Los próximos 90 días pondrán a prueba la paciencia de la clase media: seguirán cayendo los ingresos y el consumo

Los próximos 90 días pondrán a prueba la paciencia de la clase media: seguirán cayendo los ingresos y el consumo

El Gobierno también reconoce que todavía la economía no tocó fondo. El eventual regreso de Ganancias y los aumentos de tarifas serán nuevos golpes al bolsillo en el corto plazo. Las empresas de consumo masivo piden que se frene el 45% de aumento que pide Camioneros.

Por: Pablo Wende.

A 90 días de inicio de su gestión, Javier Milei mantiene un envidiable nivel de aceptación, superior al 55%, sobre todo considerando el contexto de alta inflación, caída de salarios y de ventas. Pero los próximos 90 días serán también altamente desafiantes, porque la economía y el consumo seguirán cayendo. Es decir todavía no se vio lo peor.

No es casualidad que el Presidente haya pedido “paciencia y confianza” en su mensaje de apertura de las sesiones ordinarias en Congreso. El Gobierno tiene claro que aún no se tocó fondo, pero por otra parte la “luna de miel” que caracteriza el inicio de las gestiones de Gobierno se irá esfumando.

Los aumentos de tarifas tendrán un efecto muy fuerte sobre los bolsillos, especialmente de las clases medias. Todavía no llegaron las facturas con los últimos aumentos de la electricidad y están pendientes los incrementos en el gas, mientras se termina de negociar el ajuste del agua.

Además de impactar de manera directa en los presupuestos familiares, estos aumentos también generan una “segunda vuelta” de ajustes. El caso típico es el de las expensas. A su vez, las fábricas y comercios sufrirán un fuerte aumento de los costos que terminará impactando en los precios de los productos que venden.

La suba de las tarifas es impostergable, porque es la manera de bajar los subsidios y mantener el equilibrio fiscal. Para continuar con la baja del riesgo país, la estabilidad cambiaria y la acumulación de reservas, el Gobierno depende de prolongar el buen comportamiento fiscal de enero. Pero a su vez el FMI salió a marcar la cancha: más motosierra y menos licuadora, fue el mensaje de la subdirectora gerente del organismo, Gita Gopinath.

Al mismo tiempo se discute con los gobernadores el regreso del impuesto a las Ganancias, volviendo al esquema previo al que estaba vigente antes de la ley que impulsó Sergio Massa para aliviar los bolsillos de la clase media. Al final, el ministro de Economía no llegó a la presidencia, pero las provincias (y también la Nación) perdieron una importante fuente de ingresos fiscales.

Los últimos pasos que dio Javier Milei buscan respetar la ecuación de “más motosierra y menos licuadora”, que incluso sugirió el FMI. Pero además la baja de sueldos a los legisladores o el cierre del INADI y de Télam buscan trabajar sobre el umbral de paciencia de la gente, ante una recesión que se agravará en los próximos meses

El tema quedó planteado en el encuentro que mantuvieron ayer los gobernadores en Casa Rosada. El planteo ya es conocido: el Gobierno precisa que se avance con la ley de Bases y ofrece a cambio la vuelta de Ganancias para asalariados. La discusión, en todo caso, pasa por quién asume el costo político de ese anuncio.

El malestar de la clase media podría ir en aumento y volverse en contra del Gobierno, algo que tienen bien claro en el círculo íntimo del Presidente. Pero al mismo tiempo también habrá señales positivas, con las que se buscará consolidar la idea de “la luz al final del túnel”.

La baja de la inflación es central dentro de este esquema y lo que daría sustento a la idea de “aguantar el sacrificio”. Sin embargo, la disminución tampoco será tan rápida. En parte porque hay precios relativos que aún se terminaron de acomodar (tarifas) y en parte porque los ingresos volverán sufrir en caso de reimplantarse la vieja escala de Ganancias.

Milei se mostró optimista sobre el proceso de reducción de la inflación, pero sin dar fechas para volver a un dígito. Algunos economistas creen que esto sucedería en abril. En el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que publica el Central, las consultoras que intervienen no son tan optimistas y proyectan que recién se llegue en junio.

En su encuentro con compañías alimenticias, el ministro de Economía dejó en claro que no habrá una nueva devaluación del dólar oficial. Y pidió que se transparenten los precios en supermercados, donde ahora proliferan ofertas del estílo “80% de descuento en la segunda unidad”, algo que no puede medir el INDEC

Luis “Toto” Caputo recibió en la última semana a empresas de consumo masivo y supermercados. El ministro de Economía pasó un mensaje a los formados de precios de la canasta básica: no hay planes de devaluación, por lo que el tipo de cambio oficial seguirá aumentando un ritmo de 2% mensual. No tendría sentido hacerlo cuando además el techo de la brecha cambiaria, llevándola prácticamente al 15%, el precio más bajo desde fines de 2019.

Según la consultora Equilibra, los dólares financieros deberían salir de su letargo. Para fin de marzo estima una cotización de $ 1.170 y para fines de abril de $ 1.350. Si se produce este repunte, la estrategia de mantener un ritmo mínimo de ajuste para el oficial tambalea. Por eso, Domingo Cavallo sugirió acelerar el “crawling peg”, aprovechando además la desaceleración de precios de febrero.

El pedido de Caputo

Pero Caputo hizo otro pedido. No pidió un congelamiento o listas de precios como con el kirchnerismo, pero sí que los supermercados transparenten los precios. En medio de la caída de consumo, empezaron a proliferar ofertas para seducir a los clientes. La más repetida es “el segundo producto con descuento del 80%”. Esto reduce sustancialmente el precio de un yogurt, de una lata de atún o de una gaseosa para el consumidor, pero no es tenido en cuenta por el INDEC para efectuar su medición mensual de inflación.

La decisión del Gobierno de no homologar la paritaria de Camioneros procura evitar que los aumentos salariales excesivos impidan una disminución más rápida de la inflación. Las fabricantes de bebidas le explicaron al equipo económico que un aumento del 45% (entre marzo y abril) necesariamente debe ser trasladado al consumidor para que la ecuación cierre.

La paritaria de Camioneros mantiene en vilo a las empresas. Los Moyano negociaron un aumento de 45% para el bimestre marzo-abril, pero las compañías de consumo masivo y especialmente las fabricantes de bebidas, ya adelantaron que trasladarían ese incremento al producto final por no poder absorber los costos

Lo que se resuelva en este caso será un verdadero “caso testigo” para otras negociaciones sindicales. Para frenar esta bola de nieve, no queda otra que bajar fuertemente las expectativas de inflación para adelante, tanto en el caso del público como de las empresas. La desaceleración inflacionaria está en marcha, pero llevará tiempo. Milei señaló que la caída del dólar en algún momento “hará bajar la inflación como un piano”, pero eso todavía no sucedió y podría demorar un tiempo más.

El Gobierno sabe que ahora apelar a la paciencia requerirá de esfuerzos adicionales. Por eso, encendieron más fuerte la motosierra. No solo para reducir el nivel de gasto en el Estado, sino también para calmar la ansiedad de la gente, como ocurre con el cierre de la agencia Télam, desenmascarar los negociados detrás de la contratación de seguros o dar marcha atrás con los aumentos de sueldos a legisladores. Nada alcanza para alcanzar el equilibrio fiscal, pero se da un mensaje muy fuerte de austeridad.

El Pacto de Mayo también tiene como objetivo plantear un nuevo horizonte temporal para la sociedad. De esta forma, es más digerible el ajuste y la caída adicional de la actividad que se verá en los próximos meses. Este gran acuerdo político, según plantea el propio Gobierno, sería algo así como un antes y un después, por lo que es una buena manera también de ganar tiempo y mantener alta las expectativas.

Milei deberá romper la “maldición” del segundo semestre. La promesa de Mauricio Macri de un repunte económico luego de los primeros seis meses de gestión no se produjo, aunque sí es cierto que el año siguiente, el 2017, fue el único positivo de su gobierno, con fuerte aumento del nivel de actividad, baja de inflación, pero un aumento fuerte del endeudamiento.

Todo parece indicar que el rebote económico también tardará en llegar, aunque es posible que el piso se encuentra a mediados de año. A partir de allí se dará el gran desafío de conseguir un repunte, con mejora del consumo, baja de la inflación y mejora del empleo. Pero todo esto requiere inevitablemente de sostener el equilibrio de las cuentas públicas, un enorme desafío para una Argentina que lleva décadas de vivir por encima de sus reales posibilidades.

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