Las provincias necesitan cada vez más de los giros de la Casa Rosada para cerrar sus cuentas públicas; inquietud por las deudas
Las finanzas de los gobiernos provinciales están muy complicadas; a la caída de la coparticipación se suma una fuerte pérdida de ingresos propios por efecto de la pandemia y la cuarentena. Esa situación convierte a los gobernadores en cada vez más dependientes de la ayuda que provenga de la Casa Rosada; la inquietud de algunos es que no se repita la situación de la última parte del kirchnerismo, cuando se registraron arbitrariedades en el reparto de fondos.
Hasta ahora, por fuera de la coparticipación, la Nación distribuyó $100.000 millones en transferencias no automáticas. En el caso de los Aportes del Tesoro de la Nación (ATN) -serán, en total, $60.000 millones, de los que la mitad ya fueron girados-, el criterio de reparto es 80% siguiendo indicadores de coparticipación y 20% por población.
También está activo el fondo fiduciario por $60.000 millones que gestiona el Ministerio de Hacienda para préstamos a tasa cero y a 36 cuotas a una tasa de 0,1% y empiezan a pagarse en enero próximo. Neuquén, Chubut, Entre Ríos y Tucumán ya accedieron a créditos y hay varias más en lista de espera. Los criterios de entrega están detallados en la resolución y son los que se aplican.
Hay quienes consideran que la Casa Rosada todavía se mantiene ecuánime, como sostiene un ministro de Hacienda de una provincia grande gobernada por el peronismo. Otros mandatarios, los menos cercanos a Alberto Fernández, tienen dudas respecto de si la estrategia será la misma una vez que termine la crisis sanitaria. Hasta ahora, el Presidente buscó el aval de los mandatarios para sus decisiones, tanto en la coyuntura de la cuarentena como en el caso de la renegociación de la deuda, donde hubo una foto con todos en la presentación de la oferta a los acreedores. Habrá que ver con las elecciones más cerca.
Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, agrega a estos problemas las deudas de las provincias, gran parte de la cual está contraída en dólares. El ejemplo más claro es el de Buenos Aires, que está negociando con sus acreedores en paralelo con la Nación: "Hay distritos que ya están en default; en los hechos, también lo están la Nación y Buenos Aires. Sin poder endeudarse, los gobernadores enfrentarán una situación aún más difícil. Pero ya han dado señales de que antes que entrar en crisis van a recurrir a las ?cuasimonedas' que se utilizaron en la crisis que tuvo lugar dos décadas atrás. Es algo que el gobierno nacional quiere evitar, pero en una situación difícil no podrá impedirlo", reconstruye, en diálogo con LA NACION. Y agrega que, hasta ahora, la Nación acepta que las provincias -y las ciudades- emitan bonos para pagar a proveedores. "Este es el tema que se planteará: sin asistencia nacional, las provincias recurrirán a las 'cuasimonedas', como ya lo hicieron. En la gran crisis, terminan ganando autonomía respecto de la Casa Rosada".
Con la mirada puesta en el momento en que lo peor de la pandemia haya pasado, los gobernadores insisten en que seguirán necesitando la asistencia de la Casa Rosada porque la economía no se recuperará de manera inmediata y los gastos se mantendrán por encima de los ingresos.
Los más preocupados son los mandatarios de las jurisdicciones donde la actividad privada y los recursos propios son más importantes que la asistencia nacional. En ese segmento está, a la cabeza, la ciudad de Buenos Aires, y le siguen Neuquén, Buenos Aires, Mendoza, Chubut y Córdoba. Esas jurisdicciones generan 40% o más de los recursos totales.
Para el analista Sergio Berensztein el panorama presenta una serie de partidas de ajedrez simultáneas. Por un lado, está la fiscal, en la que los gobernadores no pueden emitir cuasimonedas, entonces dependen de la emisión de pesos del Banco Central: "Lo positivo es que no habrá cuasimonedas, lo negativo es que se emitirá cada vez más, lo que refuerza la inflación", dice a LA NACION. La otra línea tiene como protagonista a Cristina Kirchner, quien mantiene con varios de los gobernadores del Frente de Todos una relación "de amor-odio; no se pueden pelear porque se necesitan y eso deja al Presidente obligado a jugar de malabarista. No puede darse el lujo de perder a ninguno, porque -probablemente- si se abre una puerta pueden salir varios". La última vertiente es la de un presidente que, junto al bloque de gobernadores, puede mostrarse como "más moderado".
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