La refinadora estadounidense Citgo finalmente cortó los lazos con PDVSA, para cumplir con las sanciones impuestas por Washington, en lo que significa un duro golpe para el gobierno bolivariano de Maduro.

Se trata del principal activo venezolano en el exterior, que tiene 6.000 estaciones de servicio, oleoductos, 48 terminales de almacenamiento y 3 refinerías, una de las cuales es la sexta más importante de todo el país del norte.

La compañía es fundamental para el sostenimiento de Maduro, ya que recibe casi uno de cada cinco barriles que el país exporta al mundo, aportando cruciales divisas, que de todos modos ya habían cortado su flujo hacia Caracas en las últimas semanas.

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De esta manera, Citgo intenta librarse de las sanciones de Donald Trump que le han obstaculizado el acceso a financiamiento, ya que debe renovar una deuda que vence a mediados de este año.

Según informó la agencia Reuters, ya detuvo los pagos a PDVSA, las suscripciones a servicios corporativos, las comunicaciones por correo electrónico y ha minimizado las menciones a PDVSA en materiales de publicidad y su sitio web.

Como explicó LPO, la Asamblea Nacional que controla la oposición venezolana ya nombró una nueva junta directiva para esta empresa, aunque todavía no ha entrado en funciones. La misma estará a cargo de Luisa Palacios, jefa de mercados emergentes de la consultora en temas macroeconómicos Medley Global, propiedad del diario británico Financial Times.

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Palacios tiene una larga trayectoria en Nueva York siempre en departamentos de research en diversas entidades y con fuerte especialización en temas de petroleo. La elección de parte de Guaidó, que también designó a Rick Esser como Vicepresidente Ejecutivo de la compañía, es una clara señal a Wall Street.

El problema es que las consecuencias de la apropiación de Citgo irían mucho más allá de las fronteras del país caribeño. Como garantía de un préstamo de 1.500 millones de dólares que otorgó hace dos años, PDVSA le cedió a la petrolera rusa Rosneft el 49,9% en la participación de esta refinadora.

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Por lo tanto, Trump se metería en un complejo conflicto geopolítico con una de las potencias más importantes del mundo, que además tendría todas las de ganar en el lógico accionar judicial que desencadenaría semejante atropello.