Los tres meses de Massa: entre presiones, deseos y la cruda realidad que agobia

Los tres meses de Massa: entre presiones, deseos y la cruda realidad que agobia

Por: Jorge Lanata. Se cumple el plazo que le había dado Cristina para mostrar resultados. La disputa por los precios y el bono de fin de año, la misión imposible con la inflación y la desconfianza mutua que crece.

El miércoles Sergio Massa cumple tres meses de gestión. Ese era el plazo le había dado Cristina para mostrar resultados. La mesa chica del kirchnerismo duro le extendió el cheque por unos meses más, pero quieren pasar por caja a fin de año.

En el propio equipo técnico de Economía la pregunta ya no es si romperán con el kirchnerismo, sino cuándo. Cristina -por primera vez abiertamente desde la oposición- criticó a (su) gobierno cuestionando el ajuste del 13,8% que aprobó la Superintendencia de Salud a la medicina privada y que llevó el aumento anual a 113,8%. Massa, por su lado o por un acuerdo con Cristina, quiere suspender ese modelo de actualización bimestral y automático de las cuotas de las prepagas.

El plan de Massa bien podría resumirse como “mostrar los dientes primero, repartir platita después”: quiere bajar levemente la inflación mes a mes y llegar a abril con un índice que empiece con 3, aunque sea la cifra periódica 3,99999.

Ni los técnicos de su equipo creen que ese objetivo sea posible. Ese sueño choca con la necesidad de cumplir con el aumento de tarifas en el verano y de continuar devaluando el dólar oficial alrededor del 7% mensual para evitar el atraso cambiario. La estrategia es “mostrar los dientes” a todo sector que quiera indexar los precios.

El título (sin dudas, lo único efectivo del plan) corresponde a Cristina. Massa busca acordar con empresas alimenticias para que no apliquen aumentos de precios en los productos de consumo masivo durante cuatro meses. A cambio, propondría resolverles los distintos problemas que acumulan en la burocracia estatal: acceso a dólares para importar, liberación de crédito fiscal, permiso para el giro de dividendos o acceso a un dólar diferencial para las exportaciones.

Favor con favor se paga: Sergio te destraba problemas con el Estado, vos congelás un tiempito la mermelada.

En la lista para “desindexar” el punto más importante son los salarios. El ministro quiere que después de los ajustes que se acuerden entre octubre y noviembre no haya reapertura de negociaciones salariales hasta marzo.

Ahí empieza la parte del “plan Platita”, justo en el tiempo electoral. El presupuesto 2023 tiene la ejecución más fuerte en el segundo y tercer trimestre del año, allí se concentra el 60% de los fondos y la idea es gastar más sin recibir un reclamo demasiado fuerte del FMI.

Aquí abajo, en la realidad, dos fuentes del equipo económico señalaron a Clarín que el presupuesto es el plan perfecto para seguir corrigiendo problemas en el 2023. Pero eso mantendrá la inflación en un serrucho que varíe entre 5 y 6% todos los meses, y volverá a estar por encima del 100% anual con una recesión que en el mejor de los casos será breve y terminará el año con un crecimiento que oscile entre el 1 y 2%: no suena muy atractivo parta un gobierno en tiempo electoral.

“Cumplir con un déficit del 1,9% el año que viene, soportar una inflación altísima y una recesión solo tiene sentido para dejarle una economía mas ordenada al presidente que asuma el 10 de diciembre. Mientras el kirchnerismo no vea algún beneficio para capitalizar, ¿porque lo haría?”, le dice a este diario un escéptico funcionario de Hacienda.

El kirchnerismo le pide a Massa algo imposible: una baja fuerte de la inflación sin un plan de estabilización y un ajuste más drástico. Mientras tanto, ya no queda fondo de olla para rascar: la vice insiste con un bono para trabajadores formales porque sostiene que hubo sectores con “ganancias extraordinarias”.

Es cierto que los balances de este año de las empresas -con una inflación que les permitió mejorar la facturación y con salarios que siempre corrieron de atrás- serán en general positivos. La propuesta de otorgar una suma fija es resistida por Alberto y por la mayor parte del sindicalismo, pero la presión K sigue latente y hay conversaciones privadas entre Massa y Cristina por ese tema.

A este panorama se sumo Juan Grabois desde Roma con una carta en sus redes sociales que tuvo escasa repercusión. El dirigente del MTE estará en Europa varios días: primero fue a un evento en El Vaticano y luego arrancó una gira por Oslo, Estocolmo, Berlín, París, Barcelona y Madrid, a través de “invitaciones” que recibió, según él mismo dijo.

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