Obras sociales: sindicales versus prepagas

Obras sociales: sindicales versus prepagas

Si bien los trabajadores tienen derecho a una obra social por el descuento del 3 % del salario, muchas veces se pasan a prepagas por la baja calidad de las que ofrece el sindicato. Aquí las razones.

 

Frente al vaciamiento estructural de la salud pública, las obras sociales sindicales no han quedado por fuera, sino todo lo contrario: mala atención, trabas burocráticas para conseguir turnos, aranceles sin ningún tipo de regulación en clínicas y centros de salud, son algunas de las peripecias por las que los trabajadores y sus familias pasan diariamente para acceder a la cobertura médica, que está paga de antemano y por la cual no se descuenta solo el 3 % del salario, sino que alrededor de un 6 % más lo aporta el empleador. Es decir, por ejemplo, que de un salario de $ 10.000, la caja de la obra social se llevaría mensualmente alrededor de $ 1.000.

Si nos adentramos en las distintas zonas del conurbano e investigamos cuanto han invertido estructuralmente en sanatorios las distintas obras sociales, veremos fácilmente que hace décadas son las mismas clínicas de siempre, que cada vez están en peor estado.

La pelea feroz por conseguir afiliados

Claramente la salud se está convirtiendo en el negocio redondo para un sector de empresarios que, aprovechando la situación de desesperación de los afiliados y la ley que permite a cada trabajador elegir su propia obra social, salen a la ofensiva ofreciendo todo tipo de paquetes de cobertura médica para adquirir los tan preciados aportes de los trabajadores. Pero no solo los empresarios, también el Papa Francisco tiene su propia obra social prepaga en Argentina.

Lo que ganas define que salud mereces

La forma en que las prepagas eligen a sus afiliados, que cobertura te corresponde según tu salario y cantidad de grupo familiar, edades y demás, parece de terror. Por fuera de toda legislación, educan a los vendedores para que elijan a sus posibles compradores: sanos, jóvenes y si es posible que no usen cotidianamente el servicio.

Así estas empresas recaudadoras pasan años recibiendo aportes de trabajadores que apenas utilizan la obra social, generalmente jóvenes de entre 18 y 25 años que utilizan en promedio dos veces anuales el servicio.

Negocio para empresas, negocio para burócratas

Muchos trabajadores que se quejan por el mal servicio de salud que le brindan sus obras sociales sindicales a veces intentan cambiarse, pero a pesar de que la ley 23.660/62 permite a cualquier trabajador optar por una cobertura a elección, no pueden realizar el cambio porque son hostigados y amenazados por sus delegados con respuestas tales como: “si te pasas de obra social no te vamos a brindar protección sindical”. Es decir, además de que los trabajadores abonan el 3 % de su salario para acceder a un servicio de salud, que debería garantizar su sindicato, algunos ni siquiera pueden llevar a cabo la elección de uno mejor.

El sindicato que se lleva todos los galardones por esta práctica mafiosa es la UTA, a quien sus afiliados denuncian por el pésimo y casi inexistente servicio de salud que se les brinda, terminando muchos de ellos abonando planes aparte por miedo a perder el trabajo en el caso de traspasarse.

Mientras tanto, empresas buitre de todos los colores se hacen un festín aprovechando esta situación y la Superintendencia de Salud, organismo del estado que debería velar por el derecho de los trabajadores a recibir el Plan Médico Obligatorio por cualquier obra social, sea sindical o privada, brilla por su ausencia.

 

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