Mélenchon pelea la campaña presidencial

Mélenchon pelea la campaña presidencial

A un puñado de días de la primera vuelta del domingo 23 de abril, el movimiento político lanzado por Mélenchon aceleró su crecimiento se da el lujo de desplazar del tercer puesto al católico tatcheriano François Fillon.

Por Eduardo Febbro

 

Desde París

De pie, enloquecidos por el verbo exacto, provocador e inspirado de Jean-Luc Mélenchon, sus partidarios gritan con una sola voz « afuera, afuera, afuera” (dégagez) cada vez que el líder de Francia Insumisa habla del liberalismo, de los banqueros, de la corrupción o de la Unión Europea. “Dégagez”: la palabra nació en otras revoluciones, aquellas que sacaron del poder en Egipto y en Túnez a los dinosaurios dictadores que aplastaban y espoliaban a sus pueblos. Hoy es la moda en Francia. La segunda consigna más escuchada en sus mítines fue “resistencia”. El “afuera” y la “resistencia” terminaron por configurar un escenario electoral que no figuraba en las neuronas del sistema:la izquierda radical de Mélenchon vino a disputar un lugar de lujo en la calamitosa campaña presidencial. A un puñado de días de la primera vuelta del domingo 23 de abril, el movimiento político lanzado por Mélenchon en febrero de 2016 aceleró su crecimiento hasta darse el lujo de desplazar del tercer puesto al católico y ultra tatcheriano François Fillon, el candidato de la derecha (Los Republicanos) ensombrecido por las revelaciones sobre los puestos de trabajo ficticios de su esposa Penelope y sus hijos en la Asamblea Nacional. Según los sondeos, Mélenchon está a un punto y medio arriba o empatado con Fillon. Uno de sus lemas, “el pueblo antes que la oligarquía”, ha cautivado a una Francia que, hasta ahora, no había encontrado el buen intérprete de sus desalientos. 

Los insumisos empiezan incluso a entrever la posibilidad de atravesar la línea de la primera vuelta y pasar a la segunda. Ninguna encuesta de opinión anticipa que Mélenchon supere el 23 o 24% de Emmanuel Macron, el hombre del extremo centro que figura segundo detrás de Marine Le Pen, la candidata de la extrema derecha. Pero eso es un detalle para esta Francia insumisa que, con una previsión que va del 18 al 19%, se alimenta de la inspirada prosa política de Mélenchon y de la convicción de que, con una campaña tan irregular como esta y la taza imponente de indecisos, todo es posible. Todo radica en lograr que las previsiones se realicen y, también, en superarlas. En 2012, el entonces Frente de Izquierda de Mélenchon cayó del 18% vaticinado por las encuestas a la seca realidad del 11%. 

Resistencia, libertad, futuro, Mélenchon es otro de los que saben entonar en sus intervenciones públicas el himno al optimismo, el homenaje a esa Francia tan distinta a la que describen las pesadillas de la derecha y la ultraderecha, esa “Francia bella y generosa que comienza cada día como una mañana nueva bajo su divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Nada que ver con “la máquina de odio” de Le Pen”, ni con las traiciones que los socialistas le infligieron a su candidato oficial, Benoît Hamon, ni con la deslealtad manifestada por el presidente François Hollande, a quien, en 2012, Mélenchon dio sus votos sin contrapartida. Al jefe del Estado no le interesó demasiado las burradas de la extrema derecha, ni los cuestionamientos insultantes de François Fillon contra la justicia. Sí, en cambio, salió a atacar a Mélenchon cuando dijo: “Jean-Luc Mélenchon no representa a la izquierda a la cual considero apta para gobernar”. Cuando les pareció inofensivo o apenas un romántico de la izquierda, los medios no se preocuparon de Mélenchon. En cuanto empezó a crecer, le atribuyeron a su programa el calificativo de “delirante proyecto del Chávez francés”. A medida que los sondeos le daban más peso, Mélenchon fue, también, moderando sus posturas hasta decir en la prensa “no soy de extrema izquierda”. 

Sus fuentes son una combinación de las extremas izquierdas, las izquierdas radicales, Podemos en España y el programa del candidato demócrata a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Bernie Sanders. Francia Insumisa se inspira devarias fuentes. Su programa, El Porvenir en común, consta de 7 ejes, 10 medidas “emblemáticas” y más d 350 medidas suplementarias. Fue adoptado en 2016 y pensado por el economista Jacques Généreux y la jurista Charlotte Girard. Con un slogan impactante porque le otorga el protagonismo al ciudadano, “La Fuerza del Pueblo”, Francia Insumisa presenta, según Charlotte Girard, “soluciones que jamás se habían preconizado antes y cuyos ejes son la participación popular”. La referencias centrales del texto fundador son el ecosocialismo y el programa del Partido de Izquierda, Lo Humano en Primer Lugar, elaborado por el Partido de Izquierda para las elecciones presidenciales de 2012. El punto número 62 del programa mélenchionista preconiza, en caso de victoria en la presidencial, la adhesión de Francia a “la Alianza Bolivariana de las Américas”, el Alba. Esa ida fue una de las armas con las que la histeria liberal atacó a Mélenchon acusándolo más o menos de “importar” una dictadura a Francia. Una de las grandes inspiradoras de Francia Insumisa es la filósofa Chantal Mouffe, la compañera de Ernesto Laclau. En una columna publicada por Le Monde y firmada por Chantal Mouffe, la filósofa sale al paso de las acusaciones contaminante que circulan sobre Jean-Luc Mélenchon. Mouffe escribe: “pintado como un peligroso extremista, Jean-Luc Mélenchon es atacado por todos aquellos que consideran que no hay alternativa a la globalización neoliberal. Para estos, la democracia requiere la aceptación del “consenso post-político” establecido entre los partidos de centro derecha y de centro izquierda. Si ese consenso es puesto en tela de juicio, sus responsables son tratados de demagogos y populistas”. Las potentes movilizaciones, la imagen positiva y los índices en los sondeos muestran que Mélenchon rompió el techo de la capilla y extendió su mensaje mucho más allá de los territorios cautivos de las izquierdas extremas o radicales (que no es lo mismo). A quienes acusan a Mélenchon de buscar instaurar en Francia un régimen sin libertades, Mouffe responde: “Mélenchon no quiere un régimen autoritario sino poner fin al régimen oligárquico”. 

Francia Insumisa ha tenido una habilidad creativa para ir creciendo con los instrumentos del sistema. Su canal YouTube suele superar las audiencias de los grandes medios y los consejeros de Mélenchon inventaron un dispositivo ingenioso para que su candidato este “casi” presente en varios lugares al mismo tiempo gracias a un holograma que torna corpórea la figura de Mélenchon. Simpatizantes del movimiento crearon también un juego informático muy exitoso, Fiscal Kombat, donde los oligarcas se enfrentan con el pueblo. El equipo montó además una webradio, Los días felices (su nombre ya es todo un programa) que ha pasado a ser la radio de los insumisos. Este ex miembro del Partido Socialista y ex senador, Ministro en el gobierno socialista de Lionel Jospin (1997-2002) y hoy eurodipitado, trazó su camino bajo las banderas de la rebelión. El deseo francés de que “se vayan todos” (el degagisme) le abrió un espacio donde su prosa insolente, sus propuestas razonables pero en contra de los consensos reinantes y sus diagnósticos fulminantes fueron, de pronto, escuchadas con otra atención. Mélenchon promete terminar de una buena vez con las exquisiteces de lo que él llama la “monarquía presidencial” y decir “no y no” a esta Europa “que deja a los ciudadanos en la puerta”. Con el Fondo -las propuestas -y la forma -los hologramas- Jean-Luc Mélenchon trastornó el decurso ya agitado de la campaña. A su adversario del centro (Emmanuel Macron), le dice: “señor de las bellas palabras, el problema es cómo hacer vivir a las personas, no empujarlas a que revienten”. Y a los supuestos “modernos” que apuntalan sus programas a fuerza de desregulaciones, Mélenchon les responde: “me importan un bledo esos discursos sobre la modernidad. Lo moderno es la protección social, el código del trabajo, lo moderno es el trabajo que permite vivir”. Ahí están esa palabras latentes que parecen hablarle a cada ciudadano como si evocaran su problema personal. Francia Insumisa cuenta con ellas para, de aquí al domingo 21 de abril, romper la barrera de los sondeos y acceder a la segunda vuelta. Muchas palabras han cambiado en las nuevas terminologías: desapareció “revolución” y en su lugar resuenan trabajo, soberanía, igualdad y, sobre todo, libertad. Francia Insumisa tiene fe en sus metas. A sus antagonistas, multiplicado en siete hologramas, Mélenchon les dice: Importantes, poderosos, amos de la tierra, tienen muchas razones de estar preocupados”.

efebbro@pagina12.com.ar

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