La fiscal pidió 15 años para el asaltante de Matzkin

La defensa alegó que el joven de 20 años debe ser declarado inimputable porque actuó "en estado de inconsciencia" debido a su borrachera. Por eso pidió que reciba un tratamiento de desintoxicación.
La fiscal María Cecilia Martini actuó ayer con supremo rigor y pidió 15 años de prisión (lo máximo eran 21) para Jonathan Paolo Pérez, al acusarlo formalmente de robo calificado por escalamiento y con arma, en concurso real con privación ilegítima coactiva, en perjuicio de Jorge David Matzkin y sus dos pequeños hijos de cuatro y siete años. Llegó a esa cantidad de años porque consideró a ambos delitos independientes entre sí y los sumó. El defensor Néstor Lambrecht, en cambio, consideró que el joven de 20 años debe ser declarado inimputable porque obró "en estado de inconsciencia", debido a su borrachera y solicitó una "medida curativa de desintoxicación". La sentencia del tribunal de audiencia se leerá el próximo jueves al mediodía.

El hecho investigado ocurrió en la noche del domingo 21 de agosto en la casa del hijo del ex ministro del Interior, Jorge Rubén Matzkin. De acuerdo al relato de la víctima, Pérez ingresó saltando el tapial de 2,30 metros y lo atacó con un cuchillo en el dormitorio, donde estaba viendo televisión con los niños. David dijo que vivió un calvario y que el ladrón, en todo momento, se mostró muy agresivo, y amenazó con desfigurar "la cara bonita" de su hija y con matarlos a ellos tres y a sus padres. También quiso atarlo e ir a recorrer cajeros. Lo único que buscaba era dinero. Por eso su papá, conocido como "Toto", llegó con dos fajos de billetes, uno de 10.000 dólares y otro de 10.000 pesos.

Siempre de acuerdo a esa versión, Pérez, mientras llevaba a David con el cuchillo al cuello, tomó el primer fajo -además de 60 pesos y un paquete de cigarrillos Parliament Blue- y huyó. Inmediatamente, el ex funcionario nacional lo hirió en la espalda al dispararle con su Glock negra calibre 40.

David -ex candidato a diputado nacional por el MID- no sólo reconoció a Pérez en una rueda de reconocimiento porque se mostró a cara descubierta durante casi dos horas, sino que además la policía halló sus huellas dactilares en el espejo del vestidor. Otras pruebas incriminatorias ofrecidas por la fiscalía fueron una bolsa con ropas con manchas de sangre hallada en un baldío cercano (la víctima dijo que eran las que llevaba el agresor) y tres billetes de 100 dólares que aparecieron a una cuadra del lugar.

Martini repitió en detalle lo que el dueño de la vivienda contó en el juicio. Dijo que las huellas dactilares era "una prueba ineludible", recordó que David "estaba todo ensangrentado", habló de "una situación caótica y violenta", descartó que el asaltante actuara bajo efectos de alcohol y/o psicofármacos porque "la policía no lo constató" y dio por probado que todos los ingresos a la casa estaban cerrados.

Remarcó que Pérez mostró una "ultra intencionalidad" de delinquir porque no sólo robó, sino estuvo en la casa "un tiempo abusivo de dos horas, una eternidad en esas circunstancias" y, en ese lapso, retuvo a tres personas. Además se aprovechó de la "vulnerabilidad" del propietario, ya que no solamente tuvo que estar atento a los movimientos de Pérez, sino paralelamente cuidar a sus hijos.

Dudas y probanzas.

Lambrecht basó su defensa en lo que consideró agujeros negros de la investigación (el escalamiento, el robo, las heridas, la sangre y el arma, entre otras cuestiones). "Había unos supuestos rastros de calzado, pero como no se hicieron pruebas específicas no quedó demostrado que las huellas sean de mi cliente -indicó-. Era lo que debió hacerse en una investigación medianamente seria. Lo del escalamiento es la versión de la víctima. El imputado dijo que al salir saltó el tapial, cuando está claramente demostrado que se escapó por la puerta; o sea que si dijo eso fue porque no estaba normal. Incluso un policía declaró que pudo haber ingresado por la puerta que estaba sin llave. Nadie comprobó que estaba cerrada. Lo dijo la víctima, pero pudo no decir la verdad".

Al referirse a la figura del robo con arma, expresó que "el cuchillo no creó una situación de peligro a la víctima. No hubo intimidación. Acá existe sólo la versión de David Matzkin porque mi defendido no se acuerda de nada". Sin embargo cayó en un desliz porque enseguida manifestó que "tampoco se sabe de quién era el cuchillo. Pérez dice que lo tomó de la casa y la víctima que entró con él, por lo que no quedó demostrado que ingresó con el arma. Y si no entró con el cuchillo quiere decir que estaba desarmado. Solamente la víctima y el agresor saben cómo apareció, lo que plantea una duda razonable". En el peor de los casos, acotó, pudo tratarse de una tentativa de robo.

El abogado también afirmó que no se dieron las circunstancias de la privación ilegítima. "No se probó que la víctima fuera obligada a hacer o no hacer determinadas cosas. Supuestamente el imputado quiso obligarlo a recorrer cajeros para buscar plata, pero Matzkin se opuso y no fue. ¿Dónde está la situación intimidatoria? Después se opuso a que lo ataran. Y tampoco hubo intimidación si forcejearon, la víctima desarmó al agresor quitándole el cuchillo, y éste se fue corriendo del lugar".

Sobre las presuntas lesiones, Lambrecht planteó: "Ambos se dieron golpes y se lesionaron. El médico forense (Juan Carlos) Toulose declaró que pudieron producirse con un palo, por golpes fuertes o con el cuchillo. También se habló de sangre en el cuero cabelludo, pero tampoco se demostró. Al parecer no se produjeron con un elemento cortante". Y con respecto a los 300 dólares que aparecieron en el jardín de una casa, indicó: "Eso no quedó aclarado con plenitud. No sabemos cómo aparecieron. Fue dudoso cómo quedaron ahí los tres billetes". Del resto, los 9.700 dólares, nunca se supo nada.

Después, en las conclusiones, Lambrecht dijo que Pérez tiene que ser declarado inimputable porque actuó en estado de inconsciencia. Para ello se tomó de la declaración que dio Matzkin padre horas después del hecho. "Matzkin le dijo al agresor: no voy a entrar, te dejo la plata, tomátela y andate". Y agregó: "Noté por la voz de esa persona que estaba borracha o bajo los efectos de drogas". El ex funcionario menemista y duhaldista había dicho algo muy diferente cuando el martes declaró como testigo, bajo juramento de decir la verdad. En esa ocasión, expresó que "por la forma, agilidad y velocidad" con que tomó el fajo de 10.000 dólares y escapó del lugar, "me indujo a pensar que no estaba afectado por nada que pudiera perturbarlo", aludiendo a una eventual ingesta de alcohol o a haber estado drogado.

"O sea -enfatizó el defensor- que no tenía un razonamiento normal. Por lo tanto, la ebriedad total lo exime de responsabilidad en casos de delitos dolosos contra la propiedad. Para ello apeló al artículo 34º del Código Penal, que estipula que es inimputable la persona que "en el momento del hecho no haya podido comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones por su estado de inconsciencia". Por eso pidió que Pérez sea sometido a un "tratamiento educativo" o a una "medida curativa de desintoxicación y curación". O sino, que sea absuelto por el beneficio de la duda.

La última palabra del juicio la tuvo el propio Pérez. Fue breve y conciso, y casi inaudible: "No maté a nadie para que me pidan esta condena".

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