El premeditado ciclo del fracaso económico recurrente

Por Federico Bernal

Las políticas económicas, lejos de perseguir "salvarnos", buscarán esa sinergia  intencionada del fracaso recurrente.

Supongamos por un momento que al neoliberalismo le asiste la razón: sus ejecutores -los desfalcadores de la República Argentina- vienen a salvarnos de la desastrosa herencia kirchnerista. Tres pavas preguntas desmantelan la enésima zoncera: ¿Estamos peor o igual que en 2001, luego de cuatro años de brutal recesión? Segunda: ¿Estamos peor o igual que, por ejemplo, en mayo de 2003? Y tercera: ¿Acertó Kirchner con sus medidas anti-crisis? Cualquiera de las tres preguntas y sus respuestas sirven al planteo expuesto debajo, pues es tiempo de empoderarnos de "política y economía" (título del fundamental libro de Don Arturo).

 El neoliberalismo podrá decir lo que quiera, pero la historia reciente demuestra que no ha habido mejor antídoto contra una economía hundida que las políticas tomadas por Néstor Kirchner. Así que, nomás lo que lleve leer esta nota, démosle la derecha a la derecha a ver con qué nueva falacia nos salen, sin perder de vista que el más trágico de todos los Decretos de Necesidad y Urgencia comienza a hacer estragos. Es el DNU del atraso, la dependencia y la exclusión social y provincial, norma elaborada en el extranjero para uso de los argentinísimos militantes del fundamentalismo de mercado.

¿Igual, mejor o peor que en 2001?

En el primer año del nuevo siglo, casi un 40% de la población argentina, esto es, cerca de 15 millones de compatriotas (treparía al 50% en 2002) en la pobreza y la indigencia. La deuda externa como porcentaje de la riqueza nacional: 55%, la más alta después de la gran jugada de Martínez de Hoz de estatizar la deuda, como es sabido, magistralmente consumada por Domingo Felipe Cavallo, Carlos Melconian y Daniel Marx. Deuda con el FMI como porcentaje de la deuda externa total: 90%, la más alta desde el ingreso del país al organismo en 1956. Desempleo más subdesempleo: arriba del 30%. Una economía dolarizada de facto, y un pueblo aún más dolarizado, que es mil veces peor. Semejante debacle no había caído del cielo o arribado en platillo volador. A excepción de algunos meses de espejitos de colores, el empobrecimiento de las clases populares venía desde 1975.

En noviembre de 2001 y bajo los auspicios del secretario Federico Sturzenegger, mano derecha de Domingo Cavallo, el Compromiso Federal por el Crecimiento y la Disciplina Fiscal pegaba un ajuste de tuerca: era la reducción del 13% en salarios y haberes previsionales aplicados al sector público nacional en sintonía con el Déficit Cero. La mega devaluación de 2002 y los nuevos compromisos de reducción del déficit fiscal les dieron a las ya arrasadas provincias el toque de gracia. Llegado a este punto, recordemos la primera de las preguntas de la introducción.

 El interrogante va dirigido por supuesto al señor ministro de Hacienda y Finanzas: ¿Estamos peor o igual que en 2001, luego de cuatro años de brutal recesión? Si se vuelca por "peor" o "igual", ¿cómo explicar que Ud. se decida entonces por las mismas políticas económicas, financieras y comerciales que destrozaron al país?

¿Igual, mejor o peor que en 2003?

Sin partido ni Estado, Néstor Kirchner asume la presidencia con el 22% de los votos. La Argentina estaba devastada, endeudada al extremo producto de la mayor liquidación del patrimonio público que recuerde la historia. Poco más de la mitad de la población en situación de pobreza (54%), cerca de un 25% de desempleo, una economía en ruinas (la deuda externa representaba el 140% del PBI) y con las tasas de homicidios dolosos y hechos delictuosos más altas desde 1991. En el alumno estrella del FMI, los salarios y las jubilaciones sobresalían por ser los más bajos de toda la región, no existían las paritarias y la miserable cobertura de nuestros abuelos y abuelas con suerte arañaba al 50%. La crisis social y económica tendría su correlato en un aparato industrial al borde de la extinción, provincias y regiones agonizantes y un pueblo abatido. Pero Néstor Kirchner se cargó el país al hombro y lo rescató del infierno.

A mediados de 2004, el gobierno nacional impulsó la priorización de la inversión en obra pública con metas de crecimiento en función de los PBI provinciales y nacional al 2010, metas inéditas desde hacía casi medio siglo. Sus motores fueron: el Plan Energético Nacional (lanzado en 2004), el Programa Federal de Reactivación de Obras FONAVI (etapas I y II), los planes en agua potable y saneamiento básico (Plan Nacional Federal de Recursos Hídricos) y la Ley de Financiamiento Educativo. Las dos primeras y estratégicas medidas tomadas por su gobierno acontecieron en 2005: la quita de deuda (de 171.000 millones de dólares de deuda acumulada en 2004 a 113.000 millones en 2005) y el rechazo al ALCA en la histórica cumbre de Mar del Plata.

Un año después, se cancelaba la totalidad de la deuda con el FMI, y con ella, el mayor proceso de desendeudamiento desde nuestro ingreso al organismo multilateral en 1956.

Pongamos esto mismo en recientes palabras de Mark Weisbrot, economista estadounidense columnista de The New York Times, The Guardian, Folha de Sao Paulo y Huffingtonpost, entre otros. En su columna de este último medio, publicada el 20 de noviembre del año pasado, escribió: "Desde 2003 y hasta 2015, según el FMI, la economía real argentina (ajustada por inflación) creció alrededor de 78% (hay cierta controversia sobre este número, pero no lo suficiente para cambiar el panorama). Esto significa un gran aumento en la calidad de vida, una de las mayores en las Américas. El desempleo cayó de más de 17,2% al 6.9% (FMI). El Gobierno creó el programa de transferencia de efectivo para los sectores más vulnerables más importante del continente. Desde 2003 hasta la segunda mitad de 2013..., la pobreza cayó cerca del 70% y la extrema pobreza en un 80% (estos números se basan en estimaciones independientes de la inflación)".

La industrialización del país, el ensanchamiento del mercado interno vía aumento del consumo de las masas trabajadoras, la distribución de la riqueza a favor de las clases populares, la reconquista de la soberanía política y económica, la progresiva participación del Estado como actor empresario e inversor estratégico, la planificación masiva de obras de infraestructura en función del desarrollo socioeconómico nacional, la política exterior fuertemente latinoamericanista y la socialización de algunos privilegios de la oligarquía y de ciertos sectores parasitarios lograron motorizar una inédita recuperación/expansión de la Argentina en calidad de Estado-nación soberano.

Una vez más, a los interrogantes de la introducción. Toca ahora el turno a la segunda pregunta. Señor Alfonso Prat Gay: ¿Estamos peor o igual que, por ejemplo, en mayo de 2003? Y agregamos ligado a la tercera pregunta: ¿Ha sido tan desastrosa la recuperación/expansión socioeconómica, productiva, industrial y tecnológica desde entonces y hasta... (complete usted con el año que más se le antoje)? Es sabido que la oposición, con tal de criticar al gobierno de Cristina Kirchner, se desvivía en elogios hacia los primeros años de Néstor.

¿Entonces? Señor ministro de Hacienda y Finanzas, que Ud. se decida por las mismas políticas económicas, financieras y comerciales que destrozaron al país es una injustificable canallada, sólo explicable desde el tradicional y premeditado ciclo del fracaso económico recurrente y progresivo por Ud. reinaugurado. Recordemos: brutal recesión entre 1998-2002. La economía perdió cerca del 20% de su PIB y la tasa de pobreza creció desde un 18,2% del total de hogares (octubre 1998) hasta un 42,3% (octubre 2002). Recordemos: 8% anual entre 2003 y 2008, sacando de la pobreza a más de 11 millones de personas en un país de 40 millones. Para revertir la aciaga herencia kirchnerista nada mejor que las políticas kirchneristas.

El premeditado ciclo del fracaso económico recurrente y progresivo

Transcribimos las palabras finales de Weisbrot en su artículo citado (recordar que es de fines de noviembre pasado): "... parece probable en función de los intereses que representa [Macri] y su orientación política, que la gente pobre y trabajadora de la Argentina llevarán la peor parte de cualquier ajuste económico. Y existe un grave riesgo que por seguir las recetas económicas de la derecha, él lance un ciclo de austeridad y recesión auto-derrotados [(self-defeating austerity and recession] del tipo que hemos visto en Grecia y en la Eurozona". En efecto, la administración macrista alinea la Argentina a la pléyade de naciones hoy regidas por el terrorismo de mercado, los fondos buitre y los intereses banqueros e industrialistas de Occidente.

Nada nuevo bajo el sol de la oligocracia en el poder (democracia para el 1%). Macri y sus CEOs reinsertarán a la Argentina como apéndice de intereses foráneos, en calidad de mera exportadora de materias primas (granos, carnes, petróleo, gas y combustibles) e importadora de manufacturas y tecnología extranjera (satelital, para desmantelar ARSAT; energías eólica y solar, para encarecer la energía y congelar los proyectos hidro y nucleoeléctricos, etc.). Las políticas económicas, lejos de perseguir "salvarnos", buscarán esa sinergia -intencionada- del fracaso recurrente y progresivo, es decir, el ciclo del que hablaba Weisbrot. La Argentina como Nación social y provincialmente inclusiva, como Nación económicamente autosuficiente y diversificada, como Nación políticamente soberana ha sido vetada por DNU emitido en el extranjero, para uso de nuestros consabidos y argentinísimos tecnócratas de la colonia. «

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