El costo de vida tomó impulso por la suba de los alimentos, impactados a su vez por el alza del valor del dólar del último mes. Y todo indica que el billete verde seguirá con tendencia al alza.
Por: Martín Ferreyra
El costo de vida sigue siendo un problema central para las familias argentinas, pese al descenso general de los precios minoristas y al optimismo del gobierno, que reivindica esa baja como prueba de su eficacia política.
En efecto, en los primeros seis meses del año, el índice de la inflación cayó en forma sostenida (la interanual cayó del 84,5 de enero al 43,5% en mayo) pero también infructuosa, porque en simultáneo cayeron los salarios, las jubilaciones y pensiones. Sin plata en los bolsillos, la baja de los precios no devolvió a la gente a los comercios.
En junio la curva volvió a subir, especialmente en los barrios de menores recursos, donde los precios de los alimentos duplican el promedio general y el consumo cae más estrepitosamente que en otros sectores de la población.
En ese contexto, la inflación se destacó en una encuesta de Latam Pulse como la segunda preocupación más grande de la población, superada únicamente por el aumento del desempleo.
El movimiento incierto del índice de precios, combinado por las dudas que genera la situación del mercado laboral, parece poner en jaque la carta principal de La Libertad Avanza para las elecciones legislativas de octubre.
Por ahora, la imagen positiva del presidente sigue siendo alta, aunque menor que en meses previos.
Tendencia porteña
Las consultoras privadas que se anticipan al Indec midieron en junio aumentos de los precios minoristas de entre el 1,5 y el 1,8%, niveles similares al de mayo (arrojó un 1,5%) pero inferiores al piso del 2 por ciento.
Esta semana el Índice de Precios al Consumidor de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA) arrojó un aumento del 2,1%, una suba que se diferencia de los pronósticos que planteaban una continuidad de la medición del mes anterior, que fue la más baja en cinco años y motivó la celebración de Milei y su equipo de gobierno.
El Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), de la Universidad Metropolitana (Umet) y el Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD), también midió 1,8% en junio, pero resaltó que el dato supone una aceleración del 50% respecto a mayo y un indicador de que la política antiinflacionaria de los libertarios entró en zona de agotamiento.
La aceleración, explicó el director del CCD y exfuncionario del gobierno del Frente de Todos, Nicolás Trotta, deviene de la duplicación de la tasa de incremento de los alimentos, un alza que “cuestiona la estabilidad cambiaria y la estrategia gubernamental basada en el ancla del dólar y control de paritarias”.
Futuro incierto
El cuadro a futuro se agrava por la acumulación de varios factores, como las expectativas de devaluación, la dificultad de la administración para acumular reservas en el Banco Central sin impactar en los precios, la caída de las liquidaciones de divisas del sector agropecuario, la formación de activos externos y otras formas de fuga de dólares que “ponen en duda la estabilidad cambiaria, que es el núcleo de la estrategia del gobierno para contener la inflación y afrontar el proceso electoral”, agregó.
En el cambio de tendencia de junio incidieron también la suba de los precios regulados por el propio gobierno y el aumento del tipo de cambio (el dólar del Banco Nación subió 10,3% entre el 18 de junio y el viernes último), que fue directo a los precios de los alimentos con previsibles consecuencias en el panorama de la pobreza y la indigencia.
Marina Dal Poggetto, de la consultora EcoGo, también alertó esta semana por el corrimiento de las expectativas inflacionarias en el trimestre previo a las elecciones de octubre.
La economista evitó las sentencias sobre el plan antiinflacionario del gobierno nacional y recordó que la presión cambiaria es habitual en momentos previos a elecciones. No obstante, remarcó que la situación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el retiro del cepo por ahora sin mayores resultados, el fin del período de la cosecha y la creciente formación de activos externos suponen un desafío clave para la administración en los meses que se vienen, entre otras cosas por el posible impacto en los precios minoristas.
A la fragilidad económica, la consultora LCG, del senador radical Martín Lousteau, agregó el análisis de la fragilidad política del gobierno, que encuentra a La Libertad Avanza frente a la aparente pérdida del acompañamiento de sectores con los que dialogó hasta hace poco tiempo.
Mientras se espera el dato oficial de la inflación de junio, que el Indec publicará mañana, hay fuentes privadas que disponen de información de julio.
Según, la consultora Analytica, en la segunda semana del mes los alimentos subieron 0,8% y acumularon 2% de alza en las últimas cuatro semanas. La proyección mensual es del 1,9% para todo julio. Las verduras y carnes quedaron por encima del promedio. «
El drama en los barrios
Los precios de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) que mide el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) en territorio bonaerense aumentaron 3,41% en promedio en el mes de junio.
El Índice Barrial de Precios dio cuenta de un aumento del 4,1% mensual en la parte de la CBA que corresponde a productos de almacén, una suba del 3,6% en relación a los cortes de carne y del 1,26% en los precios del rubro verdulería.
Con esos aumentos en los productos de almacén, en junio una familia necesitó de $ 186.330,15 más que en el mismo mes de 2024.
Para comprar el mismo conjunto de cortes de carne, el mismo grupo familiar requirió de $ 110.339,65 más de los que necesitó un año atrás.
La adquisición de la misma canasta de verduras le demandó $ 75.067,08 adicionales.
El director de Isepci, Isaak Rudnik, expresó, sin negar la desaceleración de los precios, que “hay subas en productos y servicios indispensables que mantienen las dificultades de los hogares para prever el manejo de presupuestos que no se incrementan en la proporción de los aumentos que se producen”.
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