Las tres agendas que Alberto debe ordenar para llegar bien a 2021

Las tres agendas que Alberto debe ordenar para llegar bien a 2021

La coyuntura de estos días está torneada por tres agendas. Su desarrollo depende de distintos vectores, y su resultado incidirá en cómo se configure el escenario de la Argentina a fin de año. En lo formal, la agenda sanitaria es la más relevante, pero a medida que pasan las semanas es más independiente de la gestión, porque todas sus variables se mueven alrededor de la curva de contagiados y víctimas de coronavirus.

 

 

La segunda es la económica. Es la que más desvela a Alberto Fernández, porque en este caso mucho de lo que sucede o deja de suceder en este terreno sí tiene que ver con sus decisiones. La tercera es la política, y buena parte de ella gira en torno a los intereses de la vicepresidenta Cristina Kirchner.

En términos de pandemia, hoy la gestión es un planeador que se mueve de acuerdo al viento. Lo que hace la Casa Rosada es tratar de mantenerse en el aire todo el tiempo que sea posible para aterrizar en la pista de la vacuna. La cuarentena estricta de marzo fue equivalente a cortar los nervios que conectan a los músculos con el cerebro.

Desde entonces, se operó en una suerte de prueba y error: si en el circuito reconectado había suba de casos, se volvía para atrás. El aislamiento obligatorio fue acertado como receta global. Lo que hizo cada país fue manejar su extensión y asumir los costos derivados. Alberto siempre priorizó las vidas por sobre el PBI, y en eso su curva va a mostrar un resultado exitoso, ahora o en diciembre.

Pero el Ejecutivo ya no puede hacer mucho más. Los resortes están más en manos de las provincias y de cómo se cumplan las reglas en cada distrito. En este momento, Larreta y Kicillof inciden más en el rumbo del planeador que el propio Presidente, quien solo quiere evitar algo central: un rebrote masivo que haga resetear todo lo hecho hasta ahora.

Fernández se dedicará esta semana de lleno a la agenda económica. El cierre del canje de deuda será un hito positivo, y buscará maximizarlo. Su equipo se comprometió a derramar sus efectos sobre el dólar, que en la Argentina es lo mismo que decir sobre la inflación. Alberto sabe que acá no solo se juega el rebote de la actividad, sino su chance de definir su propio proyecto personal. Si su plan funciona, en 2021 el albertismo puede ser más importante que el kirchnerismo.

La tercera agenda se mueve casi como un espejo invertido de la segunda. Reformar la Justicia es una obsesión de Cristina Kirchner, que no tuvo empacho en habilitar una veintena de cambios que no diseñó el Ejecutivo. Su impulso es uno de los precios que el Presidente paga para que otras leyes (como el canje de deuda local, la moratoria y el Presupuesto 2021) tengan celeridad, así como la porción de poder que cedió en el manejo de la política energética.

De cara al último trimestre, solo queda ver qué agenda cobra fuerza y cómo cada actor ajusta su guión para no caerse del escenario.

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