"La Rosadita" de Anillaco abre sus puertas al turismo

La emblemática casa del ex presidente Carlos Menem en el departamento Castro Barros podrá ser visitada por turistas. Así lo acordó la familia Menem con el municipio que administrará la vivienda. Se prevé que desde diciembre abra sus puertas.

La residencia de Carlos Saúl Menem, en la localidad de Anillaco, se convirtió en un lugar emblemático de los años 90 por el que pasaron políticos locales y extranjeros, celebrities, empresarios, periodistas y personajes del jet set.

Conocida popularmente como “La Rosadita”, en alusión al rosa colonial de sus muros y su fachada, y al hecho de ser la residencia de descanso del Presidente de aquella década, su estructura es imponente pero sobria al mismo tiempo.

Sin extravagancias ni ostentaciones, está construida en el estilo de las tradicionales residencias del campo argentino, con la clásica galería que protege del calor intenso.

La construcción demandó 12 años y cuando fue inaugurada, en febrero de 1997, se transformó en un paseo obligado de todo aquel que visitara La Rioja.

Desde diciembre, la casa de Menem será parte del circuito turístico oficial de la provincia gracias a un acuerdo que selló Zulemita Menem, actual propietaria de la residencia, con el Municipio de Castro Barros, que tendrá a cargo la explotación del emblemático lugar hasta 2023.

“Gracias a la gestión de @zulemitamenem y @DelIntendente nuestra casa quedará abierta para que la visiten y conozcan el pueblo donde nací, lugar que me llevó a ser Presidente de los Argentinos dos mandatos, Gobernador tres veces y actual Senador por mi provincia”, tuiteó Carlos Menem este sábado para dar a conocer su nueva iniciativa.

Por el momento, las personas que visiten “La Rosadita” no podrán ingresar a su interior. Sólo estarán autorizadas a hacer un paseo por el parque y contemplar sus instalaciones externas como la piscina, el quincho y la cancha de tenis.

El municipio, que tomó posesión de la residencia esta semana, será el encargado de ponerla en condiciones antes de abrir sus puertas al turismo ya que desde hace dos años la casa está deshabitada.

Como habrá 10 personas trabajando en el lugar -entre cuidadores, jardineros y guías- “se cobrará una entrada simbólica” a los visitantes, contó Zulemita, para poder continuar con las tareas de mantenimiento.

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