El pacto con el ELN, más difícil que el de las FARC

El pacto con el ELN, más difícil que el de las FARC

El diálogo con esa guerrilla se presenta más complejo por el funcionamiento orgánico y las reivindicaciones del grupo.

Por el radicalismo y la falta de cohesión del mando rebelde, el diálogo de paz entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el gobierno de Colombia se prevé más complejo que el que desembocó en el rechazado acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) , la principal guerrilla del país.

"Va a ser muchísimo, muchísimo más complicado que la negociación con las FARC", dijo Camilo Echandía, investigador del conflicto armado, sobre los diálogos entre el gobierno y el ELN, que, según se anunció a comienzos de esta semana, se establecerán a finales de mes en Ecuador para superar un conflicto armado de 52 años.

"Cada frente tiene su propia vocería, todo se discute y está sujeto a grandes debates y reuniones", por lo que "es más difícil alcanzar consensos" sobre los lineamientos de la organización y las negociaciones, agregó este profesor de la Universidad Externado.

El gobierno del presidente Juan Manuel Santos y analistas coinciden en que el ELN, la segunda guerrilla del país y con presencia en cerca de diez de los 32 departamentos colombianos, tiene divisiones en su órgano de dirección, el Comando Central (conocido como COCE), integrado por cinco de sus comandantes.

"Parecería que hay distintos criterios en torno a esta negociación", dijo el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, en septiembre pasado.

Tienen "en entredicho la cohesión, porque a lo largo de su historia ha habido una flexibilización de los mandos, en especial aquellos con más recursos" militares y económicos, derivados del narcotráfico y la extorsión, explicó por su parte Echandía.

Puso como ejemplo la situación del Frente Oriental, responsable del 40% de las acciones militares del ELN, que comanda Gustavo Aníbal Giraldo, más conocido por su nombre de guerra "Pablito" e integrante de la cúpula del grupo guerrillero, históricamente aliada a la dictadura de los Castro en Cuba.

Del líder de este frente, que opera en la zona petrolera de Boyacá, Casanare y Arauca, departamento fronterizo con Venezuela, diversas fuentes sostienen que ingresó en la dirección guerrillera en un intento de la comandancia para acercarlo al proceso de paz, cuya agenda de cinco puntos fue anunciada en marzo tras las conversaciones secretas con los enviados de Santos que comenzaron en 2014.

Los diálogos estuvieron paralizados por la exigencia del presidente de que los rebeldes dejaran en libertad a todos los secuestrados, una de las modalidades de extorsión -tanto del ELN como de las FARC- más despreciadas por la sociedad colombiana.

En las últimas dos semanas, la insurgencia liberó a tres civiles y antes de la instalación de la mesa se comprometió a soltar a los últimos dos en su poder.

Mando con discreción

El ELN tiene una estructura asambleísta y no vertical, como la de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que alcanzaron un acuerdo con el gobierno rechazado en un plebiscito, lo que dejó en suspenso la implementación del pacto tras casi cuatro años de negociaciones en La Habana, la capital cubana.

Tanto en los diálogos como en el manejo político y militar, las FARC demostraron el control de sus unidades -conocidas como "frentes"- a través del liderazgo de su jefe máximo, Rodrigo Londoño, alias "Timochenko", y su órgano de dirección, el Secretariado, integrado por nueve líderes guerrilleros.

Pero el principal comandante del ELN, Nicolás Rodríguez, más conocido como "Gabino", aunque es "el hombre jefe aceptado y respetado por todos", "ejerce un mando con mucha discreción", explicó a Caracol Radio monseñor Darío de Jesús Monsalve, facilitador de las conversaciones.

Sin embargo, la diferencia en la mesa de conversaciones entre el gobierno y los rebeldes no es sólo por sus estructuras políticas y militares.

Las FARC muestran una mayor capacidad de fuego con sus 5765 combatientes -a comienzos de la década pasada llegaron a integrar sus filas unos 18.000 milicianos-, más del triple de los del ELN, estimados en 1500 por los órganos de seguridad colombianos.

"El desarrollo histórico de las guerrillas en Colombia ha marcado la agenda de negociación", advirtió Echandía.

Ambas agrupaciones surgieron en 1964: las FARC, tras una sublevación campesina de origen liberal que se transformó en marxista, mientras que el ELN desde su nacimiento estuvo influenciado por la revolución cubana y la Teología de la Liberación, una corriente latinoamericana en la Iglesia Católica con énfasis en el acercamiento a los pobres.

Fe e ideología

"El ELN es una mezcla de Marx, el Che y Jesucristo obrero, con acciones urbanas e influencia estudiantil", afirmó Víctor de Currea Lugo, politólogo experto en el conflicto armado colombiano, que ha escrito libros sobre este grupo insurgente.

Según De Currea, mientras que la reivindicación histórica de las FARC ha sido la posesión de tierras para los campesinos, el ELN ha abanderado temas ambientales, urbanos y de participación ciudadana que no fueron incluidos en la otra negociación.

"El ELN hace énfasis en la participación de la sociedad y busca una mesa (de conversaciones) de tres patas: gobierno, guerrilla y sociedad", añadió.

La amplitud y complejidad de temas por convenir con la sociedad hacen que los diálogos con el ELN tengan un "muy difícil trámite", señaló Echandía.

Y más cuando en Colombia a los rebeldes los precede el dicho "el ELN enreda hasta un aplauso", tras los varios acercamientos y procesos de paz fallidos desde finales de 1980.

"De lo acordado con las FARC, la cuestión jurídica y de participación política sería un punto de partida en las negociaciones con los «elenos». Sin embargo, el lío complicado está en otros puntos (como el de la apertura de la democracia) y en que no cambian con el tiempo su visión ideológica del país, son bastante dogmáticos", dijo Echandía.

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