La construcción entró en la cuarentena intermitente en plena expansión, de la mano de la obra pública desplegada típicamente en los años electorales y el boom de refacciones hogareñas que se registra desde el último cuatrimestre del año pasado, cuando las familias comenzaron a aprovechar la brecha cambiaria para remodelar las viviendas. En marzo, el empleo registrado en esa actividad marcó su primera suba interanual desde 2018, pero la alta dependencia a las pequeñas obras privadas ponen en riesgo tanto la recuperación en el consumo de insumos como el de los puestos de trabajo, dado que tienen una alta incidencia de informalidad.

Tal como había adelantado BAE Negocios, en el Gobierno ya comenzaba a preocupar que se pudiera mantener el ritmo de crecimiento. El último indicador del Indec para el rubro mostró un alza del 97% interanual en el tercer mes del año, al compararse con el período de confinamiento más duro. Pero lograr una mejora genuina en medio de la disparada de casos de coronavirus y las restricciones a la circulación, luce más complejo, reconocen en el Ejecutivo.

En ese sentido, el Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (Ieric) publicó este viernes su informe mensual, en el que da cuenta de estas luces amarillas que comienzan a encenderse en el sector, más allá de los buenos números.

En marzo, el número de trabajadores en blanco avanzó 4,1% mensual, "una de las más elevadas de la serie histórica" y del 1,4% interanual, la primera cifra positiva en esta comparativa desde agosto de 2018. De esta manera, el primer trimestre cerró un 5,3% arriba respecto a los tres meses anteriores, "una evolución atípica para la actividad sectorial donde la cantidad de puestos suele disminuir por factores estacionales", aunque al mismo tiempo "esperable dentro del escenario actual".

Para el Ieric, "este comportamiento estuvo en sintonía con el del resto de los indicadores de la actividad", sobre todo el del consumo de cemento, que repuntó 39% en el primer trimestre, en particular el que se vende a granel, el cual está vinculado "a proyectos de mediano y gran porte los que presentan un impacto más significativo sobre el empleo sectorial registrado".

A comienzo de mayo, este tipo de iniciativas tuvo su primer golpe, cuando el gobierno porteño prohibió la continuidad de las obras con más de 2.500 metros cuadrados, cerca del 25% del total que se llevan adelante en este territorio.

Lo cierto es que los despachos de este insumo clave tuvieron en abril subas "extraoridinariamente elevadas", lo que, de acuerdo al Instituto, demuestra que "va más allá de un rebote parcial respecto a la caída provocada por el efecto pandemia". Sólo 5 jurisdicciones consumieron menos que en igual mes de 2019: Chubut, Neuquén, Tierra del Fuego, San Juan y el Área Metropolitana de Buenos Aires, justificó la entidad.

Con todo, el informe advirtió que según el Indec, se observa "cierto estancamiento en el consumo de los principales insumos que habrá que observar a futuro en vista del nuevo endurecimiento en las condiciones de aislamiento a partir de mayo y su incidencia en el ciclo de cierre y apertura de las obras privadas, motor fundamental de la actividad sectorial más allá del innegable impulso de las obras públicas en los últimos meses".

"El hecho de evidenciar máximos históricos en otros indicadores y registrar niveles de empleo tan inferiores a sus máximos previos da cuenta del protagonismo que en la actividad de la Construcción están teniendo las obras de remodelación y de viviendas unifamiliares, signadas por una mayor presencia de trabajo informal", puntualizó el reporte. Un rubro claramente afectado por la cuarentena intermitente (sólo se permite la obra pública) y cuyo futuro se definirá a partir de las medidas que definan el próximo lunes.