Los desafíos de la economía mundial para recuperarse en la post pandemia

Los desafíos de la economía mundial para recuperarse en la post pandemia

El coronavirus deja ganadores, perdedores, y un panorama a todas luces incierto.

La inesperada aparición de la pandemia de coronavirus hace ya un año provocó una crisis económica sin precedentes a nivel global, en la cual volvió a cobrar relevancia el papel de Estados Unidos como primera potencia mundial, a la vez que amplificó varias tendencias de la globalización, por ejemplo el rol clave de China y el poder sin fronteras de las grandes transnacionales tecnológicas, sin duda alguna las grandes ganadoras en este 2020 tan particular.

Para dar una idea de la magnitud sin precedentes de la crisis desatada por el Covid-19 (enfermedad causada por el coronavirus), es suficiente con poner la vista en los 20,5 millones de empleos destruidos sólo en el mes de abril en Estados Unidos, de acuerdo con información de la agencia AFP.

Y es que volviendo la vista a las dos más grandes crisis del capitalismo en los últimos cien años, si en 1929 se vivió una caída del mercado de valores y en el 2008, una crisis financiera, en el 2020, el impacto de la pandemia paralizó de la noche a la mañana al conjunto de los sectores económicos "físicos", esos que muchas veces son minimizados cuando se habla de "la nueva economía".

Las declaraciones de cuarentenas y  confinamientos, que desde fines de marzo afectaron a la mitad de la humanidad (incluyendo a la Argentina, por supuesto), representaron una conmoción nunca antes vista y difícil de anticipar para una economía mundial que funciona con una producción ajustada, sin reservas, y con cadenas de producción divididas, en gran medida por el proceso de globalización.

Como en una escena sacada de una película de ciencia ficción, los aviones, que transportan habitualmente a 4,300 millones de personas al año, en gran parte debieron permanecer en tierra. Como un efecto dominó, el turismo masivo, que representa un 10.5% del PBI mundial y una proporción mayor en muchos países, se detuvo del mismo modo. Los enormes barcos portacontenedores debieron quedarse en los puertos, y con ellos miles y miles de tripulantes que no sabían cuándo volverían a zarpar. Transportes y fábricas redujeron su funcionamiento al mínimo, los pequeños comercios y restaurantes en muchos casos cerraron sus puertas y los teatros debieron permanecer con el telón bajo.

Como en toda crisis, hubo sectores que se vieron favorecidos. Entre los que sacaron provecho de la dramática coyuntura se cuentan las nuevas tecnologías, las telecomunicaciones, la distribución en internet o las farmacias,  que hicieron punta en la transición hacia el mundo digital.

Y es que a diferencia de lo ocurrido con la crisis de las hipotecas subprime en el 2008, o el ya citado "Crack de la bolsa" en 1929, los países emergentes sufrieron de lleno y desde el principio el impacto de la crisis causada por la pandemia. Sus exportaciones cayeron, así como también lo hicieron los precios de las materias primas. Para fines de este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que la recesión mundial alcanzará un  4.4 por ciento.

El escenario para el año próximo aparece a todas luces complicado, a pesar de los avances en la elaboración de distintas vacunas en varios países del mundo, y los planes para comenzar con inoculaciones masivas en semanas. La esperanza de una recuperación rápida de las principales economías del mundo se desvaneció con el retorno de los confinamientos y las medidas restrictivas en el hemisferio norte, de la mano de una segunda ola de covid. 

En este contexto, hay que destacar la respuesta de los gobiernos de todo el mundo, que a diferencia de las crisis precedentes, fue inmediata y masiva, obrando como redes de contención para empresas y trabajadores. Como ejemplos se pueden mencionar a la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra o el de Japón, que abrieron las compuertas no sólo para adquirir masivamente títulos de deuda, principalmente de los Estados, sino también para implementar subsidios y ayudas que evitaron crisis sociales de magnitudes inimaginables, dejando en un segundo plano, por ahora, los conceptos fiscalistas.

Eso debido a que los Estados le dieron luz verde a la suba de los déficits, para evitar quiebras en serie y desempleo masivo: por ejemplo la deuda de la zona euro superará el 100% del PBI conjunto este año, pero se consiguió estabilizar el desempleo en 8.3% en setiembre.

En total, en lo que va del año, los gobiernos del G20 gastaron unos USD 11 billones para apoyar a las empresas o los hogares, lo que no obstante no impidió oleadas de despidos. Los  Estados Unidos representaron una cuarta parte de ese gasto, en tanto la Unión Europea dispuso un plan de recuperación de 750.000 millones de euros (USD 895.000 millones), que por el momento se encuentra trabado debido a diferencias políticas en el seno del bloque.

En el 2020, China será en cambio la única gran economía que muestre un crecimiento, estimado en 1.9% por el FMI, superando una inédita recesión de -6,8% en el primer trimestre del año. A pesar de haber sido señalada por ser el punto cero de la pandemia, la potencia oriental incluso aumentó su cuota de mercado en el comercio mundial, gracias a las exportaciones de productos médicos y a los equipos de teletrabajo, según un informe de la aseguradora de crédito Euler Hermes citada por AFP.

Y con un Estados Unidos todavía groggy, con escasas respuestas a la pandemia y en una difícil transición presidencial, Beijing no deja de avanzar. Una muestra de ello fue la firma, a mediados de noviembre, de un acuerdo comercial que reúne a 15 países de Asia y del Pacífico, formando así el bloque más vasto del mundo.

Un dato adicional que marca el poder del que una vez fue el Celeste Imperio o Reino del Medio: China posee el 60% de la deuda de los países más pobres.

Un último punto en el panorama post pandemia es la creciente importancia de los gigantes tecnológicos. Google, Amazon, Facebook y Apple (los GAFA) se beneficiaron ampliamente con las cuarentenas, que multiplicaron los usuarios de las redes sociales y las compras por internet. Un ejemplo lo da el volumen de negocio de Amazon, que se incrementó un 37% en el tercer trimestre, a USD 96.000 millones.

"Los grupos fuertes se hacen aún más fuertes", resume el analista Daniel Ives de Wedbush Securities. Y sus acciones se disparan en bolsa: 31% para Google, 34% para Facebook, 36% para Microsoft, 58% para Apple y 72% para Amazon desde el 1 de enero. Ese poder cada vez mayor puede abrir la puerta a arbitrariedades y posturas anticompetitivas, y a nuevos y poderosos conflictos.

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