Textiles: con más de la mitad de la industria paralizada reclaman medidas para evitar que se agrave la crisis

Textiles: con más de la mitad de la industria paralizada reclaman medidas para evitar que se agrave la crisis

Es uno de los sectores más golpeados de la industria nacional, al punto de que 6 de cada 10 máquinas están paradas. Cada vez más pequeñas y medianas empresas alertan por la contracción del consumo, la apertura importadora y costos al alza.

Por

EUGENIA RODRÍGUEZ

 

El entramado productivo nacional enfrenta cada vez mayores dificultades para sostener su actividad y para el acceso a insumos, un consumo doméstico en caída libre y una mayor apertura importadora. En ese marco, uno de los sectores más perjudicados es el textil e indumentaria con más de la mitad de su industria paralizada, funcionando solo al 38% de la capacidad. “De cada 10 máquinas, 6 se encuentran paradas", confirmaron desde el sector. Con una baja de las ventas en torno al 30% la fabricación textil -con 95% de empresas pyme- cayó en marzo 25,1% interanual y acumula en este año un retroceso del 15%.

En tal escenario crece a su vez la preocupación por mayores despidos y suspensiones. “En los últimos cinco meses se ha desplomado la actividad. Bajó por encima del 25%, según estadísticas oficiales, aunque si se analiza la cadena de valor textil e indumentaria, tiene muchos eslabones a lo largo y ancho de todo el país, y las situaciones son disímiles de acuerdo también a cada eslabón, a cada tipo de empresa y a cada lugar en donde está instalada”, explicaron en diálogo con El Destape desde la Fundación Pro Tejer, que representa al sector. En relación, se indicó que “existen caídas que van desde el 20%, al 40% o al 80%, depende de cuál el eslabón pero la situación es claramente preocupante y ya se está traduciendo en despidos y en suspensiones”. 

 

 

Esta realidad se inscribe en un marco donde todos los sectores industriales muestran una tendencia a la baja en los niveles de actividad, que ya tienen impacto en el número de puestos laborales, y frente a lo que demandan ser escuchados en el debate de la llamada “Ley Bases”, impulsando un régimen de inversiones que incluya a las pequeñas y medianas empresas, con medidas para mejorar la competitividad y garantizando el desarrollo de proveedores locales. “El mundo no rifa su soberanía industrial”, remarcan.

Crisis de la industria textil

Según el último dato difundido por el INDEC, el uso de capacidad instalada de la industria se ubicó en marzo en 53,4% dando cuenta de una fuerte caída de la actividad (hace un año atrás era de 67,3%). Al respecto, la contracción se sintió en todos los sectores aunque el golpe más fuerte fue para Productos textiles, con apenas el 38,5% de recursos funcionando (hace un año atrás era de 52,5%), solo por detrás de los meses más duros de la pandemia de 2020, por lo que más de la mitad de la industria textil se encuentra paralizada. En relación, el rubro se contrajo en marzo 25,1% interanual, según el último informe de evolución industrial de la Unión Industrial Argentina (UIA), al tiempo que la actividad mostró una caída del 11,8% comparada con 2019, y que escala a 39,2% frente a 2015 y a 49,4% respecto del año 2011. La medición del IPI-INDEC relevó, por su parte, una contracción acumulada del 14,9% para el primer trimestre de 2024.

La industria textil-indumentaria es una de las más antiguas de la industria nacional, cuenta con más de 5.000 empresas y considerando la actividad de indumentaria más los comercios, llega a las 25.000 firmas. Según un informe elaborado por Fundar, la cadena textil-indumentaria “incluye no solo los eslabones industriales sino también al agropecuario y al comercial y genera el 2,8% del empleo de la economía: 539.000 personas ocupadas, de las cuales más de la mitad (293.000) trabaja en los eslabones industriales”. Además, el país tiene producción local en casi toda la cadena de valor, “en los eslabones primarios, produciendo fibra de algodón, lana de ovejas y de camélidos, y en los industriales, generando hilados, tejidos y prendas que se venden casi exclusivamente en el mercado interno”. También se destacó el aporte al comercio exterior de bienes ya que “las exportaciones de productos textiles ascendieron a USD 438 millones durante 2022 (explicado, mayormente, por materias primas, como algodón y lana con escasa transformación). Mientras tanto, las exportaciones de productos de indumentaria fueron de USD 37 millones. Esos valores representaron el 0,5% y el 0,04% de las exportaciones totales de Argentina”.

 

 

En diálogo con este portal, Luciano Galfione, presidente de la Fundación Pro Tejer, refirió que “el problema fundamental que tenemos es que nuestro sector depende muchísimo del mercado interno, que hoy sufre porque se ha pulverizado el poder adquisitivo de la población no solo en los últimos cinco meses sino que ya venía desde el año pasado y, cuando eso ocurre, uno de los primeros sectores en que ve reflejada esa merma es el sector textil”. Según indicó, el sector tuvo récord de inversión en los últimos 3 años, sin embargo el contexto actual los encuentra en estado de alerta ya que si bien “aún no registramos cierres de empresas, que es la consecuencia final, en la medida en que esto se profundice es lo que va a empezar a pasar. El empresario pyme trata de aguantar todo lo que puede trabajando menos días a la semana y sacando extras, y lo último que hace es desvincular a un trabajadores, es decir, trata de palear la situación pero en la medida en que esto se profundiza, por más buena voluntad que uno pueda tener, no hay manera de sostener una actividad”, compartió el industrial.

En este marco, a la par del duro escenario productivo aparece la crisis sostenida del consumo producto de la reducción de las ventas en los comercios, ya que las familias empiezan a comprar en menor cantidad o directamente a descartar algunos consumos. De acuerdo con el último dato de ventas minoristas que elabora la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en abril la comercialización cayó 7,3% interanual y acumula en el primer cuatrimestre una baja de 18,4%. Sobre ello, la ropa es uno de los principales bienes de consumo de la población argentina, sólo por detrás de alimentos y bebidas y transporte. La crisis de los ingresos en los últimos años -agravada en estos meses- no ha dejado exento al sector de una caída en sus ventas. Si bien las ventas de Textil e indumentaria subieron 8,8% en abril desde la cámara indicaron que estuvo vinculada al cambio de temporada y que “los costos subieron mucho y la rentabilidad está al límite”. Datos de Fundar dan cuenta de una caída desde diciembre en torno al 30%. 

 

“Es un círculo vicioso ya que en la medida en que nosotros tenemos índices de producción más bajos, los costos internos se hacen más altos ante una inflación que corre al 8% mensual y el dólar al 2%, somos cada vez más caros en dólares. Argentina compite de igual a igual con las peores prácticas del comercio internacional en términos de derechos laborales, con países como Bangladesh y Myanmar, orígen de los productos importados, donde las jornadas laborales son de 16 horas, cobran 80 dólares, no hay sindicatos, y además se permite el trabajo infantil por ley. Somos más caros porque producimos menos en términos de consumo, pero también porque  buscamos dignidad para nuestros trabajadores”, agregó el entrevistado. 

Respecto de la situación salarial actual, desde la Asociación Obrera Textil de la República Argentina (AOT) reclamaron esta semana por "la catastrófica pérdida del valor adquisitivo del salario por efecto de la inflación acumulada en los últimos meses" y la "paralización de la negociación paritaria", a la vez que exigieron la "inmediata recomposición salarial vía salarios justos”.

Sector pyme en alerta

Las pequeñas y medianas empresas el país en su conjunto se encuentran en alerta por la caída del nivel de producción resultado de la contracción de la demanda, la menor competitividad debido a los altos costos en dólares, las dificultades para exportar, la falta de respuesta del gobierno y la preocupación por el aumento de importaciones. Al respecto, advierten por la pérdida de puestos de trabajo y el posible cierre de empresas si no se toman medidas para mejorar la situación económica. “Textiles y calzado, muebles, alimentos, línea blanca, artefactos del hogar, repuestos, sector autopartista, es decir, en todo lo que se consume en el mercado interno y que necesita del trabajador, se evidencian grandes problemas”, explicó a este medio Daniel Rosato, referente de Industriales Pymes Argentinos (IPA) y agregó que “en muchos sectores testigos se registran ya suspensiones por un mes o dos meses, porque están sobrestoqueados y no venden”.

En ese sentido, el empresario industrial dijo que “por un lado está el problema del deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores y, por otro, el impacto de las importaciones ya que hay sectores que no tenían problemas, como por ejemplo el metalúrgico, que les abrieron las importaciones y prácticamente los dejan afuera de mercado porque tenemos costos de producción muy altos”. Asimismo alertó que, de acuerdo a los relevamientos que realizan desde el Observatorio Pyme, “los datos indican que la crisis de la producción se a profundizar y eso va a generar más desempleo, lo que provoca que la gente deje de comprar y esto va a significar, por lógica, cierre de empresas así como también un incremento de la informalidad que impacta en la recaudación del Estado, no solo porque el trabajador tiene que elegir entre comer o pagar un impuesto sino porque el pequeño productor que no puede competir y pagar sus compromisos fiscales, queda fuera del sistema y pasa a la informalidad”.

 

Sobre este punto desde Pro Tejer fueron contundentes al señalar que “los países desarrollados no rifan su soberanía industrial, la profundizan, la abonan todo el tiempo con medidas, entonces hay que mirar lo que hacen y no lo que se dicen. Un ejemplo es el propio Estados Unidos, el país más liberal del mundo, que hace dos semanas subió todos los aranceles de importación a todos aquellos productos que considera estratégicos y quiere desarrollar. Abrir las importaciones no puede ser a costa de la pérdida de todo un entramado productivo ni de la pérdida de empleo”.

Cambios de fondo en el RIGI

Mientras continúa el debate en comisiones del Senado en torno a la “Ley Bases” que presentó el oficialismo, cada vez son más las voces que alertan por el impacto desfavorable que traería el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) si se aprueba tal y como figura en el proyecto original. Se trata de un programa de beneficios a 30 años para extranjeros o locales que inviertan más de 200 millones de dólares en el país, que recibirán exenciones fiscales, aduaneras y monetarias, entre otros y que -alertan desde distintos sectores- podría afectar el desarrollo del entramado productivo nacional y poner en jaque el rol de la industria nacional en el proceso económico.

“Consideramos que es muy importante que se avance en una ley para nuevas inversiones pero eso no puede ser en detrimento de todo el arco productivo nacional y tiene que ser en beneficio para nuestro país y no solo para las empresas” dijo a este medio Galfione y contó algunas de las propensas que desde el espacio que preside llevaron al debate en el Senado. “Propusimos beneficios que se puedan aplicar a un plan de desarrollo de proveedores locales, que traccionen las cadenas de valor con nuestras empresas, que se mejore la competitividad en infraestructura, logística, y en un montón de cosas que nos van a permitir no solo abastecer a los sectores productivos con materias primas básicas sino que también nos pueden llegar a servir para exportar nuestra producción”. 

 

 

El industrial resaltó que “cuando se agrega valor a las materias primas se multiplica ese de forma inconmensurable. Un ejemplo es el sector textil, que agrega valor al algodón que nace en nuestra tierra y lo multiplica por 30. Es decir, por cada dólar que yo saco en una planta de algodón, se transforma en 30 dólares de valor agregado de producto de exportación por eso no es casualidad que los países más importantes del mundo se han desarrollado a través del sector textil”. Por su parte, Rosato mencionó que “los beneficios que se le estarían dando a las grandes empresas van a terminar destruyendo mucho más a la industria nacional, porque la deja fuera de competitividad al posibilitarles a las grandes firmas comprar afuera con arancel cero. Y a esto se suman los beneficios impositivos que las pymes hoy no tenemos”, cerró.

Comentá la nota