El juego de los especuladores de la yerba mate

El juego de los especuladores de la yerba mate

Un mega grupo yerbatero, que financia a la oposición, pasó a los comerciantes aumentos récord y avisó que no entregará mercadería al precio que dice el Gobierno. El avión privado de un CEO para Bullrich y las operaciones de bancos y consultoras con el oro, el FMI y la devaluación. 

 

En un escenario de extrema debilidad macroeconómica y a las puertas de la elección presidencial, le apareció al ministro de Economía, Sergio Massa, un frente de conflicto extra en el sprint final hacia las PASO. Un sector del establishment, que va desde empresas del consumo masivo a bancos y financieras, juega fuerte y de diferentes maneras para presionar, tanto en la escena financiera como en la de la economía doméstica, vinculada a los aumentos de precios.

El primer caso y más relavante que hizo punta en la especulación político económica tiene que ver con la empresa Establecimiento Las Marías, el pool misionero de la yerba mate que maneja marcas históricas y muy consumidas como Unión, Taragüi, La Merced y Mañanita. Según datos a los que accedió Página I12, en la última semana les impusieron a los comercios un aumento de 26 por ciento promedio para toda su gama de productos, que va desde yerba y té hasta el mate cocido y otras infusiones.

El lobby para conseguir subas está muy por encima del 5 por ciento de aumento que la Secretaría de Comercio está autorizando. "Quieren molestar, nadie está pasando aumentos tan grandes", se quejó un supermercadista de origen multinacional ante este diario, admitiendo lo extraño de una movida tan extrema a menos de una semana de las PASO y a sabiendas que la inflación es para el Gobierno un tema escurridizo. La situación entre Las Marías y la cartera que conduce Matías Tombolini es de extrema tensión hace varias semanas. La suba no tiene, además, ninguna conexión porcentual con la el aumento de impuesto a las importaciones ni a la evolución del tipo de cambio paralelo.

Financistas que también juegan

El caso de Las Marías es particular por dos razones: hace unos días, depositó 2 millones de pesos en la cuenta de campaña de Juntos por el Cambio, y hay más dinero de directivos particulares. Esos son los aportes formales.

Además, y más relevante aún, es el dueño de la góndola del rubro: tiene el 42 por ciento de las yerbas y el 30 por ciento en infusiones. En síntesis, es la cabeza de los aumentos de esos productos. Hoy, es casi la única empresa de las grandes que está en ese nivel de rebelión con los precios, cuando hay un pedido de cumplimiento para que, luego de las PASO, haya una nueva negociación por Precios Justos que reconocerá (como viene siendo hasta ahora) subas por mayores costos.

Pero los aumentos no son el único problema que plantea la situación de tensión con Las Marías: la empresa habló directamente con comercios chicos y supermercados de todo el país y avisó que no entregará producto si no hay aumentos en la línea de lo que pide. Un golpe duro por el nivel de participación que tienen en góndola.

El avión de Patricia

Por otra parte, la mayoría del establishment, aún en sus simpatías políticas, está esperando para ver en una elección que no da señales concretas de ganadores o perdedores. Otros, en cambio, dejan ver algunas cartas de respaldos. Uno de los casos que más ruido generó esta semana en los círculos de poder es de Woden Energy, una empresa de energía propiedad de los hermanos Patricio y Juan Neuss, titulares además de la firma que hace la VTV en Capital y dueños de varias bodegas. Vía esa empresa, los Neuss pusieron 10 millones de pesos para la campaña de Juntos por el Cambio.

El domingo pasado, tras celebrar el triunfo de Ignacio Torres, flamante gobernador de Chubut, Patricia Bullrich volvió a Buenos Aires en un avión privado. El avión es de Jorge y Juan Neuss y viajó junto a Bullrich Georgie Neuss, otro de los familiares. Jorge y Juan Neuss compraron además una mesa en la cena de recaudación de campaña de Bullrich, que se celebró hace unas semanas en el Palacio San Miguel.

Operación lingotes

Argentina tiene un problema macro (además de la sequía y el FMI) muy relavante que le trastoca todas las variables. En ese contexto, Massa tuvo tres procesos desestabilizantes en contra, a nivel financiero, en las últimas semanas: el primero, el fantasma del reperfilamiento de la deuda en pesos, que termino solucionándose. Luego, las dudas sobre si podría alcanzar un Staff Level Agreement con el FMI, que partieron de la oposición y los mercados, que recalentaron la plaza de dólares.

Pero el tercero y más fuerte fue hace unos días, cuando operadores de la City difundieron, vía diferentes informes, que Argentina tenía imposibilidad de cumplir los pagos pendientes con el Fondo. Hubo allí dos trabajos que sacudieron la plaza: uno de un banco mayorista internacional que predijo una devaluación post PASO; y otro trabajo de una consultora muy citada en los mercados, que sembró la sospecha de que el Banco Central usó oro para pagarle al FMI el vencimiento de 2700 millones de dólares que se abonó a inicios de la semana pasada.

La consultora 1816 fue la autora del trabajo que especula con el pago en oro. Si bien es real que las reservas del BCRA son más que escasas, los pagos al FMI se hicieron con yuanes y un puente de dinero de la Corporación Andina de Fomento (CAF). No es la primera vez que esa empresa apuesta a riesgo: fue una de las que difundió niveles muy elevados de reservas negativas, en un cálculo extraño que cuenta como pasivos los usos de dólares del swap chino pero no cuenta como activos el resto de los dólares que quedan del mismo swap.

Aún cuando Miguel Pesce desmintió el trabajo de 1816 desde el BCRA, dirigentes económicos de la oposición lo tomaron como cierto. Luciano Laspina, principal asesor económico de Bullrich cuantificó en 400 millones de dólares las ventas de oro para pagarle, supuestamente, al FMI. Una vez más, vale aclarar que las reservas del Central están en un momento de extrema fragilidad, pero los cálculos de montos negativos son muy poco rigurosos con los datos reales, en el marco de una lógica estrategia política del Central de no develar información cuando los mercados lo están pulseando por un devaluación.

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