En el marco de un acuerdo de lucha contra las drogas, los agentes de EE UU "disfrazados de diplomáticos" están distribuidos por todo el territorio en busca de información sobre presuntos "terroristas" y trabajan junto con agentes locales.
El informe de Folha sale a la luz en medio de una crisis en las relaciones entre Brasil y Estados Unidos, generada por las revelaciones del ex agente de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense Edward Snowden, quien filtró documentos secretos que muestran que Washington "pinchó" las comunicaciones telefónicas y electrónicas de la presidenta Dilma Rousseff y de decenas de miles de brasileños y se apropió de información sensible guardada en el sistema informático de la petrolera estatal Petrobras (ver aparte).
Policías, oficiales de inteligencia del ejército y funcionarios del Gabinete de Seguridad Institucional de la Presidencia (GSIP) citados por el diario derechista admitieron el trabajo conjunto y afirmaron que los acuerdos de cooperación son "una formalidad" para disfrazar el espionaje. En su momento, el acuerdo se justificó por la necesidad de cooperación en la lucha contra las drogas. Un año después, tras los atentados de septiembre de 2001, su razón de ser pasó a ser "el combate al terrorismo".
"Opiné por la no oficialización del convenio en relación con las drogas, porque esa era sólo una cobertura para hacer espionaje sin límites", dijo el ex secretario nacional de la lucha contra el narcotráfico, Walter Maierovitch. De hecho, en Brasilia, las oficinas, computadoras y otros equipamientos, y hasta el edificio en el que trabajan unos 40 agentes brasileños de la División Antiterrorismo (DAT) de la Policía Federal, fueron financiados por la CIA en los noventa.
Los agentes de la CIA tienen oficinas propias en Río de Janeiro y en São Gabriel da Cachoeira, en el estado de Amazonas, para vigilar la actuación de las FARC, y también están presentes en las bases de la Policía Federal en puntos tales como Río de Janeiro, San Pablo y Foz de Iguazú, en la triple frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay.
Según el diario, esas bases fueron montadas por la CIA, y los agentes brasileños trabajan en equipo con los estadounidenses. "Lo que más hay son norteamericanos travestidos de diplomáticos", dijo el director de la Federación Nacional de los Policías Federales, Alexandre Ferreira. Por su parte, Eurico Figueiredo, de la Universidad Federal Fluminense, opinó que el problema no es el convenio en sí, sino que "Brasil no se protege contra ese 'amigo' que en realidad sólo busca cuidar sus intereses". «
Dilma no confirmó el viaje
El viaje de la presidenta brasileña Dilma Rousseff a EE UU, para entrevistarse con el presidente Barack Obama, dependerá del informe que le presente el canciller Luiz Alberto Figueiredo, tras su visita de la semana pasada a Washington para pedir explicaciones sobre el espionaje a la mandataria. Con esa precisión, el vocero presidencial, Thomas Traumann, desmintió a los principales medios locales, que volvieron a decir ayer que Rousseff ya canceló el viaje originariamente previsto para octubre y que sólo falta que haga pública su decisión.
"La presidenta informaría a lo largo de esta semana la decisión de cancelar su visita de Estado a Washington, prevista para el 23 de octubre, luego de reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores, Luiz Eduardo Figueiredo", afirmó la radio CBN, de la cadena Globo. Valiéndose de "asesores próximos" a la presidenta, el diario Folha de São Paulo había dicho que el viaje sólo se hará si el propio Obama "pide disculpas y da una explicación convincente" sobre el espionaje a Dilma y a la petrolera estatal Petrobras. Los otros dos más importantes diarios del país –O Estado de São Paulo y O Globo de Río de Janeiro– fueron categóricos ayer para anunciar en sus portadas la inminente cancelación del viaje de Rousseff.
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