asimilar lo que se dice en público con lo que podría ocurrir”.

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