Ganó Rajoy y quedó más cerca de otro mandato

El PP obtuvo 33%, un mejor resultado que en diciembre; el PSOE frenó a Podemos

Sonriente y dando saltos frente a una multitud con banderas de España, el presidente conservador Mariano Rajoy celebró anoche un triunfo sorpresivo en las elecciones generales, que lo dejó un poco más cerca de romper seis meses de angustiante bloqueo político.

El Partido Popular (PP) obtuvo 14 diputados y casi 700.000 votos más que en los comicios fallidos de diciembre. Sigue todavía lejos de la mayoría requerida para formar gobierno, pero salió fortalecido de cara a la temporada de negociaciones y pactos que se abre hoy.

Aun con algunos votos menos, el socialista Pedro Sánchez retuvo in extremis el segundo lugar y evitó el anunciado sorpasso de Unidos Podemos, en una batalla por el dominio de la izquierda que se antojaba decisiva para el futuro inmediato del país.

Así, tres días después del referéndum que precipitó la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), los españoles revitalizaron a los dos partidos tradicionales, que en las horas finales de la campaña prometieron "estabilidad" y "moderación".

Rajoy obtuvo el 33,03% de los votos, casi 11 puntos más que Sánchez (22,66%). Pablo Iglesias, de Unidos Podemos, se quedó en 21,1%, tres puntos menos que los captados en conjunto hace seis meses por su partido y sus nuevos aliados de Izquierda Unida (IU). El liberal Albert Rivera, de Ciudadanos, perdió fuerza y se quedó en 13%. Un dato crucial: la participación cayó al 69%, una de las más bajas en 40 años de democracia. Reflejo, acaso, del hastío de los españoles con una clase política incapaz de gestionar el nuevo tablero político, con cuatro actores principales.

"Hemos ganado las elecciones. Reclamamos el derecho a gobernar. Tendremos que empezar a hablar con todo el mundo y lo haremos, con el único objetivo de defender a España", declaró Rajoy desde el balcón de la sede madrileña del PP. Con una expresión de alegría inusual en él, bromeó con sus ministros, besó a su esposa y habló como quien consigue una revancha: "Hemos pasado cuatro años durísimos, pero España levantó la cabeza y se encamina a un destino mejor".

El presidente lo tiene más fácil que en diciembre. Pasó de 123 a 137 diputados, un avance que debilita el discurso de sus opositores sobre el supuesto clamor social para que abandone la Moncloa. Sobre todo, cuando es el único candidato que incrementó sus votos entre las primeras elecciones y esta repetición forzada.

El repunte del PP le permitió ganar en casi todas las Comunidades Autónomas, salvo en Cataluña y el País Vasco, bastiones que aseguró Unidos Podemos con su promesa de impulsar referéndums soberanistas. Además, repitió la mayoría absoluta en el Senado que puede servirle para bloquear reformas institucionales promovidas por la oposición.

El problema de Rajoy es que le faltan 39 diputados para asegurarse la confianza del Congreso. Rivera, que podría ser su aliado natural, anoche prometió a sus simpatizantes que negociará "una legislatura de cambio, sin corrupción y en la que se regenere la vida pública del país".

Sugirió así que mantiene su veto a apoyar la continuidad de Rajoy, aunque estaría dispuesto a facilitar un gobierno del PP con otra figura al frente. Tiene 32 diputados (perdió 8).

Incluso si convenciera a Ciudadanos, el presidente en funciones debería conseguir otros 7 apoyos. Los nacionalistas vascos de centroderecha (5) y los regionalistas canarios (1) son opciones lejanas. El resto jura que jamás lo apoyará.

Su apuesta es que el PSOE se rinda a la evidencia de su triunfo y lo deje gobernar en minoría, con una abstención en la sesión de investidura presidencial.

Sánchez no dio pistas de cómo jugará. Llamó a Rajoy para felicitarlo. Compareció con cara seria, pese a que a su alrededor había festejos por la victoria particular frente a Podemos.

"El PSOE pondrá estos resultados al servicio de sus derechos, de sus libertades y del interés general de todos los españoles", dijo.

Y no se privó de reprochar al líder de Podemos por haberle impedido en marzo la investidura presidencial, cuando se presentó ante el Congreso con un programa reformista moderado acordado con Rivera.

"Espero que el señor Iglesias reflexione sobre estos resultados. Tuvo en su mano poner fin el gobierno de Rajoy, pero el interés personal ha provocado la mejora de los resultados electorales de la derecha", subrayó Sánchez.

La cúpula del socialismo se reunirá hoy para empezar a discutir los pasos a seguir. Tienen cinco diputados menos que en diciembre (85). Para intentar otra vez la aventura de un gobierno alternativo necesitaría unir a Ciudadanos y a Podemos, que se declaran incompatibles. Ya lo probaron y fracasó.

Decepción

Iglesias se abstuvo de hablar de pactos. Le costaba encajar el golpe. A las ocho de la tarde, cuando cerraron los colegios electorales, la TVE publicó un sondeo a boca de urna que lo daban claramente en el segundo lugar.

El teatro que Podemos alquiló con la idea de anunciar al mundo un giro radical en la política española ardía. Había militantes y políticos de una docena de países. El ex ministro kirchnerista Axel Kicillof se sacaba selfies con Iglesias: celebraba a cuenta.

El escrutinio cambió todo. "Esperábamos unos resultados diferentes", dijo Iglesias, con rostro lúgubre y todavía con la corbata que se había puesto excepcionalmente para la ocasión. "Le he escrito a Pedro Sánchez y todavía no me ha respondido", dijo cuando le preguntaron si intentaría negociar una coalición de izquierda.

Recuperó el ánimo en la madrugada. Decidió hablar a la multitud que se había congregado frente al Museo Reina Sofía en previsión a un festejo. "Tarde o temprano vamos a gobernar este país. ¡El cambio es irreversible!"

Pero la fiesta estaba a dos barrios de distancia, en la calle Génova, donde gente muy coqueta con banderitas del PP se reía de la revolución frustrada y cantaba el himno sagrado de los podemitas: "¡Sí, se puede! ¡Sí, se puede!".

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