Antes del impacto pleno del aumento del 2,34 % de diciembre, ANSES introdujo un ajuste que volvió a poner la lupa sobre la composición del ingreso mensual de los jubilados. La modificación, que no apareció en grandes anuncios, terminó influyendo en la forma en que se combinan los tres componentes centrales de fin de año: el haber actualizado, el bono extraordinario y el aguinaldo. La atención volvió a instalarse en un detalle técnico que reconfiguró la escala de pago para millones de beneficiarios.

Con la aplicación del incremento basado en el IPC de octubre, el haber mínimo pasó a $340.879,59. A ese monto se le suma el bono extraordinario de $70.000, que sigue vigente como refuerzo para quienes cobran la mínima. De esta manera, el ingreso mensual asciende a $410.879,59, cifra clave para proyectar el cobro total del mes. Sobre ese valor también se liquida el aguinaldo, convirtiendo diciembre en el punto más alto del año para el universo previsional.

La variable que altera el esquema es el nuevo corte que define el alcance del bono, ya que el refuerzo deja de comportarse como una suma uniforme para convertirse en un monto proporcional según el nivel de ingresos del jubilado. Aquellos que perciben el haber mínimo reciben los $70.000 completos, mientras que quienes superan esa cifra acceden a un refuerzo que se va reduciendo hasta llegar al límite fijado por la resolución oficial. A partir de ese tope, el bono deja de aplicarse.

Esa diferencia repercute directamente en el aguinaldo, ya que el medio haber se calcula sobre el valor actualizado de diciembre, incluyendo el impacto del aumento. Así, la mínima con bono y aguinaldo alcanza $581.319,38, mientras otros beneficiarios reciben variaciones según su nivel previsional. Lo que marca el cierre del año no es solo el incremento del 2,34 %, sino la interacción entre este ajuste y el mecanismo que define el pago del refuerzo extraordinario.