Elecciones 2021 | Los intendentes del PJ no saben qué hacer: traccionar para Kicillof o repartir "boleta corta"

Elecciones 2021 | Los intendentes del PJ no saben qué hacer: traccionar para Kicillof o repartir

Los intendentes peronistas decidieron dejar las discusiones internas para después de las elecciones. ¿Cómo es el trabajo para seducir a los votantes?

Por: Nicolás Poggi.

Irritados por el resultado de las PASO, los intendentes bonaerenses del PJ apuntan al gobernador Axel Kicillof y a la falta de horizontalidad en la toma de decisiones de la campaña. Esa actitud es la que, según evalúan, llevó a la derrota de agosto. Por eso ahora tienen dos posibilidades para el 14 de noviembre: ponerse al hombro la campaña del Frente de Todos en sus distritos o “municipalizar” la elección para proteger sus Concejos Deliberantes.

El alcalde de Escobar, Ariel Sujarchuk -uno de los pocos que ganaron en el conurbano-, fue el encargado de ponerle palabras al malestar: “El gobernador se encerró junto a su anterior gabinete, muchos de los cuales siguen en otros puestos de la administración. A nosotros nos oía pero no nos escuchaba”, le dijo el jefe comunal a Clarín con el resultado puesto y después del tembladeral a ambos lados de la General Paz por los cambios de gabinete.

Ese reproche, que sorprendió por haber sido expresado públicamente, representó una postura extendida entre los intendentes del conurbano, que reclamaban mayor “coordinación”. Una queja que incluso trascendía al peronismo: en Chivilcoy, el intendente vecinalista Guillermo Britos se quejaba por lo bajo de que no lo hubieran invitado al acto que Alberto Fernández hizo en esa ciudad pocos días antes de las PASO.

Esa falta de comunicación eclosionó con la derrota contundente de septiembre y dio paso a la apertura del gabinete de Kicillof con la incorporación del lomense Martín Insaurralde como jefe de Gabinete, Leonardo Nardini -de Malvinas Argentinas- en el Ministerio de Infraestructura y Hernán Y Zurieta, de Punta Indio, al frente de Vialidad, entre otros nombres.

En lo electoral, los intendentes peronistas que salieron ganadores en septiembre buscarán robustecer su performance, como el caso de La Matanza, donde hubo una concurrencia del 67,8% cuando en las PASO de 2019 había ido el 80% y, si aumentaran entre 6 y 8 puntos en ese distrito, el Frente de Todos podría sumar hasta dos puntos a nivel provincial.

Pero Sujarchuk había dicho, también, que ya no se puede revertir el resultado. Discusiones internas que quedarán para después de las elecciones de noviembre.

“La gente no está bien y los anuncios económicos del Gobierno no mueven el amperímetro”, evaluó ante A24.com un intendente de la Tercera Sección electoral, que corresponde al sur del conurbano.

En la misma línea de Sujarchuk, ese alcalde admitió que no hay chances de dar vuelta la elección: “El interior de la provincia está perdido; en la Primera Sección -noroeste del Gran Buenos Aires- también se pierde, excepto Merlo y Moreno, y la Tercera Sección salva la ropa”.

De todos modos, la situación de la Tercera Sección es particular: si muchos municipios peronistas mantienen en noviembre los votos de las PASO, los primeros candidatos de sus listas son de La Cámpora, o sea que la mayoría sería "relativa" porque sus bancas del Concejo Deliberante quedarían a cargo de una organización que puede volverse imprevisible, como el caso de Berazategui. Luces de alarma para Juan José Mussi.

En el mapa de probabilidades del peronismo, hay dos grandes grupos:

- Los que miden bien y tienen niveles de aprobación del 60% pero perdieron en las PASO por arrastre -como el caso de Julio Zamora, de Tigre- y que se ven complicados para noviembre.

- Los que ya saben que no pueden remontar y se les complica la permanencia en 2023.

La falta de reelecciones, vedadas desde 2016 por una ley de la entonces gobernadora María Eugenia Vidal, es otro elemento de conflicto. En un escenario ganador, los intendentes podían acelerar rondas de consultas para modificar la legislación. Ahora resulta imposible.

Kicillof vs. los intendentes de la primera sección electoral

Hubo un reclamo que terminó por desgastar la relación de Kicillof con los intendentes. Según cuentan, en algún momento un grupo de alcaldes de la Primera Sección -adonde pertenece Sujarchuk- le pidió al gobernador crear el Ministerio de Ambiente provincial y designar a cargo a uno de los suyos. Kicillof los tuvo esperando 6 meses y finalmente rechazó la propuesta.

Ahora, para seguir calmando los ánimos, algunas versiones indican que el propio Sujarchuk podría asumir responsabilidades en la Hidrovía Paraná-Paraguay, estatizada recientemente por el gobierno nacional.

¿Qué puede pasar con el corte de boleta?

La segunda posibilidad para muchos, y que ya se tornó un clásico en la idiosincrasia del conurbano, es “municipalizar” la elección y hacer campaña con la boleta corta para asegurarse el control de los Concejos Deliberantes.

Pasó en 2009 y en 2013, y amenaza con volver a repetirse después del traspié en las PASO de septiembre. En ese mapa, los municipios de Ezeiza y Berazategui aparecen como dos exponentes de ese fenómeno: según pudo saber este portal, en los hogares de esas ciudades ya empiezan a llegar las boletas "cortas" o con todas las combinaciones posibles.

A esa consigna contribuye también el respaldo “mágico” a los intendentes por parte de las organizaciones locales que no superaron el 1,5% necesario para competir en las generales. Todo suma a la hora de alambrar la ciudad.

¿Qué van a hacer los intendentes?

Ante ese panorama, los jefes del PJ buscan ahora hacer una elección más “digna” posible y dejar para después de esa fecha las discusiones por los liderazgos en el peronismo, que quedarán maltrechos si los números de las PASO se confirman.

Nadie tiene demasiadas expectativas; sí aclaran que “se pueden remontar algunos puntos, aunque nadie sabe cuántos”. Un signo de interrogación.

¿Cómo es el trabajo diario desde ahora hasta el 14 de noviembre? Lo explica uno de los intendentes consultados para esta nota: “Agarramos el padrón, vemos la gente que no votó, dividimos por cuadrículas, los georreferenciamos y salimos manzana por manzana, casa por casa, a hablar con los que no votaron”.

En esos encuentros, que se extienden cerca de una hora y media por visita, la gente hace su catarsis y termina dejando a los políticos con más dudas que certezas. “Ahí no te va ni bien ni mal -cuenta el alcalde-. Quedás en un ‘ni’ porque no sabés si te van a votar e, incluso, puede ser contraproducente. Es un final abierto”.

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