Otra historieta más de abogados y espías

Otra historieta más de abogados y espías

Ante el naufragio de la investigación por la muerte del fiscal, se intenta crear un aire de misterio alrededor del abogado de un supuesto agente de inteligencia, a quien Nisman marcó como partícipe necesario de la firma del acuerdo con Irán. Teorías conspirativas y falsedades para ignorar las pruebas del caso.

Por Raúl Kollmann

Cada tanto, los medios alineados con el macrismo tratan de darle algún aire a la causa por la muerte de Alberto Nisman. Como no encontraron ninguna prueba de que lo hayan matado en ocho años, buscan caminos laterales. Esta vez, afirman que el defensor del supuesto espía Allan Bogado, trabajaba en un estudio en el que había abogados kirchneristas. En realidad, nunca importó la filiación de Bogado. Lo que Nisman denunció es que Bogado -supuestamente espía y de La Cámpora- había estado en Nueva York y Zürich, Suiza, negociando el Memorándum de Entendimiento con funcionarios iraníes. Lo que se comprobó -y eso es lo fundamental- es que Bogado nunca salió del país, que no estuvo ni en Nueva York ni en Zürich y no tuvo la menor relación con la negociación del Memorándum. Fue una de las tantas falsedades esbozadas por Nisman pocos días antes de dispararse en el baño de su departamento.

La nota publicada este miércoles por el diario Clarín mantiene reserva sobre el nombre del abogado de Bogado, con el argumento de que fue un agente de inteligencia. El letrado se llama Guillermo Alberdi y figura en centenares de notas periodísticas, entre ellas una del propio matutino, en octubre de 2017, donde además dice que se trata de un abogado relacionado con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Este diario también publicó su nombre en reiteradas oportunidades porque era oficialmente el defensor de Bogado.

Toda la idea del matutino es crear un aire de misterio ante el naufragio de los dos expedientes, el de la muerte de Nisman y el del Memorándum. En la mañana del domingo 18 de enero, el diario La Nación publicó que, según el fiscal, un agente de inteligencia de La Cámpora había negociado el Memorándum. El matutino no publicó el nombre del supuesto agente y por lo tanto hubo llamadas entre jefes y agentes de la AFI para saber de quién se trataba. Después se supo que el mencionado era Allan Bogado, que no había salido del país. Meses antes, uno de los jefes de la SIDE, Antonio Horacio Stiuso, lo había denunciado por hacerse pasar por espía. Ahora el diario afirma que Bogado era agente, pero no de Stiuso, sino del jefe de Contrainteligencia, Fernando Pocino. El dato no tiene la menor relevancia: lo central es que no estuvo en ninguna negociación y que en toda su vida había salido una sola vez del país, pasando de Misiones a Paraguay por un día. O sea, Nisman armó la denuncia del Memorándum tan a las apuradas que ni siquiera chequeó el dato con Migraciones.

La desesperación de Comodoro Py y sus aliados mediáticos es que ya convocaron a declarar a cien exagentes de la AFI y no encontraron ni un solo elemento que sustente la teoría del homicidio de Nisman. En ocho años, el fiscal Eduardo Taiano y el juez Julián Ercolini no esbozaron siquiera una hipótesis de cómo alguien entró -sin ser detectado- al complejo Le Parc, al piso 13, al departamento del fiscal cerrado por dentro y al baño en el que no hay una sola pisada o huella.

El método entonces es agarrar por colectora y esbozar teorías conspirativas sin la menor relación con los hechos concretos. En todo el camino, lo único que pudieron usar fue una falsa pericia armada por la Gendarmería cuando la ministra era Patricia Bullrich. El fraude pericial fue de tanta envergadura, que ni siquiera quisieron convocar a los peritos de la Gendarmería para que declaren bajo juramento. Y mucho menos que los gendarmes confronten posturas con quienes hicieron la autopsia quienes concluyeron que "no se advierten elementos que científicamente puedan sustentar la existencia de un accionar homicida". Tampoco quisieron poner a los peritos de Gendarmería a debatir con los integrantes de la junta de criminalistas, encabezados por especialistas de la Policía Federal, que diagnosticaron que “no había nadie en el baño en el momento del disparo”.

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