De qué se trata el "pacto" financiero que la industria alimenticia le propuso al Gobierno

De qué se trata el

Negocia poder acceder a préstamos del banco oficial que le permitan recomponer capital de trabajo, refinanciar pasivos y también aumentar exportaciones.

Por Andrés Sanguinetti.

Apesar de estar considerada como una de las actividades esenciales y de haber mantenido las operaciones durante la cuarentena, la industria de la alimentación también enfrenta una crítica situación, con empresas cuyas ventas se derrumbaron, que sufren graves problemas financieros y que debieron aumentar sus gastos para cumplir con los protocolos sanitarios impuestos por el Gobierno para combatir la pandemia del Covid-19.

También, para adaptarse a los cambios en la producción y en patrones de consumo que ha causado este virus que las empresas deberán digerir para enfrentarse a la tan esperada "nueva normalidad" post pandemia.

En el caso de la Argentina, esos cambios pasarán, entre otros, por incrementar las exportaciones, y contar con capital de trabajo y fondos suficientes para convertirse en proveedores del Estado.

Se trata de una tarea importante para la economía local si se tiene en cuenta que el sector alimenticio representa el 28% del PBI industrial y el 31% de los puestos de trabajo manufactureros, con alrededor de 380.000 personas empleadas. Sus exportaciones equivalen al 40% de las ventas al exterior del país y están representadas todas las economías regionales.

La industria de la alimentación también enfrenta una crítica situación

Pero en el sector advierten que para poder encarar este nuevo proceso se necesita inyectar dinero a las compañías alimenticias que, teniendo en cuenta el escenario de crisis actual, no abunda. Mucho menos los aportes propios de capital propios en un sector donde la mayoría de sus actores acumula fuertes pérdidas en sus últimos balances.

Casos como los de Molinos Río de la Plata; Mastellone y Arcor bastan para fundamentar este contexto en donde el coronavirus llegó para profundizar la recesión, derrumbar las ventas y acumular todavía más pérdidas.

Esto, a pesar de que la industria siguió trabajando durante la cuarentena pero con un mínimo nivel de producción que no alcanza para hacer frente al aumento de los costos impulsados por la inflación.

A partir de esta realidad, el sector se movilizó para encontrar herramientas que le permitan acceder a las necesidades de financiamiento que ofrece el Estado nacional.

En el corto plazo, esos fondos ayudarán para que las empresas puedan encarar un proceso de recomposición de capital de trabajo y de refinanciación de pasivos.

Y en el mediano y largo plazo, para que se piensen en planes de expansión y de mayores exportaciones con mejor valor agregado a partir de una pata fuerte de financiamiento a la inversión. Un factor que permita también agrandar la base exportadora actual donde, solo venden al exterior 1.200 de las 14.500 empresas alimenticias que tiene el país.

El objetivo es encarar algún tipo de asociación con la banca pública y, de esa forma, obtener líneas de crédito más accesibles que las que actualmente ofrece el sistema bancario privado.

El primer paso lo dio la Coordinadora de las Industrias de los Productos Alimenticios (COPAL), que preside Daniel Funes de Rioja y que agrupa a los mayores players de esta industria.

La entidad empresarial fue a golpear las puertas del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), cuya conducción está hoy a cargo de José Ignacio De Mendiguren,

El funcionario proviene de las filas industriales y conoce muy bien la problemática del sector privado para acceder a financiamiento suficiente y barato como para impulsar el crecimiento.

Hace unos días, se produjo una reunión entre ambos en las cuales se estudiaron las alternativas para que el banco oficial se convierta en la usina de fondos de la industria alimenticia argentina.

La elección del BICE se basa en los objetivos del banco como agente de promoción, de inversión y de fomento del comercio exterior que se asemeja a una estrategia de desarrollo integrado y que podría, por estos motivos, ser un socio privilegiado para las empresas alimenticias.

En la primera reunión se acordó generar una mesa de trabajo conjunto entre los equipos técnicos de las dos entidades, luego de que desde la COPAL se trazó un preocupante escenario y se admitió la necesidad que tiene esta industria por acceder al crédito.

En diálogo con iProfesional, Funes de Rioja explicó que el financiamiento no sólo debe orientarse a enfrentar la urgencia actual en la que se encuentra el sector, sino también considerando las proyecciones hacía el camino a la "nueva normalidad".

También mencionó la necesidad de potenciar las exportaciones, para lo cual la industria alimentos y bebidas se encuentra preparada.

"En esta situación crítica en la que se encuentra el sector, recomponer capital de trabajo y refinanciar pasivos son condiciones necesarias para que las grandes empresas y pymes vuelvan a integrar cadenas de valor que sean el motor que salir adelante", sostuvo el titular de la COPAL y también vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA).

La mirada de este empresario se enfoca en eficientizar en este contexto de crisis todos los esfuerzos para atender la agenda de emergencia correspondiente y, a la vez, construir las herramientas para crecer de la mano de las distintas líneas de crédito que el BICE puede ofrecer así como también las garantías y plazos de cada uno de los créditos, respondiendo a las necesidades que plantea la industria alimenticia.

En este sentido, De Mendiguren admitió que el sector de alimentos y bebidas es fundamental, "porque es uno de los más competitivos del país y tiene que ser el impulsor natural de la recuperación".

En el encuentro, se acordaron lineamientos de trabajo para alcanzar una agenda que permita al banco oficial acompañar al sector en este contexto de emergencia, a través de una oferta de financiamiento que se adapte a las necesidades actuales y promueva el agregado de valor con miras a incentivar las exportaciones.

"El modelo del BICE es ideal para articular con las empresas alimenticias un camino exportador que nos permita volver a años como el 2011, cuando las ventas al exterior llegaron a los u$s30.000 millones que, lamentablemente no pudimos sostener y bajamos a los actuales niveles cercanos a los u$s25.000 millones", detalló Funes de Rioja ante iProfesional.

Por eso, el empresario impulsa este acuerdo con el BICE, para alcanzar créditos que puedan ser devueltos sin tener que admitir tasas prohibitivas que deriven en la imposibilidad de pagos y, a su vez, en miles de quiebras de pequeñas y medianas empresas.

"Si existiera crédito para capital de trabajo podríamos también ayudar a nuestra cadena de valor que es importante, con miles de pymes proveedoras de todo tipo de insumos", agregó.

Otro punto interesante en el que la industria alimenticia basa su pedido es el de convertirse en un proveedor fuerte del Estado nacional para evitar los intermediarios en las licitaciones que mayormente organiza el Ministerio de Desarrollo para la compra de alimentos orientados a cubrir las necesidades de los sectores más pobres.

En este sentido, Funes de Rioja aclaró que las grandes empresas "tienen espalda" para presentarse en las licitaciones, mientras que las pymes no pueden financiar las entregas.

"Estamos proponiendo un sistema de facturas conformadas para que el banco tenga la garantía que cobra, contra factura y que esto calce calzado una cosa con la otra" explica el titular de la COPAL.

Junto con Funes de Rioja, a la primera reunión con las autoridades del BICE concurrieron Carlos Bernardez (Federación Molineros de Yerba Mate); Diego Cifarelli (FAIM); Roberto Domenech (CEPA); Enrique Díaz (CAPECA); Guillermo Barzi (CAFI); Francisco Do Pico (Bodegas de Argentina); Gustavo Lazzari (CAICHA); Marcelo Ceretti (CIPA) y Guillermo Assumma (CIL).

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