Escalada del coronavirus y crisis: el Presidente se radicaliza, fisura su frente interno y hasta juega el capital de su gira europea

Escalada del coronavirus y crisis: el Presidente se radicaliza, fisura su frente interno y hasta juega el capital de su gira europea

Alberto Fernández buscó oxígeno externo frente a los conflictos internos y para fortalecer a Guzmán. Descolocó a ministros y generó tensión con gobernadores del PJ por la suspensión de exportaciones de carne. Hizo otro guiño a Venezuela. Avaló la pelea por el jefe de los fiscales. Y sigue en batalla con la oposición

La vuelta de la gira europea ha sido dura para Alberto Fernández, por esa contrariedad que suelen imponerse los presidentes entre lo que consideran buenas recepciones externas y áspera crisis local. Eso, con el agregado de la pandemia. El registro de la inflación lo había impactado, aunque era previsible, en la última escala de su viaje. A la vuelta, habló con parte de su equipo, descolocó a por lo menos un par de ministros y sumó rechazos de dos gobernadores peronistas de peso: es la síntesis de la decisión de suspender por un mes la exportación de carne. No parece un hecho aislado, sino otro síntoma de cierre en posiciones del kirchnerismo duro. Casi a la par, respaldó la ofensiva sobre la estructura de fiscales y dejó una frase sobre Venezuela cada vez más alarmante en lo conceptual y muy desafortunada en las formas.

El regreso del Presidente expuso en apenas unos días una mirada reducida de los gestos hacia el exterior. Ya era difícil entender lo que se concibe como política externa, con varios capítulos resonantes de la Cancillería, afectada también por la parcelación de los destinos principales (Washington, Beijing, Moscú y Brasilia) en base a alineamiento interno. Y asoma además una desconexión entre política local y el mensaje al mundo. Es algo más visible luego de una gira que tuvo como objetivo reclamar comprensión política antes de técnica para negociar con el FMI y a la vez, con el Club de París.

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Alberto Fernández viene de buscar oxígeno externo para sí mismo y para Martín Guzmán, aún acotando o supeditando el papel del ministro a las tratativas por la deuda. El jefe de Economía había sido limado por el kirchnerismo, que no le permitió despedir a un funcionario de tercera línea, algo que por supuesto afectó al propio Presidente. Alberto Fernández tampoco podía mostrar -a diferencia de lo ocurrido con la negociación de la deuda con acreedores externos- respaldo de otras fuerzas políticas. Regresó satisfecho. Pero si logró capital en su semana europea, la jugó en parte apenas de vuelta en el país.

Renovó cargas sobre la oposición, casi en el límite discursivo, adjudicándose la “razón” en los pronósticos sobre el cuadro sanitario -sin reflexión autocrítica alguna- y colocando a quienes cuestionan el manejo oficial de las restricciones como responsables de “los contagios y las muertes”. Una tensión sólo para expresar sus enojos, en un momento crítico de la pandemia, que en un par de días sumará seguramente otro DNU, salvo un milagro legislativo.

No es el único síntoma de cerrazón. La reacción frente a los persistentes y altos registros de inflación mostró un nuevo vuelco hacia las posiciones del kirchnerismo duro. La decisión de suspender las exportaciones de carne, además de las reacciones de entidades del sector, expuso un problema de gabinete y un nuevo desgaste con gobernadores peronistas.

Plenario de comisiones en Diputados. El oficialismo avanzó con la reforma del Ministerio Público Fiscal

La decisión, desde el área de Matías Kulfas, surgió con sello de la secretaria de Comercio Interior, Paula Español. Guzmán ya ha tenido roces en este tablero, en aumento. Cada número del IPC lo coloca en la mira doméstica. Pero tampoco habría tenido participación el ministro de Agricultura, Luis Basterra. A eso se añadió el impacto, previsible, en las provincias productoras. Se trata de territorios también de gran peso político. El santafesino Omar Perotti cuestionó bien temprano la decisión. Y desde Córdoba, el vicegoberndor Manuel Calvo expresó el rechazo en nombre de Juan Schiaretti, con licencia y en recuperación luego de haber sido operado la semana pasada. Dos de los principales gobernadores del PJ expresaban así la fisura interna.

En resumen: el Presidente volvió a mostrar los desajustes que pretendía dejar atrás como marca conflictiva al embarcarse hacia Europa. Con todo, tal vez no sea lo más grave, aunque termine potenciado por la cerrazón cada vez más visible con el kirchnerismo duro que, paradoja interna, es el principal autor del desgaste presidencial.

En ese terreno, hay definiciones y hechos de inevitable lectura externa. El más visible, las declaraciones sobre Venezuela. El Presidente borró el único punto en el que exhibió hace tiempo una posición crítica respecto del régimen de Nicolás Maduro: la violación de los derechos humanos. Hechos y prácticas graves. Encarcelamiento de opositores, ejecuciones extrajudiciales -muertes a manos de grupos paraestatales-, persecución a los medios. Justo en ese terreno, ahora dijo ver un cambio significativo: “Ese problema poco a poco fue desapareciendo”, dijo. Ninguna frase podría haber sido más chocante.

Venezuela no es un tema menor para la mayoría de los países europeos. Lo sabe el Presidente, que decidió incorporarse al Grupo Internacional de Contacto, un paso señalado como estratégico, más cercano a las posiciones europeas que a la impronta de Washington. No se mostró muy activo allí. Pero la declaración de ayer y algunos dichos de Felipe Solá constituyen mensajes hacia el exterior más allá de las explicaciones domésticas o personales.

Es además una toma de posición en un tema sensible para la política exterior de Estados Unidos, como se encargó de destacar Joe Biden apenas asumido después de la batalla con Donald Trump. El presidente de Estados Unidos se ha mostrado decidido a retomar lo que consideran el papel de eje democrático internacional frente a autocracias y dictaduras. Es lo que transmite. Y suma también la intención de liderar la lucha frente al cambio climático, punto en el que Alberto Fernández busca afirmarse y exhibe como coincidencia.

Es una mirada limitada sobre el mensaje global de Biden, más allá del reduccionismo expuesto para consumo local por Cristina Fernández de Kirchner y el propio Presidente. El fortalecimiento geopolítico frente a China y Rusia, la mirada regional -con la condena al régimen de Venezuela en primera línea- y el foco en los equilibrios institucionales son puntos centrales en la visión y la política exterior de Washington.

Visto así, tampoco supone el mejor mensaje la decisión de avanzar con la reforma a la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal. Por ahora, y más allá del avance con dictamen en comisiones, la iniciativa no logra los votos que necesita el oficialismo en Diputados con el objetivo de cambiar las reglas de juego para coronar y remover al jefe de los fiscales. Proyecto con final abierto para un tema constante: la ofensiva judicial, nacida con sello de CFK y respaldada como propia por el Presidente.

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