Pasó el último día hábil de la transición y el domingo el presidente electo Javier Milei asumirá su cargo. La necesidad de estabilizar, enfrentar una actividad económica en baja y contener el conflicto social, aparecen como un trilema de difícil solución, sin reservas y con malas expectativas
Por Mariano Cuparo Ortiz
El presidente electo, Javier Milei, asumirá este domingo y deberá comenzar a mostrar sus primeras cartas para enfrentar una coyuntura económica extraordinariamente compleja en el corto plazo y con una dinámica estanflacionaria de largo plazo: desde el vamos la necesidad de estabilizar variables, enfrentar un freno en una actividad económica con altos niveles de empleo y contener el conflicto social frente a un deterioro notable en los ingresos de trabajadores se presenta como un trilema de difícil solución. En sus primeros meses deberá enfrentar una inflación inédita en el siglo actual y acelerando, unas reservas que están en niveles históricamente bajos, expectativas que apuntan a la dolarización y pagos de deuda por USD7.000 millones hasta abril. Las tres semanas de transición terminaron y llegó la hora de las definiciones.
Buena parte del parate de la actividad reciente se explica por la misma falta de dólares que llevó a las expectativas de devaluación a que los futuros de diciembre prevean un tipo de cambio a $760 y que elevó a las cotizaciones financieras en las últimas dos jornadas. Por la falta de reservas y el atraso cambiario la expectativa generalizada es que habrá devaluación. Desde el sector industrial explicaron varias veces que la administración de importaciones derivada de esa falta de dólares le puso un freno a la producción. Pero lo cierto es que una suba del precio del dólar golpeará a la inflación, por ende al salario, entonces al consumo y finalmente a la actividad.
Lo explicó el director de la consultora Epyca, Martín Kalos: “La devaluación es obligada por el atraso cambiario y la falta de dólares. Va a generar un poco más de aceleración inflacionaria, un poco más de contracción económica, que después va a ayudar a que cuando sea el momento propicio para empezar un plan de estabilización, con un poco más de inflación y de contracción económica, más adelante, se haga desde un nuevo piso, con un poco más de reservas”.
La falta de reservas es efectivamente acuciante: las netas se acercaron a un negativo de USD12.000 millones, hasta acá inédito. Las brutas cerrraron el jueves en USD21.200 millones. Es más que el peor momento de noviembre pero un número nunca visto desde marzo del 2006. Con algunos agravantes no menores: entre privados y FMI el gobierno entrante deberá pagar capital e intereses de deuda por USD7.000 millones entre el 21 de diciembre y el 30 de abril. Pero, además, por la propia administración importadora, las empresas acumulan una deuda comercial cuyo monto total se estima en otros USD55.000 millones.
Todavía sin una devaluación definida, para la inflación de diciembre se espera, por coberturas, efecto arrastre de noviembre y descongelamientos, un número en torno a 20%, que llevará a la del total del año a acercarse seriamente al 200%, número al que la economía nunca se aproximó desde 1990 (y al que en ese año superó por mucho), ni siquiera a la salida de la convertibilidad, cuando la recesión y el desempleo permitieron una corrección cambiaria sin demasiado pass through.
Los salarios más privilegiados, es decir los que mide el Ripte entre los trabajadores formales y estables, cayeron 25,8% en los últimos ocho años, durante las gestiones de Cambiemos y el Frente de Todos. Los niveles de empleo, en cambio, son históricamente altos: el último dato mostró que en el segundo trimestre el 44,6% de la población tuvo un trabajo, un número que nunca se había visto desde que empezó la serie histórica, en 2003. Con todas las otras variables detonadas, eso es lo que sí está en juego de cara a la parte de la palabra estanflación que refiere al estancamiento de la economía.
El ajuste fiscal y su consiguiente reducción en la emisión monetaria es una de las señales que el mercado espera por parte del nuevo gobierno para comenzar a confiar en la posibilidad de una estabilización de las variables: su condición de posibilidad en paralelo con la contención social y el empleo son un gran desafío para Milei.
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