Presupuesto 2013: una ilusión sciolista

Presupuesto 2013: una ilusión sciolista
El presupuesto de gastos e ingresos provincial para 2013 se ha convertido nuevamente en una ilusión del sciolismo; se realizó en base a sueños utópicos de varios funcionarios, con pocos signos de realidades macroeconómicas de una provincia en crisis. Un presupuesto hecho para no ser votado
El presupuesto de gastos e ingresos provincial para 2013 se ha convertido nuevamente en una ilusión del sciolismo; se realizó en base a sueños utópicos de varios funcionarios, con pocos signos de realidades macroeconómicas de una provincia en crisis. Un presupuesto hecho para no ser votado.

La estructura del funcionamiento de la ley de leyes para el año venidero trae aparejadas muchas novedades, que deben ser analizadas individualmente.

El gasto establecido en el presupuesto es de $ 139.000.000.000. Un prepuesto irreal comenzando desde la base, si se toma en cuenta que el incremento es de solamente el 22% con respecto al de 2012.

Considerando que el presente ejercicio tendrá un déficit final de $ 30.000 millones, de acuerdo a lo presupuestado y lo efectivamente pagado, con plata, no con bonos, el saldo negativo es muy alto. En realidad, el déficit real es mucho menor, pero, como se infló tanto el presupuesto, finalmente en los números fríos es muy alto.

Dentro de este sueño utópico del presupuesto 2013 se establece un saldo positivo entre los gastos y los ingresos corrientes de $ 1.700 millones; lo mejor del presupuesto, no por su realidad, sino por su concepto económico de no reflejar déficit de funcionamiento. Aunque si contamos con las necesidades de pago de deudas, la necesidad de financiamiento es de $ 13.000 millones.

Pero lo llamativo de esto es cómo se llega al saldo posi-ivo entre gastos e ingresos; simple: establecieron que el ingreso propio de la Provincia crecería un 35%, no por mayor recaudación sino por el simple hecho de aumento

de impuestos.

Para aumentar los impuestos se estableció un incremento de la base imponible del 20% al impuesto Inmobiliario, se procederá a pagar un adicional cuando se posea más de un inmueble, se actualizará todos los años la base imponible de la flota automotriz y, como frutilla del postre, se impondrá el pago de Ingresos Brutos a la industria, haciendo desaparecer las exenciones, lo que aumentará el costo de la producción primaria de un 1% hasta un 1,75%.

Es evidente que el equipo económico del Gobernador no se caracteriza por sus brillantes ideas o por su lucidez en la adecuación de soluciones financieras a la crisis económica provincial.

Los economistas no buscaron aumentar el nivel de recaudación haciéndolo más eficiente, sino que tomaron el camino más corto: aumentaron los impuestos, pero de la peor manera, imponiéndole la carga tributaria de sus errores a la industria, obligándola a pagar Ingresos Brutos a la producción primaria. Impuestos recesivos e inflacionarios, si los hay.

En la Provincia existen dos ministros de Economía: Silvina Batakis, la funcionaria que ocupa el sillón formal, y el titular de Infraestructura, Alejandro Arlía, el ministro real. Si tenemos en cuenta que a las empresas nacionales las maneja un viceministro, a la política económica la conduce el licenciado Moreno, y al sistema financiero nacional la AFIP, ¿por qué en la provincia de Buenos Aires el que maneja la economía no puede ser el ministro de Infraestructura? Está dentro de la lógica nacional. La imagen no es la mejor en el ámbito financiero internacional, pero el hecho de ser correctos ya no es una prioridad de los políticos en general, sólo tratan de sobrevivir.

Uno, como simple ciudadano, cree que el Gobernador tiene un poco de buena voluntad, y puede entender que

las necesidades de la situación política en el país lo obliguen a retocar o realizar arreglos inadecuados en la ley de Presupuesto, pero es de creer que Scioli no usará esta ley para su manejo diario, que la misma es sólo para cumplir lo formal, y que internamente se manejará con un presupuesto propio ajustado a la realidad, con los índices de recaudación reales, proyecciones de gastos e ingresos fidedignos.

Aunque algunos dicen en los pasillos de la Gobernación que el presupuesto se armó para que no lo voten en la Legislatura, así pueden manejar todas las asignaciones de partidas por simple decreto; no resulta una mala jugada si ése fue el objetivo político buscado, sobre todo teniendo en cuenta las batallas políticas que se avecinan.

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